Sedición contra la democracia
Sedición contra la democracia
Xavier Diez

 

Quizás algunos se deben recordar. En diciembre de 2010, en plena era terminal del gobierno socialista de Zapatero, y en un contexto de recortes salvajes (para rescatar la irresponsabilidad de los bancos con dinero público) la dimensión de retroceso en cuanto a condiciones laborales, salariales y derechos de los trabajadores va ser de una brutalidad extrema. Especialmente, tuvo que ser el sector público quien pagó la fiesta del estallido de la burbuja inmobiliaria, y que es el origen de la ola de reformas laborales y de pensiones regresivas, vigentes hoy, de degradación de la negociación lectiva, de los cientos de miles de desahucios, y del despido de una parte considerable de las clases medias. Y fue precisamente por esa época, que en un momento en que se apuntaba a la desregulación y dramática reducción de las condiciones laborales, los controladores aéreos dijeron lo suficiente. Convocaron una huelga frente a un conjunto de medidas draconianas impulsadas desde el gobierno socialista, contestada por un decreto de servicios mínimos abusivos. En esta situación, y como medida de presión, algunos no se presentaron a trabajar alegando problemas médicos, y otros que estuvieron allí se negaron a trabajar. Y fue cuando entonces les cayó un decreto de estado de alarma, que comportó la militarización del servicio (usando controladores del ejército del aire) y acusando de sedición a los participantes a la huelga ya los miembros de los sindicatos impulsores.

Doce años después, y después de un calvario judicial de los encausados, les ha llegado este año la absolución. Doce años que precisamente era la condena a la que se enfrentaban los cientos de acusados, de forma paralela a la posibilidad de que se lo tomaran todo por supuesta “responsabilidad civil”. Éste es uno de los casos silenciosos de los que no se suele hablar y que resulta muy significativo del tipo de estado delincuente que representa la España constitucional. Para cualquier teórico del derecho es obvio que se trataba de una protesta laboral y del uso constitucional al derecho de huelga, tal y como dictaminaron, con un retraso sospechoso, las diversas instancias judiciales que han fallado, hasta la imposibilidad de que el Estado pudiera volver a recorrerlas. En cierta medida, y dado que los acusados ​​eran controladores aéreos, que en el pasado habían dispuesto unas condiciones laborales y salariales de acuerdo con el nivel de responsabilidad extrema que deben soportar, el ataque, con cobertura mediática, fue muy bien orquestado por el estado profundo. Para quienes tengan un mínimo de memoria, esos fueron unos años convulsos, salpicados por un buen número de huelgas generales, movilizaciones sociales muy intensas, con presencia de trabajadores, sindicatos alternativos, estudiantes, grupos de jubilados o eclosiones como las Plataformas de Afectados por la Hipoteca. De hecho, pocos meses después de esa huelga arrancaría el movimiento del 15-M. Paralelamente, Grecia ardía. Las calles de París hervían. El mundo árabe asistía a un descontrolado estallido de rabia. Los indignados corrían arriba y abajo. Y los controladores aéreos, hábilmente dibujados como “privilegiados” se convertían en la diana ideal para escarmentar todo aquel tentado de participar en huelgas, especialmente en “huelgas salvajes”, aquellas que no respetan unos servicios mínimos cada vez más abusivos (y por tanto, que hacen estéril toda protesta), y suelen ser de mayor eficacia contra el poder. Someter a cientos de trabajadores a la tortura de la incertidumbre sobre su futuro ha supuesto una condena real de doce años (la pena máxima por sedición) que, en la práctica, acabó teniendo impacto en la mayoría social que vive de su trabajo .

Cuando pensamos en la sedición, efectivamente pensamos en el movimiento independentista, el único que ha representado una amenaza real de ruptura con el régimen del 39 . Por eso el estado (proveniente del 39) estalló con toda la furia represiva posible, y dado que las víctimas eran catalanas (como también lo habían sido controladores aéreos) había una voluntad deliberada de escarmiento que contó con la complicidad de los millones de idiotas que apoyaban sin pensar por un momento que un delito como éste constituye una destrucción de la democracia, con la que absolutamente todo el mundo (menos el palco del Bernabéu) queda absolutamente perjudicado. Porque sólo la garantía del derecho de huelga, como del derecho de autodeterminación, como el de expresión, son aquéllos que garantizan una convivencia ordenada.

Hace pocas semanas, la entrevista del diario El País a José Barrionuevo permitió dejar negro sobre blanco la condición de cloaca a cielo abierto que representa a España y su establishment . De la misma forma que fue el PSOE el responsable de la guerra sucia (ilegal e inmoral), también fueron socialistas los artífices de la represión contra los controladores aéreos, como un par de años antes, de la dura represión contra los estudiantes que protestaban contra el proceso de Bolonia, como los que fueron regalando dinero público a los bancos, como los que reprimían las protestas sociales de aquellos meses convulsos de 2010 y 2011. La derecha puede ponerse lo más histérica que quiera, que la represión bajo gobiernos socialistas ha sido, probablemente más intensa en cantidad y calidad que el propio Aznar o Rajoy. De hecho, el PSOE, pese a cierta retórica y algunas concesiones simbólicas, es el verdadero partido de orden del régimen monárquico actual (el del 39), que mejor sabe defender los intereses de un Estado que se afana por preservar los intereses de clase ( la aristocracia extractiva) y de nación (la castellana) y de grupo (las élites cerradas madrileñas). Y si es el gran partido del orden, lo es gracias a su sagacidad y maquiavelismo.

La reforma de la sedición (o su sustitución por altercados públicos agravados) es la típica jugada que permite confundir al público para transvertirse en demócratas lo que en realidad es un peligro involutivo . De lo que se ha podido averiguar hasta ahora, la propuesta de reforma juega con ambigüedad suficiente para mantener la presión represora, no sólo contra los más de 4.000 represaliados del proceso, sino para anticiparse a un previsible nuevo ciclo de protestas que podría estallar en cualquier momento debido al disparado coste de la vida, la insuficiencia de los salarios (especialmente entre los más jóvenes), los nuevos recortes, o el agotamiento del fondo europeo. Existen otros problemas especialmente graves, como la posible reconversión económica derivada de la cuarta revolución industrial que intensificará el proceso de destrucción progresiva de las clases medias. Y, a todo esto, en una época en la que las nuevas tecnologías y los algoritmos, que hace que cualquier individuo es estrechamente vigilado por cámaras o el uso de sus dispositivos móviles, el Estado puede recurrir a una represión arbitraria y (de momento) selectiva para desarticular toda posibilidad de protesta y abortar cualquier posible estallido de malestar.

No nos cansaremos de decirlo. La propuesta del PSOE es perversa , porque a la derogación de un delito propio de sociedades absolutistas como lo es la sedición (que simulan que va por el tema catalán) y su sustitución por la ambigüedad de los “desórdenes públicos agravados”, interés es crear una sociedad controlada y disciplinada con métodos que imitan a la dictadura china. En vez de derogar la ley mordaza, que es lo que debería hacer toda democracia mínimamente decente, y con la excusa de los independentistas (o de los controladores aéreos), existe la deliberada voluntad de acabar con huelgas, protestas o disidencia.

En este sentido, si en esta vida ya es suficientemente gordo ser malvado, mostrarse estúpido es directamente suicida. Por eso el posicionamiento de ERC no parece demasiado inteligente,… sino como aspirante a colaborador de este sistema perverso (con un espíritu claramente subsidiario). Y no sería de extrañar teniendo en cuenta algunas tendencias crecientes en los últimos años, como cierta incompetencia en sus políticas públicas y cierta obsesión por privatizar. Privatizar no sólo como ideología, sino como estamos viendo en el campo educativo, con toda la intención de favorecer a algunas empresas afines para poder reforzarse como “establishment” colonial, creando sus propias redes clientelares. Los demócratas decentes, no deberían dedicarse a marear la perdiz o hacerle el juego al que no duda en enterrar la democracia con cal viva, sino quizá sumarse a las protestas del 6 de diciembre , día de la constitucionalización del régimen del 39.


Fuente → revistamirall.com

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