Miguel Hernández. El poeta del pueblo, ejemplo de lucha contra el fascismo.
Miguel Hernández. El poeta del pueblo, ejemplo de lucha contra el fascismo.
Estéban Zúñiga

"(...) Dejemos el museo, la biblioteca, el aula
sin emoción, sin tierra, glacial, para otro tiempo
Ya sé que en esos sitios tiritará mañana
mi corazón helado en varios tomos.
 
Quitémonos el pavo real y suficiente,
la palabra con toga, la pantera de acechos.
Vamos a hablar del día, de la emoción del día.
Abandonemos la solemnidad.
 
Así: sin esa barba postiza, ni esa cita
que la insolencia pone bajo nuestra nariz,
hablaremos unidos, comprendidos, sentados,
de las cosas del mundo frente al hombre.
 
Así descenderemos de nuestro pedestal,
de nuestra pobre estatua. Y a cantar entraremos
a una bodega, a un pecho, o al fondo de la tierra,
sin el brillo del lente polvoriento. (...)".
 
(Miguel Hernández. "Llamo a los poetas", de su poemario "El hombre acecha" (1937-1939)
 
Parte de este poemario, fue imprimido en sus primeras odas en Valencia, mas la entrada de las fuerzas franquistas impedirían su publicación. Tendría que esperarse hasta el año de 1981, cuando -desde alguno de los muy pocos libros que se pudieron salvar- sería publicado gracias a la Diputación de Santander.
 
Su lucha por el Socialismo 
 
Era un 18 de septiembre de 1936, dos meses después del fallido golpe de Estado militar contra la República, cuando Miguel Hernández, acompañado por su cuñado Francisco Moreno Soriano, viajarían desde su Orihuela natal hacia Madrid, para poco después, Miguel Hernández alistarse como voluntario en el V Regimiento, conformado por milicianos y organizado por el Partido Comunista de España (PCE), y situado en la madrileña calle de Francisco Rodrigues. Destacando en su ficha de afiliación su pertenencia al PCE con el carnet nº 120.395. Su cuñado Francisco se alistaría en la Comandancia de las milicias populares de la calle Claudio Coello.
 
Miguel Hernández no pretende ser un poeta, un intelectual de retaguardia que se dedique a dar recitales y arengar a los soldados y milicianos en el más cercano o no del frente para luego dormir en casa, sino que quiere luchar contra el fascismo, con el fusil, el pico, la pala y la `pluma, desde su posición de agitador y animador, al lado de los defensores de su pueblo. Primero defendiendo Madrid, para luego combatir en diferentes frente como Andalucía, Extremadura, Aragón,...
 
El poeta oriolano llegaría a ser reconocido, sobre todo por los soldados y milicianos republicanos que convivían con él en el frente de batalla y que pertenecía a la misma clase que ellos, como el "poeta del pueblo" frente a una parte de aquellos poetas y artistas que se refugiaban en la retaguardia, utilizando versos rimbombantes y que escribían y hablaban de la guerra, totalmente alejados de la lucha directa contra los fascistas sublevados en armas contra la República.
 
Unos intelectuales y escritores burgueses, vestidos con el mono azul -adoptado por los milicianos republicanos como vestimenta de guerra-, que recibirían una ácida y amarga crítica, superando cualquier tibieza, por parte del poeta Juan Ramón Jiménez, en contraposición con la figura ejemplar del pastor oriolano:
 
"(...) los poetas no tenían convencimiento de lo que decían. Eran señoritos, imitadores de guerrilleros, y paseaban sus rifles y sus pistolas de juguete por Madrid, vestidos con monos azules muy planchados. El único poeta, joven entonces, que peleó y escribió en el campo y en la cárcel, fue Miguel Hernández (...)"
 
(Juan Ramón Jiménez. "Guerra en España", un compendio de cartas y reflexiones del poeta que seria publicado en 1985 gracias a la labor del poeta Ángel Crespo).
 
A finales del mes de julio de 1937 y en Valencia, participaría muy activamente y desde una posición critica, en el II Congreso Internacional de Intelectuales en Defensa de la Cultura, donde firmaría la afamada "Ponencia Colectiva" sobre el compromiso del arte en la lucha contra el fascismo y la necesidad de no perder tanto su nivel político como su calidad estética:
 
"(...) Pensamos en la función del artista, del escritor, íntima y forzosamente ligada al ambiente que la rodea y en posesión, por el hecho de nacer de un cúmulo de experiencias que el hombre ha conseguido, en otras ocasiones, de un modo definitivo, para el resto de la humanidad. Y hoy en España, junto a esa experiencia que late como en potencia en todos los instantes de todo el mundo, nos hallamos ante un hecho de tan alto valor humano que enriquece esta misma experiencia y que permite, además, la plena, positiva y consciente, incorporación de aquellos valores que en otro momento, sin este movimiento de espíritu, hubieran permanecidos latentes, verdaderos, pero inoperantes, como dormidos, y la revolución española es el despertar, no sólo a la historia, sino a la vida misma de esos valores. 
 
"El hombre se ha perdido a sí mismo", dice Marx. Y lo que hoy hace revolucionariamente es encontrarse a través de la intrincada maraña de perdición que es el capitalismo, que el hombre mismo había inventado precisamente, por terrible paradoja, para, en otro atolladero de su historia, poder continuar su camino. (...)
 
Basta, (...) haber estado en Madrid durante los dramáticos días de noviembre (se refiere a los primeros bombardeos sobre la capital en 1936) para saber que todo lo que ocultaba el hombre en cada hombre, todo lo que solamente era una costumbre doméstica, hábito empequeñecido, mezquindad cotidiana, ha sido superado por las necesidades de la lucha. Cada mujer, cada hombre, cada niño, se han sentido, en Madrid, con la muerte tan a su lado, que todo cuanto no fuese lo más elevado y noble de su conciencia, le resultaba un peso muerto, sin sentirlo. El hombre ha despertado y tiene conciencia de su despertar, sólo con ganar la guerra se afirmará y proseguirá un camino para el que pone impulso ganador en la lucha. (...)".
 
 
Después siguió su viaje a la URSS al final del verano de 1937, saliendo desde Valencia el 29 de agosto, con ocasión de la celebración del V Festival de Teatro Soviético de Moscú y formando parte de la delegación organizada por el Ministerio de Instrucción Pública de la República, liderado por el dirigente comunista Jesús Hernández. 
 
Siendo publicados por estas fechas su poemario "Viento del pueblo" por la editorial del Socorro Rojo Internacional en Valencia, su obra teatral "El labrador de más aire" y unas piezas breves contenidas en "Teatro en la guerra", en donde declararía que ante la toma de conciencia sobre la guerra y su obra creativa:
 
"No había sido hasta ese día un poeta revolucionario, en toda la existencia de la palabra y su alma."
 
La visita a la URSS supondría para Miguel Hernández un avance para ponerse al día en las técnicas teatrales soviéticas y por otro lado conocer "in situ" como se estaba construyendo el régimen socialista en un vasto país. 
 
Y además, desde su posición de poeta de las trincheras, animando a los milicianos y soldados de la República a hacer frente al fascismo, sería satisfactorio para él, el poder visitar a un país solidario y aliado con la República española. Dándose la particularidad de que quedaría muy epatado por la industria soviética, idealizando sobre el claro ejemplo que debería seguir el pueblo español tras el final de la guerra.
 
RUSIA

En trenes poseídos de una pasión errante
por el carbón y el hierro que los provoca y mueve,
y en tensos aeroplanos de plumaje tajante
recorro la nación del trabajo y la nieve.

De la extensión de Rusia, de sus tiernas ventanas,
sale una voz profunda de máquinas y manos,
que indica entre mujeres: Aquí están tus hermanas,
y prorrumpe entre hombres: Estos son tus hermanos.

Basta mirar: se cubre de verdad la mirada.
Basta escuchar: retumba la sangre en las orejas.
De cada aliento sale la ardiente bocanada
de tantos corazones unidos por parejas.

Ah, compañero Stalin: de un pueblo de mendigos
has hecho un pueblo de hombres que sacuden la frente,
y la cárcel ahuyentan, y prodigan los trigos,
como a un inmenso esfuerzo le cabe: inmensamente.

De unos hombres que apenas a vivir se atrevían
con la boca amarrada y el sueño esclavizado:
de unos cuerpos que andaban, vacilaban, crujían,
una masa de férreo volumen has forjado.

Has forjado una especie de mineral sencillo,
que observa la conducta del metal más valioso,
perfecciona el motor, y señala el martillo,
la hélice, la salud, con un dedo orgulloso.

Polvo para los zares, los reales bandidos:
Rusia nevada de hambre, dolor y cautiverios.
Ayer sus hijos iban a la muerte vencidos,
hoy proclaman la vida y hunden los cementerios.

Ayer iban sus ríos derritiendo los hielos,
quemados por la sangre de los trabajadores.
Hoy descubren industrias, maquinarias, anhelos,
y cantan rodeados de fábricas y flores.

Y los ancianos lentos que llevan una huella
de zar sobre sus hombros, interrumpen el paso,
por desplumar alegres su alta barba de estrella
ante el fulgor que remoza su ocaso.

Las chozas se convierten en casas de granito.
El corazón se queda desnudo entre verdades.
Y como una visión real de lo inaudito,
brotan sobre la nada bandadas de ciudades.

La juventud de Rusia se esgrime y se agiganta
como un arma afilada por los rinocerontes.
La metalurgia suena dichosa de garganta,
y vibran los martillos de pie sobre los montes.

Con las inagotables vacas de oro yacente
que ordeñan los mineros de los montes Urales,
Rusia edifica un mundo feliz y trasparente
para los hombres llenos de impulsos fraternales.

Hoy que contra mi patria clavan sus bayonetas
legiones malparidas por una torpe entraña,
los girasoles rusos, como ciegos planetas,
hacen girar su rostro de rayos hacia España.

Aquí está Rusia entera vestida de soldado,
protegiendo a los niños que anhela la trilita
de Italia y de Alemania bajo el sueño sagrado,
y que del vientre mismo de la madre los quita.

Dormitorios de niños españoles: zarpazos
de inocencia que arrojan de Madrid, de Valencia,
a Mussolini, a Hitler, los dos mariconazos,
la vida que destruyen manchados de inocencia.

Frágiles dormitorios al sol de la luz clara,
sangrienta de repente y erizada de astillas.
¡Si tanto dormitorio deshecho se arrojara
sobre las dos cabezas y las cuatro mejillas!

Se arrojará, me advierte desde su tumba viva
Lenin, con pie de mármol y voz de bronce quieto,
mientras contempla inmóvil el agua constructiva
que fluye en forma humana detrás de su esqueleto.

Rusia y España, unidas como fuerzas hermanas,
fuerza serán que cierre las fauces de la guerra.
Y sólo se verá tractores y manzanas,
panes y juventud sobre la tierra.
 
Volviendo a España, concretamente a Barcelona, el día 5 de octubre de 1937, tiene el firme propósito de renovar su compromiso con la defensa de la República y luchar contra el fascismo y la reacción:
 
"Al regresar a España volveré a las trincheras. Allí está mi puesto, allí está el lugar de cada español honrado que, no de palabra, sino de hechos, que se esfuerza por ver a su patria y a todo el mundo libre de fascismos."
 
Su estancia en la Unión Soviética, posteriormente ejercería una gran influencia en el desarrollo y crecimiento como persona, y como poeta de Miguel Hernández.
 
Estando ya en España, publicaría dos artículos en el periódico del PCE de Alicante que dirigía su amigo el periodista Antonio Blanca. Uno, el primero, salido el día 10 de diciembre de 1937, bajo el título de "La URSS y España, fuerzas hermanas", en el que escribiría:
 
"Al pisar tierras de la URSS volví a sentir sobre mi rostro y mi alma el viento humano respirado por los hombres que no olvidan su ser de carne y hueso, su materia primera ennoblecida por el contacto diario con el trabajo y la vida de los demás.
 
En los pueblos de la URSS como en los de España late un sentimiento familiar, fraternal de la vida, cegado en otros países, y en todos los del dominio fascista sobretodo, por un resentimiento de castrados incapaces de vivir con sus semejantes y sólo capaces de hacer arma mortífera de sus calamidades y defectos. Hitler y Mussolini son dos tipos representativos de esta casta de introvertidos que entienden que la vida es un sillón alto y aislado desde el cual se puede mirar con cejas de superioridad y dirigir desperciativamente el movimiento del mundo."
 
(Miguel Hernández. "La URSS y España, fuerzas hermanas". "Nuestra Bandera", 10 de noviembre de 1937).
 
Y un segundo artículo, once días después, el 21 de noviembre de 1937, bajo el título de "Hay que ascender las artes hacia donde ordena la guerra", de una marcada significación soviética en lo referente al realismo socialista.
 
En él reclama, como ante la realidad de la guerra contra el fascismo, se quedan todos desnudos y no valen ropajes de grandiosas resoluciones, alejados de la lucha en el frente, y se refugian en la falta de compromiso, y su alejamiento de la gravedad en la que se encuentra el pueblo español ante la agresión fascista.
 
MIGUEL HERNÁNDEZ.
"HAY QUE ASCENDER LAS ARTES HACIA DONDE ORDENA LA GUERRA".
 
(Fuente: "Nuestra Bandera". Órgano del Partido Comunista (SEIC). Año I - Nº 118 - Página 4. Alicante, domingo 21 de noviembre de 1937).
 
"A los hombres españoles que irremediablemente dedican su vida a la vida del arte se les ofrece una tremenda, inagotable y dura cantera de dónde extraer el mármol definitivo para su obra: la de esta guerra, la de esta vida que vivimos tan al desnudo en sus pasiones, en sus sentimientos.
 
La guerra, el gran acontecimiento, ya lo he dicho, desnuda tanto al hombre, que se le ve transparente en sus menores movimientos y rasgos. Ninguna materia tan perpetua para el hombre que hace arte como la de una Humanidad en plena conmoción, emoción, revolución de todos los valores morales y materiales.
 
Los hombres de la pintura, la escultura, la poesía, las artes en general, se ven hoy en España impelidos hacia la realización de una obra profundamente humana que no ha comenzado a realizar todavía. Yo veo a los pintores, los escultores los poetas de España empeñados en una labor de fáciles soluciones, sin el reflejo mejor e los problemas que la situación de este tiempo ha planteado. 
 
Advierto a estos hombres llenos de una frivolidad artística heredada de otros hombres, artistas de relumbrón, excéntricos en pintura, escultura, poesía, arte en general. Veo que los pintores temen a la pintura, la rehuyen y se entregan a juegos ya en desuso del cubismo y sus provocadores. A los escultores, a los poetas les sucede lo mismo. Les falta consistencia espiritual, formalidad que decimos. Veo que los hombres de España, con ambiciones creadoras, cierran los ojos y el corazón a la latente realidad que les rodea y les acosa, vestidos de un egoísmo de barrio sucio, impenetrable por una voluntad mezquina de serlo.
 
En medio de esta realidad han aparecido libros, revistas, obras de arte que demuestran lo ajeno que se encuentran sus autores a ella.
 
Pero mi confianza en el porvenir de España, me hace tenerla en quienes han de dar cauce bueno a ese porvenir, y espero que las artes empiecen a ascender hacia donde ordena el pueblo español victorioso y conmovido".
 

En el mismo nº 118 de "Nuestra Bandera", del 21 de noviembre de 1937, también se publicaría una entrevista, bajo el título de "Un poeta de España en la URSS", en la que "Miguel Hernández nos habla del V Festival de Teatro Soviético y de su fe en el pueblo español", mientras se encuentra:
 
"... entre nosotros disfrutando de un breve descanso bien ganado. Necesita reponer sus fuerzas. Pronto volverá a los frentes, donde ha luchado ya, fusil en mano, con "El Campesino" desde los trágicos días de Noviembre, ante Madrid."
 
Y a esos mismos frentes volvió. En los postreros esfuerzos, desesperados, en los últimos días de la guerra, en que, con muchos otros, como nos cuenta María Teresa León, quien escribe en su Memoria de la melancolía, dando cuenta de la tensión de los últimos días de la guerra: “Miguel iba a desaparecer también como había desaparecido Federico. Sentí mucha pena. Pocos días antes yo había discutido violentamente con él. […] Cañoneaban Madrid. Miguel Hernández, la cabeza rapada, todo sacudido por una rabiosa decisión, nos repitió: Me voy al frente.”.
 
Miguel Hernández pugnó por seguir resistiendo, sabiendo que era un militante comunista más, ante el mar del derrotismo, de la impotencia, de la esperanza, cuando cañoneaban Madrid.
Su odioso encarcelamiento y muerte nos alerta, como años después hicieron con Victor Jara, que la lucha contra la burguesía, el capitalismo, y el imperialismo, es una lucha por la libertad de la humanidad. Pues solamente con el socialismo, para los oprimidos de la clase trabajadora, la vida tendrá futuro, y triunfará: 
 
“Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan,
encima de los fusiles,
y en medio de las batallas.”
 
En uno de sus últimos poemas, “Eter na sombra”, confiesa su pesar por la oscuridad que ha caído sobre España, mas, a pesar de todo sigue hasta hoy, proyectando un mensaje, siempre de esperanza:

“Soy una abierta ventana que escucha,
por donde va tenebrosa la vida.
Pero hay un rayo de sol en la lucha,
que siempre deja la sombra vencida.”
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