Carlos Saldise Korta, otro crimen impune de la Transición
Carlos Saldise Korta, otro crimen impune de la Transición
Angelo Nero
El asesinato de Carlos Saldise fue reivindicado por los Grupos Armados Españoles (GAE), una de las franquicias de la ultraderecha que actuaba, frecuentemente, con la complicidad de las cloacas del estado

 

Bucear en la hemeroteca de la Transición es sumergirse en un océano de titulares ensangrentados, puesto que si la dictadura se perpetúo durante cuarenta años con una represión que llenó las cunetas de cadáveres, se estima que más de 100.00, algo inaudito no solo en Europa, si no en todo el mundo, ya que a España le cabe el dudoso honor de tener el segundo lugar en número de desapariciones forzadas, solo por detrás de Camboya. Entre eses titulares, encuentro, uno publicado en el diario El País, fechado el 17 de enero de 1980, en San Sebastián, y firmado por Antonio González, que dice: “Un grupo de ultraderecha reivindica el asesinato del simpatizante de HB”.

La noticia relataba lo siguiente: “Las gestoras pro amnistía de Euskadi, representantes de organizaciones ciudadanas del País Vasco, junto a miembros de partidos políticos, estudiaban desde primeras horas de la tarde de ayer la posibilidad de convocar para hoy una huelga general en el País Vasco, como respuesta al asesinato de Carlos Saldise Corta, joven de 33 años, próximo ideológicamente a la coalición Herri Batasuna (HB), tiroteado en la madrugada de ayer en la localidad guipuzcoana de Lezo. El atentado mortal contra él, que era también miembro destacado de las Gestoras Pro Amnistía, ha sido reivindicado por las bandas fascistas agrupadas en torno a la organización autodenominada Grupos Armados Españoles (GAE). Un portavoz de este grupo ultraderechista informó telefónicamente al Diario Vasco que «seguirán ajusticiando a militantes o simpatizantes de la extrema izquierda mientras se continúe asesinando a miembros de las fuerzas de orden público, Guardia Civil o policía. Por cada uno», dice textualmente el comunicado, «cuatro, lo mismo simpatizantes que miembros de ETA».

Carlos Saldise, nacido en Pasai Donibane el 21 de marzo de 1947, era uno de tantos jóvenes comprometidos con su época y con su tierra, por lo que era muy apreciado en Rentería, donde vivía y trabajaba en una tienda de muebles de su propiedad. En los últimos años de la dictadura ya se había involucrado en la lucha contra esta, participando activamente en las Gestoras Pro Amnistia -ilegalizadas en 2001 por el juez Baltasar Garzón, en aplicación de la doctrina de “todo es ETA”-, y era también simpatizante de la expresión política de entonces del movimiento abertzale, Herri Batasuna -que también sería ilegalizada en 2003 en aplicación de la Ley de Partidos de Aznar-. Su compromiso social y político lo convirtió en diana de la ultraderecha, y recibió varias amenazas de muerte anónimas en su trabajo y también en su domicilio.

La crónica de Antonio González, para el diario madrileño continúa con esta relación de los hechos: “Carlos Saldise fue tiroteado a boca de jarro pasadas las doce de la noche del miércoles, cuando se disponía a subir en el ascensor a su domicilio, situado en el número 2 de la calle de Uralburu. La víctima se dirigía a casa en busca de una chamarra -la noche era sumamente fría- para reunirse después con una amiga que le esperaba cerca de su domicilio. El agresor dirigió a su víctima unas palabras para apretar inmediatamente el gatillo del arma, alcanzando con dos disparos a Carlos Saldise, que cayó herido de muerte y cuyo cadáver no fue levantado hasta pasadas las tres de la madrugada. Una segunda persona fue vista cuando huía en las inmediaciones, en compañía del agresor, y, según los primeros datos, pudieron utilizar en su fuga un R-5 de color rojo matriculado en Bilbao.”

El asesinato de Carlos Saldise fue reivindicado por los Grupos Armados Españoles (GAE), una de las franquicias de la ultraderecha que actuaba, frecuentemente, con la complicidad de las cloacas del estado, y que se atribuyó también el asesinato de Tomás Alba Irazusta, concejal de Herri Batasuna en el ayuntamiento de San Sebastián, el 28 de septiembre de 1979, y posteriormente el atentado del bar Aldama, en Barakaldo, donde una bomba se llevó la vida de Liborio Arana Gómez, Pacífico Fika Zuloaga, María Paz Armiño y Manuel Santacoloma Velasco, solo cinco días después de la muerte de Carlos Saldise.

Un informe de la Oficina de Víctimas del Terrorismo del Gobierno vasco, realizado hace diez años, contabilizaba más de setenta actos terroristas de grupos de ultraderecha en el País Vasco, en esa época, con 66 víctimas mortales, de los que solo en 17 casos hubo una sentencia firme. El asesinato de Carlos Saldise Korta quedó, como tantos otros de la Transición Sangrienta, impune, y su caso fue archivado a los tres meses. En ese mismo informe se señalaba “La complicada situación vivida en Euskadi tras la muerte de Franco y en los años inmediatamente posteriores se vio agravada por una violencia intensa, protagonizada tanto por ETA, que se negaba a abandonar las armas, como por grupos, unos incontrolados y otros bien organizados, de extrema derecha que actuaban con un importante nivel de tolerancia, cuando no de complicidad con importantes sectores de los aparatos policiales de la época. Los antes citados sectores políticos de extrema derecha y elementos vinculados a los aparatos de unas fuerzas de seguridad del Estado aún pendientes de democratizar y con una incuestionable motivación política sembraron el terror en determinados sectores sociopolíticos vascos, normalmente vinculados a la izquierda, y sobre todo al nacionalismo vasco, mediante actuaciones violentas que provocaron importantes daños materiales y personales, llegando a los asesinatos».


Fuente → nuevarevolucion.es 

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