Con el brazo alzado: las falangistas catalanas durante la Republica y la Guerra Civil
Con el brazo alzado: las falangistas catalanas durante la Republica y la Guerra Civil / Soledad Bengoechea


«Todos los días deberíamos dar gracias a Dios
por habernos privado a la mayoría de las mujeres
del don de la palabra, porque si lo tuviéramos,
quién sabe si caeríamos en la vanidad de exhibirlo
en las plazas. Las mujeres nunca descubren nada;
les falta el talento creador reservado por Dios
para inteligencias varoniles”.

Pilar Primo de Rivera, máxima dirigente de la Sección Femenina
 

En la actualidad, el adjetivo fascista ocupa un espacio casi diario en los medios de comunicación y en el discurso de ciertas formaciones políticas. No obstante, algunos expertos en el fenómeno dejan clara su posición ante su posible regreso: no estamos ante el retorno del fascismo, ni en Europa ni en otra parte del mundo. El historiador Steven Forti, experto en el tema, afirma con rotundidad que el fascismo fue un movimiento político e ideología que tuvo un origen y un fin. Como movimiento político abarcó el período de entreguerras. La derrota en 1945 marcó el fin del fascismo propiamente dicho como fascismo histórico, como movimiento político. Forti señala que si bien algunas de sus características se aprecian en el modus operandi de ciertos gobernantes actuales, esto no los convierte necesariamente en los “Mussolinis” del siglo XXI.

Hay una serie de elementos que, si las comparamos con el fascismo, las nuevas extremas derechas no tienen. Por ejemplo, el tema de querer instaurar un régimen de partido único, una dictadura autoritaria, y también el de disponer de un partido milicia, un partido encuadrado militarmente y con fuerzas paramilitares. Por otro lado, no poseen tampoco la voluntad de encuadrar a hombres y mujeres en organizaciones de masas. Por último, como en su día señaló el historiador Emilo Gentile, no son una religión política ni tienen la voluntad de construir unos hombres y mujeres nuevos. Ante todo ello, cabe preguntarse, ¿puede decirse con rotundidad que algunas de estas extremas derechas una vez en el poder no adopten algunos rasgos del fascismo histórico y puedan devenir fascismos?

Históricamente, la Sección Femenina (SF) (rama de de Falange Española y de las JONS) fue un fenómeno surgido en los años treinta del pasado siglo en el contexto de los fascismos europeos en alza. En este trabajo se va a hablar de las mujeres que durante la Segunda República fundaron o se incorporaron a la SF catalana, del papel que jugaron durante la Guerra Civil y de la ideología que dicha organización sustentaba. El historiador especialista en el estudio de Falange Española, Joan Maria Thomàs, opina que, propiamente hablando, la Falange no fue nunca fascista, y, por consiguiente, la SF tampoco. Para hablar del franquismo, Thomàs utiliza el término “régimen fascitizante”, es decir que Falange tendría un componente fascista pero sin que el partido controlase todo el poder ni su líder, el general Franco, fuese un líder fascista. Y opina que esta fascitización perduró más allá de 1945, ligada a la existencia de un partido único. Por su parte, Gentile sostiene que Falange nunca fue fascista debido a su tradicionalismo.

La Sección Femenina

La SF fue creada el año 1934 por mujeres que pertenecían a la Falange Española y de las JONS y tuvo vigencia durante una parte de la Segunda República Española, la Guerra Civil y estuvo presente hasta prácticamente el final del franquismo. José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange, consistió en que se crease esta sección, la SF, de la cual su hermana, Pilar Primo de Rivera, sería su principal dirigente. De hecho, fue nombrada Delegada Nacional, cargo que nunca abandonó. Desde su creación, las jerarquías de la SF cabalgaron entre la modernidad de las fascistas europeas y el conservadurismo de las católicas españolas. Su doctrina, tradicionalista y católica, la llevó a convertir en emblema las figuras de Isabel la Católica y Teresa de Jesús.

En el seno de la SF funcionaba la llamada Asesoría Religiosa que mediante el asesor de la Delegación Nacional de la organización fascista se encargaba de dirigir toda la formación católica de las militantes.

La organización había sido concebida solo como auxiliar, como complemento de los hombres falangistas. Eso se puso de relieve sobre todo entre los años 1934 y 1936, justo antes de estallar la guerra. La principal misión de las falangistas en esta etapa concreta consistió en recaudar fondos y buscar refugio en casas particulares de personas adictas o en embajadas para alojar a quienes estuvieran en peligro por su significación falangista, ayudar a los detenidos del partido y a las familias de los fallecidos por la causa. Otra actividad fue la de trabajar como enlaces y correos y la de pasar porras y pistolas en los mítines de la Falange, ya que los hombres solían ser cacheados al entrar en estos actos. Las mujeres de la SF también hicieron una gran labor propagandística bien bordando las camisas azules, el símbolo de la Falange, bien haciendo banderas, o colectas en los mítines. También fue importante su atención a los presos.

La mujer ideal de Pilar Primo de Rivera respecto a la sexualidad femenina se traducía en algunas frases. He aquí el discurso que emanaba de algunas dirigentes falangistas:

“Si tu marido te pide prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes”. «Si él siente la necesidad de dormir, no le presiones o estimulas la intimidad». “Si sugiere la unión, accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por ti parte es suficiente para indicar cualquier goce que hayas podido experimentar”.

Por lo que respecta a la indumentaria de las militantes de la SF la historiadora Sofía Rodríguez López explica que para el día de Santa Teresa –patrona de la SF-, y en el acto oficial en honor de la Santa, las afiliadas a la organización falangista deberían vestir uniforme completo “(camisa azul bien planchada, completamente cordada, mangas remangadas y con el emblema bordado, falda reglamentaria, zapato negro y boina roja puesta con seriedad, o sea, bien metida sin rizos que salgan por delante)”. Al mismo tiempo, se aconsejaba que debiera suprimirse todo exceso de maquillaje y coquetería.

La historiadora Antonieta Jarne en “La Secció Femenina a Lleida. “Els anys Triomfals”” señala que “la naturaleza de la organización y del nuevo estado exigía que la afiliada a la debería reunir la condición de ser mujer virtuosa, humilde y patriótica. Sin embargo, las dirigentes de la organización, forzosamente solteras, disfrutaban de una vida que nada tenía que ver con lo que predicaban: viajaban, salían solas. Ésta es la gran paradoja de la historia de la SF: sus líderes promovían una idea de mujer dócil y conformista; sin embargo, sus vidas eran individualistas, desafiantes, nada convencionales, con cierta independencia económica y social, hecho lejano al modelo doméstico que propugnaban: casada, ama de casa y, sobre todo, madre”.

Después de la guerra, las dirigentes de la SF se centraron en la instrucción de mujeres jóvenes para que fueran buenas nacionalsindicalistas patriotas, buenas católicas y buenas esposas, relegando por lo general su papel como mujeres independientes a una subordinación total del hombre. De hecho, de 1939 hasta 1977, la SF impulsó el Auxilio Social, el Servicio Social, la Hermandad Ciudad y Campo, los Coros y Danzas… todo ello dedicado al encuadre de la mujer a la vez que como instrumentos eficaces que sirvieran de control social.

Las fundadoras de la SF en Barcelona

Como indica Joan Maria Thomàs en “Feixistes! Viatge a l’interior del Falangisme català”, en Barcelona, ​​las fundadoras de la SF eran personas muy conocidas de la alta sociedad. Fueron mujeres que José Antonio había tratado cuando vivió en la ciudad porque su padre, Miguel Primo de Rivera, había sido capitán general de la región militar catalana entre 1923-1930. Estas mujeres después ocuparían cargos en la naciente organización falangista en la zona nacional: Salamanca, San Sebastián, Sevilla, Burgos, etc.

La figura femenina más relevante de la SF catalana y una de sus fundadoras fue María Josefa Viñamata Castanyer (1914–1982). Su padre, José Viñamata y Nochettti (1873-1940) era cónsul de Austria. Su madre, Pablita Castañer Almasqué, vivió entre 1889 y 1963. En Barcelona, ​​antes de estallar la guerra, la familia Viñamata, muy monárquica, vivía en una casa lujosa y en ella se reunía la flor y nata barcelonesa. En 1933, los Viñamata se afiliaron al nuevo partido Derecha de Cataluña-Renovación Española. La rama juvenil era Juventudes de Derecha de Cataluña. El partido estaba a favor de restaurar la monarquía en la figura de Alfonso XIII.. Josefa Viñamata tenía veintiséis años cuando se afilió a la SF. Suscribió el discurso que Pilar Primo de Rivera pronunció en el II Congreso Nacional de la SF en Segovia, donde se puso de manifiesto lo que el nuevo estado franquista esperaba de las mujeres.

Viñamata añoraba Barcelona y echaba de menos no haber podido cursar estudios universitarios porque su padre no se le permitió. Estas inquietudes intelectuales, y probablemente sus simpatías por la Alemania nazi, se pusieron de manifiesto en 1943, en medio de la Segunda Guerra Mundial, al hacerse miembro de la Asociación Hispano Germana, una entidad filo-nazi que se dedicaba al ámbito de la historia y la arqueología. Era la única mujer del grupo formado por varones.

Junto con Viñamata, otras dos mujeres, fundaron la SF en Barcelona: Mercedes de Despujol Magarola (de la empresa Despujol Magarola), sobrina del general Despujol, y Montserrat de Romañà Pujó.

Montserrat de Romañá Pujó, de la estirpe de los Romañá, nació en Barcelona el once de febrero de 1906 en el seno de una familia de la alta burguesía catalana profundamente católica. Era la pequeña de cinco hermanos, con mucha diferencia entre ellos (uno de sus hermanos fue Ignasi Romañá Pujó, jesuita dedicado a la caridad. Después de la guerra pasó a dirigir la leprosería de Fontilles (Valencia). La juventud de Montserrat transcurrió entre Barcelona y Madrid en los años de la República. La Guerra Civil le sorprendió en Madrid, y, tras el fusilamiento de su marido, militar, el 7 de noviembre de 1936, decidió involucrarse activamente en la guerra. Allí organizó redes de evasión, amparada por una bandera austriaca que convirtió su casa en anexo de la embajada de ese país. Pronto tuvo que huir ella misma después de que el ministro de justicia republicano (Manuel de Irujo, amigo de su hermano Ignacio), le avisara de que querían detenerla. Se marchó a Burgos y fue una pieza clave de la SF catalana en la zona nacional, donde ostentó un cargo de secretaria en la SF. Terminada la contienda, trabajó con Pilar Primo de Rivera y fue el alma de las escuelas del hogar de la Sección Femenina y enlace con el ministerio de educación. A una edad muy avanzada, decidió dejar constancia escrita de sus vivencias. Murió en Barcelona el 20 de enero de 2005.

Hablamos ahora de Núria Pla i Montseny (Barcelona, ​​1915-2011). Hacia el año 1930, sus padres, el doctor Ramon Pla (médico y científico) y Assumpció Montseny i Roca, decidieron mudarse a vivir al barrio del Guinardó (Barcelona). Se hicieron construir la casa junto a las dependencias del Institut Ravellat Prat, fundado por Ramon Pla. Ambas piezas se conectaban por dentro.

Ramon Pla había fundado el Institut Ravellat Prat en 1924 para combatir la tuberculosis. Políticamente comprometido, fue diputado del Frente de Izquierdas por Barcelona en febrero de 1936 y asistió a la última reunión de Les Corts en Figueres el 1 de febrero de 1939. Cuando estalló la guerra, probablemente debido a la gran mansión que poseía temía una reacción de los llamados incontrolados y se exilió primero en Bélgica y después en Francia; su esposa y su única hija Núria se marcharon a la zona nacional, concretamente a Burgos, donde permanecieron hasta el final de la guerra. Allí Núria Pla se casó con Alfonso Carro Crespo (fiscal franquista) y se afilió a la SF (en 1938 ostentaba el cargo de secretaria de la organización).

En 1940, una vez terminado el conflicto, de vuelta a Barcelona, ​​Núria Pla terminó sus estudios de medicina. El Estado franquista le cedió la propiedad del Instituto, premiando su fidelidad al régimen (la actividad comercial se mantuvo hasta 1980 en que la licencia no fue renovada por el Ministerio de Sanidad y Seguridad Social).

Núria Pla hizo una vida recluida y solitaria desde la muerte de su marido en 1989, sin hijos ni familia directa no salía o lo hacía poco con alguna amiga, o para ir a misa en una iglesia no muy lejos de su casa.

La finca y los edificios que contiene fueron cedidos al Ayuntamiento hace ya muchos años, y se ha hecho un parque público. Ella siguió viviendo en calidad de usufructuaria hasta su muerte en el 2011.

Formar y adoctrinar a las mujeres

Tras el Decreto de Unificación, norma jurídica promulgada el 20 de abril de 1937 por el general Franco en Salamanca, se fusionaban bajo su mando los partidos políticos Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FE de las JONS) y la Comunión Tradicionalista, creándose un nuevo partido único con el nombre de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS). Mediante este decreto, SF de Barcelona pasó a reunir un gran número de afiliadas y se convirtió en la organización femenina más importante de la España franquista. En este proceso no debemos olvidar la figura de las arribistas, es decir, de aquellas mujeres que vieron el ingreso en la SF como una forma de promoción personal, puesto que ser miembro del partido abría muchas puertas, algo especialmente útil en tiempos tan difíciles como lo fueron los de la posguerra.

Catalanas en la “Zona Nacional”

Frustrado el levantamiento de los rebeldes en 1936 en Barcelona, ​​la importancia de la ciudad condal en todos los aspectos hizo que el mantenimiento de focos rebeldes en otras localidades catalanas fuera impensable y las tropas rebeldes que se habían sublevado en Lleida, Girona, en Mataró y en Figueres volvieron a sus cuarteles. Tarragona se había mostrado indecisa, pero enseguida se rindió.

En parte como consecuencia de la acción de los incontrolados, ya desde el primer día posterior al 19 de julio de 1936 se inició el éxodo de catalanes. Dentro de este grupo se encontraban personas que se sentían amenazadas (religiosos, industriales y afiliados a los partidos de derechas, entre otros). Primero se marcharon al extranjero (principalmente a Italia y el sur de Francia), pero después entraron en España, en las zonas donde el alzamiento había triunfado, a la llamada “Zona Nacional”. La organización catalana en esta zona apareció dos meses después de comenzada la guerra en Burgos, donde se creó la Jefatura Territorial de Cataluña. La Territorial pronto se extendió por otras ciudades españolas que estaban bajo el control de Franco y María Josefa Viñamata se convirtió su representante en todas ellas. Esta falangista estaba tan bien valorada que la organización la trasladó a Salamanca con el encargo de trabajar con Pilar Primo de Rivera. Adolf Hitler tuvo un encuentro con ambas en abril de 1938.

La mayoría de los catalanes que llegaron a la “Zona Nacional” eran de procedencia social media o alta, personas que pertenecían a familias conocidas del Principado. El sector dominante llegaba de Barcelona, ​​aunque un 20% eran leridanos. Todo indica que el falangismo recogió a aquellos sectores de la colonia catalana más españolistas, mientras que el carlismo encuadraba a los procedentes del catalanismo. En estas zonas controladas por los rebeldes Falange Española de las JONS experimentó un gran crecimiento y se convirtió en el primer movimiento político en número de efectivos. Aunque en menor proporción también creció mucho la Comunión Tradicionalista. Una de sus ramas” compuesta por mujeres eran las llamadas Margaritas.

La nueva organización instalada en Burgos, la Jefatura Territorial de Cataluña, postuló la realización de una revolución nacional y la construcción de un estado totalitario y corporativo, como lo hacían los falangistas en toda España. Como suele ser común en los discursos fascistas y de extrema derecha, ponía énfasis en la retórica obrerista. Se esforzó por dar a conocer su actitud hacia el “problema catalán” (era radicalmente anticatalanista y antiautonomista). Sin embargo, era partidaria de un respeto por la idiosincrasia catalana (en tanto que producto de la diversidad española), con la que pretendía desmarcarse de otras opciones ultraderechistas españolistas.

Unos datos: las mujeres catalanas falangistas refugiadas en la España nacional afiliadas a la SF llegaron a sumar entre 1.500 y 2.000. En total, la colonia catalana refugiada en España nacional la formaban unas 20.000 personas.

Mujeres catalanas relevantes en la nueva organización fueron, entre otras y además de Josefa Viñamata, Casilda Cardenal de Salas (viuda de guerra y una importante jefa de la SF barcelonesa); Maria Rosa Conde Genové (viuda de Garriga-Nogués, de la estirpe de los Conde, propietarios de los Almacenes El Siglo); Carmen de Ortueta de Salas (primera mujer que ingresó en la academia de Extremadura en 1982 y ofició como Tesorera entre 1983 y 1991).

En la plantilla del personal de la delegación Territorial de Cataluña de FET y de las Jons en Burgos ocuparon varios cargos las siguientes mujeres catalanas: María Josefa Viñamata Castañer (delegada), Montserrat Romañá Pujo (secretaria), Ángeles Berrondo Martínez, Beatriz Cajas Suñer, Esperanza Cordón de González Rubio, Isabel de la Llave Vallarino, Eulalia Calsina Gispert, Mercedes Egozcue Gironella.

Otras mujeres que ocuparon cargos en la SF de la Zona Nacional de Burgos fueron: Casilda Ampuero Urruela (murió en Madrid el 1 de abril de 2014, su marido era Juan Luis Líbano, Coronel de Infantería y Caballero Maestrante de Sevilla Marqués de Varela de San Fernando); Asunción de Llanza Bruguera (nació en Badalona, ​​en el castillo de Godmar, en 1912, y murió en febrero de 2015, viuda de Antonio Marugán Verderol); Encarnación Tohá (fue concejala de prensa y propaganda); Elvira Arrufat Griñó (primera secretaria provincial de la SF en 1939); Ángeles Berrondo Martínez, Josefina Lupo, Pilar de Segarra, Eugenia Matons, Carmen Borrás, Mercedes Ferrer, Pepita Duran, Montserrat Gual Mora, María Rosa Conde y Josefina de la Mata.

La Sección Femenina en Lleida

Todo indica que cuando la SF se fundó en Cataluña las mujeres falangistas en Lleida debían de ser inexistentes. Solo había pequeños grupos formados por mujeres afines a Falange. La situación cambió después del 3 de abril de 1938, cuando, en el contexto de la guerra civil, las tropas del ejército franquista tomaran el control de la ciudad. Durante tres días hubo una cruenta batalla urbana, calle a calle y edificio a edificio, que se saldó, según algunas fuentes, con más de 2.000 muertes entre los dos bandos combatientes. Cuando ya se anunciaba la caída de Lleida, hacia allí salieron dos mujeres de Jefatura Nacional, y justo entonces entraron las tropas franquistas.

Dos días después, las mujeres derechistas que no se habían marchado con la entrada de las tropas se reunieron con las falangistas Laly Ridruejo (hermana de Dionisio Ridruejo, miembro temprano de la Falange), y Maria Teresa Gomà, que se ocuparon de la organización de las tres secciones mediante las cuales el franquismo pretendía integrar a la mujer -Auxilio Social, Frentes y Hospitales y Sección Femenina-. Al cabo de pocos días, ambas fascistas estuvieron en Alpicat (Segrià), donde residía temporalmente la familia Piñeiro Miarnau, y dieron provisionalmente el cargo de delegada provincial de Falange a Isabel, la hija pequeña de la familia (posteriormente fue para Elvira Arrufat Griñó, y el 1939 ya fue definitivo para Isabel Piñeiro hasta el año 1978).

Hagamos ahora un esbozo de la biografía de la dirigente falangista Isabel Piñeiro Miarnau. Hija de un militar, probablemente llegó a Lleida con la ocupación franquista procedente de Galicia. Pertenecía a una familia y a un entorno inequívocamente falangistas. Hermana de Juan Piñeiro Miarnau, abogado falangista policía de profesión y popular y polémico periodista del diario local La Mañana durante muchos años, en 1941 marchó a luchar en el frente soviético como integrante de la llamada División Azul. Durante los primeros años del franquismo, Isabel Piñeiro protagonizó numerosos enfrentamientos con las militantes procedentes de las filas carlistas, hasta que acabó expulsándolas de la SF. Sin desmarcarse de la dependencia orgánica y la obediencia a los miembros masculinos del Movimiento, se puso fielmente al servicio del Estado franquista durante todos los años que estuvo al frente de la Falange femenina provincial. En 1943 Pilar Primo de Rivera le otorgó la máxima condecoración de la SF de la Falange: la «Y» roja individual por sus servicios prestados en el frente. Su larga e intensa trayectoria al servicio del régimen franquista le dio una identificación plena entre la Falange femenina y su persona, a la vez que se convirtió en uno de los pilares más emblemáticos en el ámbito local.

Otra mujer muy importante en la Lleida franquista, Consuelo Franco de Gaminde, formó un tamden indisoluble con Isabel Piñeiro durante toda la dictadura.

Unos datos: el año 1938, 122 mujeres ingresaron en la SF femenina de Lleida y en un año esta cifra aumentó hasta 226. La mayoría de las falangistas de las que se tiene constancia eran de extracción de clase media o alta. Muchas eran hijas de profesionales letrados o relacionados con el estamento militar. En general, eran muy jóvenes, muchas seguían estudios. Pero había quien trabajaba. La actividad profesional más frecuente en el cuerpo de funcionarias afiliadas a la SF era la de maestra.

Muchas de estas mujeres que se afiliaban a la SF de Lleida tenían lazos con los miembros masculinos de Falange. Muchas eran viudas de guerra o chicas solteras a las que se les había muerto el marido o el novio a causa de la guerra ya fuera en la frente o fusilado.

Según explica la historiadora Antonieta Jarne, un grupo de estas afiliadas dedicaron su actividad al servicio del aparato de FET y de las JONS, ya fuera como militantes activas de la Falange femenina, ya como trabajadoras en las distintas secciones que integraban el Movimiento. Además de Isabel Piñeiro y Consuelo Franco -que ocuparon los cargos de mayor responsabilidad en la SF- deben citarse las hermanas Abinzada Puntas, las hermanas Moliner Bacardía y Ángeles Canals, que centraron sus ocupaciones en el Auxilio Social (Ángeles Abinzada Puntas llegó a delegada provincial en años posteriores); Josefina Ormo Artigues -delegada provincial de Cultura-; de Núria Vilaplana Miarnau -delegada Provincial de la Hermandad de la Ciudad y Campo- de Vicenta de la Cruz Aladren -delegada provincial de Divulgación que formó parte de las falangistas que entró con las tropas franquistas en abril de 1938 y, durante los meses siguientes tuvo una destacadísima actuación como enfermera-; de las hermanas Falcó Solsona -una de las cuales, Rosa, sucedió en 1940 a Conxita Pérez en la delegación local-; de Lolita Piérola Cugota, con una destacadísima actuación en Juventudes y en los Coros y Danzas, y de Soledad Castellón Vives, delegada ambulante de la SF y posteriormente funcionaria de sindicatos. La afiliada Nicasia Sancho Colás consta como trabajadora en las oficinas de la Jefatura Provincial, y Teresa Consul Grau como funcionaria de sindicatos.

Para concluir

Desde su fundación en tiempos de la República, la SF hizo suya una ideología claramente antifeminista como reacción a ese nuevo tipo de mujer que había comenzado a aflorar en España que pretendía emanciparse por la vía del trabajo y de la cultura. Los principios defendidos por las mujeres falangistas encuadradas en la SF fueron: cuidar de los hijos, dedicarse a las tareas del hogar y obedecer a los maridos. En definitiva, hacer de ellas seres socialmente invisibles. Estos principios tradicionales acatados por una gran cantidad de mujeres, no se apartaban, sin embargo, del símbolo de la española tradicional, católica, sumisa y hogareña. Estos ‘mantras’ pasaban a todos los sistemas de difusión posibles: radio, libros, revistas, también, poco a poco, en los centros escolares, además de madres, abuelas y el resto de la familia. Pero no todas las mujeres perdieron visibilidad en el espacio público. Paradójicamente, las dirigentes falangistas tuvieron, sobre todo en la primera posguerra, un papel público destacado. Tenían poder político y social. Por otra parte, a la SF no le fue posible liquidar gran parte de la herencia feminista gestada durante muchas décadas y muchas mujeres, poco a poco, perdieron su invisibilidad. Además, hay que tener en cuenta que el salario del llamado “ganador del pan” no era suficiente para alimentar a muchas familias, y un gran numero de mujeres, de grado o por fuerza, se vieron obligadas a trabajar de asalariadas, muchas veces sin salario fijo.*

Soledad Bengoechea, doctora en historia, es miembro del Grupo de Investigación Consolidado “Treball, Institucions i Gènere” (TIG), de la UB y de Tot Història, Associació Cultural.

(*) Un trabajo sobre el tema previo a este artículo en:

BENGOECHEA ECHAONDO, Soledad: Trencant barreres. Dones pioneres a Catalunya al segle XX, Llop Roig. Llibres i Cultura i Tot Història Associació Cultural, 2022, pp. 199/208.

Agradezco a los profesores Joan Maria Thomàs y Antonieta Jarne sus indicaciones sobre algunos aspectos de este tema.


Fuente → serhistorico.net 

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