¿A quién le extraña que los fascistas de Vox sean fascistas?

¿A quién le extraña que los fascistas de Vox sean fascistas?

Hace unos días el ya ex responsable de Vox en Alicante, Raúl Serna, reconoció que los miembros de la dirección de Vox tienen «todos los sitios repartidos». «Son gentuza que actúan en plan mafioso, pero han chocado conmigo y aquí tienen un problema» o la ínclita Macarena Olona (que busca su propio espacio en la extrema derecha) cuando denunció el acoso desde cuentas vinculadas a su antiguo partido Vox. «Es de película de terror, con loas a Hitler y ataques antisemitas», dijo.

¿Algo nuevo bajo el sol de cara? Nada. La extrema derecha campa a sus anchas y encuentra en lo que antes se llamaba franquismo sociológico, y ahora monarquía borbónica, su caldo de cultivo. Miles de -por ejemplo- policías y guardias civiles se sienten cómodos con Vox (por decirlo finamente) y esto conlleva que el orden lo vigilan ellos y punto. Las redes tiene cientos de cuentas desde donde machaconamente se dirigen mensajes fascistas fake a una sociedad que ya se encargó el régimen de anestesiar y desclasar.

Que una diputada de Vox, en este caso, Carla Toscano (la de la foto), diga fantochadas fascistoides y machistas en el Congreso de los Diputados no es de extrañar, están para eso. ¿O esperamos que sean educadas señorías conservadoras y punto? Lo patético es considerar que solo se les debe combatir desde una ley muy progresista y una rueda de prensa, y no plantándoles cara en las calles, en los centros de trabajo y estudios, dando fuerzas al movimiento antifa. Nunca se acabó con el fascismo desde las instituciones, ¿hace falta repasar la Historia?

En este sentido, no está de mas considerar las palabras de Clara Zetkin (comunista alemana) que espetó (era la diputada de más edad y le correspondió abrir las sesiones) en 1932 y en le propio parlamento lleno de nazis que:

(…) La impotencia del Parlamento y el todo poderoso gabinete presidencial son la expresión de la decadencia del liberalismo burgués que acompaña necesariamente el desmoronamiento del modo de producción capitalista. Esta decadencia se debe, enteramente, a la socialdemocracia reformista que se plantea, en teoría y en la práctica, en el terreno podrido del orden social burgués. La política del gobierno Papen-Schleicher no es más que la continuación de la política abierta del gobierno Brüning tolerado por los socialdemócratas, precedidos por la política de coalición de la socialdemocracia, que había abierto la puerta .La política del ‘mal menor’ confirmó las fuerzas reaccionarias que tienen conciencia de su poder y no ha sido capaz de hacerlo, y todavía no pueden dejar de engendrar el mal de todos los males: acostumbrar a las masas a la pasividad. Se les pide que renuncien a utilizar la fuerza que disponen en el exterior del parlamento. De esta forma, es el papel del parlamento en la lucha de clases del proletariado que también es reducido. Hoy, dentro de ciertos límites, es posible utilizar el parlamento para la lucha de los trabajadores, pero únicamente si se apoya sobre poderosas acciones de masas en el exterior de sus muros. (…)

Cualquier similitud con las actuales circunstancias no es pura coincidencia.


Fuente → insurgente.org

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