"Mi madre de lucha"

"Mi madre de lucha"
Gemma Busquets Ros

Llamamiento del Amical de Antiguos Guerrilleros a participar en un documental sobre Cristina Zalba a través de un micromecenazgo

Masovera en Oix, escondió y salvó al maqui Antoni Figueras, herido en una emboscada

Sònia Sala recuerda cuando, un día, su abuela paterna, Cristina Zalba, le preguntó si sabía quiénes eran los maquis. “Me escondemos uno en La Sala. Sobre todo, nunca se lo cuentes a nadie, que podrían venir a buscarnos”, le dijo. Era a finales de los ochenta y la nieta, adolescente, no dio importancia al comentario. En la primavera del 2021, recibió una llamada de su tía María, hija de Cristina, explicándole el descubrimiento, a instancias del Amical de Antiguos Guerrilleros , de un informe depositado en el Archivo del Partido Comunista, en la Universidad Complutense de Madrid, en la que el maqui Antoni Figueras Cortacans, alias Crispín , detalla los 508 días que, entre 1945 y 1946, estuvo acogido en La Sala, una masía a diez minutos de la parroquia de Santa Bárbara de Ciruelos, en el término municipal de Oix. 

A 31 de diciembre de 1944, hay una emboscada en Sant Iscle de Colltort y el maqui consigue huir

Maria Sala nació durante la estancia de Antoni Figueras en la masía y el único recuerdo que tiene de quien le agachaba y jugaba cuando era un bebé es el apodo de “pixabraguetes”, según lo llamaban sus hermanos, el padre de Sonia, Juan, ya fallecido, y el hermano medio, José, que tenía cuatro años. El padre, Enric Sala, ex combatiente de la República en la batalla del Ebro, preso en un campo franquista, no veía con buenos ojos acoger a un guerrillero maqui, jefe del 19º grupo de guerrilleros españoles del grupo Bordoy de la agrupación Reconquista de España. Cristina Zalba convenció al marido, diciéndole que si algún día los hijos se encontraran en una situación similar agradecerían la ayuda.

"Cuando ella hizo lo que hizo era consciente de los riesgos que había", remarca la limpia, Sonia Sala. La masía es muy aislada, pero durante los años cuarenta, y por la proximidad con la frontera, recibían muchas visitas de la Guardia Civil. “Llegaban y se quedaban a dormir o comer. Se daban situaciones en las que los guardias civiles estaban comiendo en la cocina y el maqui estaba arriba escondido”, explica Sala en relación a un secreto familiar que han podido recomponer gracias al relato que hace el maqui Crispín en el informe.

“Era una mujer muy poco convencional, con mucho empuje y resolutivo, nada sumisa al marido y con mucho criterio propio. Estaba acostumbrada a tener voz y voto en casa.” La limpia define así a la abuela, un perfil poco común en las mujeres de la posguerra. Nacida en Barcelona el 7 de mayo de 1909 en el hospital Clínic, fue depositada en la Maternidad. Fue una mujer forjada en las dificultades y con los apellidos Zalba y Rodis decididos por un juez que así le inscribió en el registro. Fue acogida por una familia de Maçanet de Cabrenys para amamantarla y, con cinco años, la devolvieron a la Maternidad. Entonces, un matrimonio de San Juan de las Abadesas la adoptó. Al cabo de unos años, tuvieron una hija biológica y la adoptada quedó en segundo plano. En 1934, se casó con Enric Sala Planella de San Pablo de Segúries y trabajó en la fábrica Espona, una hilatura de San Juan de las Abadesas hasta que empezó en la guerra, cuando se afilió a la CNT. Con el marido en la frente, se espabiló para salir adelante “como muchas otras mujeres de esta zona”, añade la limpia. Una mujer empoderada con conocimientos de hierbas medicinales que hacía ungüentos y ayudaba a quien lo necesitaba a interrumpir embarazos. "Cuando leímos la historia, nos sorprendió, pero, por otra parte, coincide con su carácter", recuerda la limpia. El maqui Antoni Figueras se refiere a Cristina Zalba como "mi madre de lucha".

El 31 de diciembre de 1944, en la masía Puigvert de Sant Iscle de Colltort, después de una delación, se produjo una emboscada de la Guardia Civil sobre el grupo de guerrilleros que se habían acercado para comprar comida. A resultas del enfrentamiento, quedó herido de muerte el maqui llamado Palau y Crispín recibió un disparo en la pierna, pero pudo huir monte arriba. Permaneció escondido hasta que, el 12 de enero de 1945, llegó a la ermita de Santa Bárbara de Pruneres, donde se refugió. Al día siguiente, se dirigió a la masía La Sala, donde llamó a la puerta para pedir cobijo, agua y comida. No sólo le acogieron y curaron las heridas. Cristina Zalba viajó hasta Granollers, donde Figueras tenía unos tíos, para comunicarse con ellos y hacerles saber que estaba vivo. La masovera también contactó con su padre, que vivía en Lleida. El 7 de junio de 1946, Cristina acompañó a Antoni hasta el collado de los Helechos, por donde podría pasar al Estado francés. Al amanecer, se despidieron en el cuello con un emocionante abrazo. Nunca se volvieron a ver.

La abuela traspasó el secreto familiar a la nieta. Y la bisnieta Iona Pujol ha realizado su trabajo de investigación en el instituto. La hija del caserío que el maqui agachaba lo descubre cuando el Amical de Antiguos Guerrilleros contacta con él para comprobar la documentación del Partido Comunista con los apellidos familiares. Ahora, para difundir el papel de mujeres como la masovera de La Sala, Amical impulsa una campaña de micromecenazgo para hacer un documental .



Fuente → elpuntavui.cat

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