Rumores estratégicos del Octubre catalán
Rumores estratégicos del Octubre catalán 
Laia Facet

 

A veces, la concepción lineal del tiempo es poco útil para entender la realidad política. El calendario dice que hace 5 años del 1 de octubre de 2017, pero los rastros de aquella irrupción popular son tan débiles en la actualidad político-social que podrían haber pasado décadas. Los ecos del ciclo caracterizado por la impugnación del 15M y del Procés se han debilitado a un ritmo tan vertiginoso (¡tiempos líquidos!) que una mirada superficial nos hace pensar – parafraseando el último texto de Luxemburgo – que el orden reina en Catalunya.

¿Qué valor puede tener el 1 de octubre en el contexto de 2022? A las puertas de una (anunciada como nunca) gran crisis económica global que será un episodio más de una crisis civilizatoria cada vez más evidente y que tiene en su corazón los problemas crónicos de la acumulación capitalista… ¿Qué gafas necesitamos para aprender? El punto de partida es descartar la nostalgia autocomplaciente, la museización de los hechos y la mitología cegadora. Es más sugerente construir una memoria política del Octubre catalán conectada a la reapertura del debate estratégico.

El objetivo de este artículo es aportar una serie de pistas para estas discusiones estratégicas partiendo del balance del Octubre que aconteció y de los otros Octubres que habrían sido posibles. Aunque la historia ni grita ni ordena nada a las militantes de hoy, sí puede hacernos llegar rumores y señales para descifrar. Organizamos estos aprendizajes en dos niveles: por un lado, la intervención inmediata en la bifurcación política que se abrió entre el 20 de septiembre y el 27 de octubre de 2017 y, por otro lado, la acumulación previa del movimiento soberanista desde las Consultas Populares por la Independencia hasta el momento decisivo. En realidad, son planos absolutamente entrelazados, pero la división es un mecanismo para intentar explicarnos con mayor claridad.

La bifurcación de Octubre: el momento leninista del Procés

En este sentido, los Comités de Defensa del Referéndum / República quizás son la gran oportunidad perdida. Su constitución por iniciativa de la Esquerra Independentista y como continuidad de la dinámica de autoorganización entorno a la iniciativa "Escoles Obertes" implicó un giro en relación a las formas organizativas previas basadas en la delegación. Los CDR tenían el potencial de convertirse en una expresión organizativa destituyente-constituyente más amplia que las adscripciones ideológicas preexistentes a Octubre. Los Comités podían ir más allá de una identidad estrecha del independentismo y ampliar el efecto gravitatorio de sectores populares que se habían mantenido pasivos en la lucha por la autodeterminación a hasta ese momento. Sin embargo, de seguida se impusieron dinámicas de repliegue sobre los más convencidos. Los cambios en la conciencia se pueden acelerar en condiciones excepcionales como las vividas, pero las transformaciones en la forma de ver el mundo de la gente requieren paciencia, discusión y práctica.

La falta de preocupación por "dejar a gente atrás" o ampliar el propio campo está estrechamente relacionada con otros de los errores estratégicos (desde nuestro punto de vista) que se impusieron en el conjunto del movimiento y entre los sectores radicales. La visión mayoritaria de como derrotar al Estado se basaba en pequeños grupos conspirativos. Las bases de la ANC y Òmnium confiaban en que lo solucionara el Govern con "jugadas maestras" y dentro de los CDR se pensaba en grupos salidos del propio movimiento. En ambos casos se trataba de una acción minoritaria y envuelta en secretismo. Por ejemplo, hubo reuniones dónde se confeccionaron sofisticados planes para evitar que la Guardia Civil pudiera salir de Barcelona con Puigdemont detenido bloqueando las carreteras. Es una forma de pensar la política emparentada con cierta tradición del nacionalismo catalana insurrecionalista de inicios del Siglo XX.

Es verdad que el fuerte compromiso de algunas personas fue clave en la ejecución del referéndum y juega un papel en todas las revueltas exitosas. De todos modos, la principal fuerza de un pueblo que se enfrenta a un Estado es el número, ser muchos, ser incontables. El desarrollo del 1 de Octubre es un ejemplo de cómo las formas de lucha multitudinarias pueden colapsar la capacidad represiva y erosionar el consentimiento de la dominación. El Estado queda desnudo a los ojos de todo el mundo. Durante las semanas críticas hasta el 27 de Octubre no se apostó por seguir debilitando al Estado mediante procesos de masas. Por el contrario, la declaración suspendida del 10-O fue un frenazo que lo dejó todo en manos del Govern y facilitó un oxígeno muy valioso a la reacción, que ya se había manifestado el 8-O. No se puede obvia que, en la correlación de fuerzas existente, la Declaración de Independencia aunque no se hubiera "suspendido" era puramente simbólica y con más riesgo de alimentar la polarización identitaria que posibilidades de ser implementada en un control efectivo del país.

Sin embargo, había otros caminos posibles que no eran tirarse a una piscina vacía ni frenar en seco. Por ejemplo, una opción, que llegó a estar encima de la mesa de los partidos, era la convocatoria de asambleas locales constituyentes simultáneas días después del 3-O. Esta fórmula, o cualquier otra basada en el protagonismo popular, permitía ahondar en los procesos de autoorganización, mantener la iniciativa política y mejorar la relación de fuerzas. Obviamente el miedo de los partidos era perder el control y ser desbordados por la ebullición desde abajo.

Esta desconfianza hacia la plebe nos sirve parar llegar a la última potencia abortada de Octubre del 2017 que queremos plantear desde la perspectiva de la coyuntura. Como ya se ha comentado, el 1-O fue una impugnación a la dinámica de delegación y representación. Además, la materialidad del ejercicio del poder emerge en el debate con el boicot de los poderes económicos. La pérdida de legitimidad de un orden concreto no es suficiente para su desplome si no se desarrollan estructuras capaces de asumir las funciones elementales para que la sociedad funcione. En el momento de inflexión hubo pequeños intentos de desafiar el monopolio estatal del poder, si bien no llegaron a suponer un escenario de doble poder, abrían rutas inexploradas.

Cada movimiento cuenta. El camino gramsciano hasta el referéndum

Octubre expresó múltiples posibilidades tácticas y a la vez las limitaciones de todo un ciclo. La inflexión del Primero de octubre permitía mejorar la relación de fuerzas frente al régimen y aportaba combustible para reorientar el soberanismo en clave popular y rupturista. Aun así el independentismo y el soberanismo arrastraban una serie de deficiencias y problemas de fondo que no se podían resolver definitivamente en la coyuntura. La guerra de movimientos dejaba al descubierto la debilidad de las posiciones.

El octubre catalán se enfrentó al Estado con un movimiento independentista de matriz fuertemente plebiscitaria y construido sobre una ideología que rehuía el conflicto. Desde el 2012 la Generalitat hegemonizó el movimiento y el papel de los partidos del Govern fue determinante en su orientación política. El artefacto Junts pel Sí, las elecciones "plebiscitarias" de 2015 o las consecutivas jugadas maestras son un buen ejemplo. Simultáneamente, las principales organizaciones del movimiento confiaron toda la estrategia del independentismo a la acción del Govern. Se sedimentó una cultura política basada en el lobbismo, los hiperliderazgos, la falta de discusión estratégica en la base y una constante enunciación hacía la Generalitat combinada con una falta de praxis militante autónoma. Por cierto, un modelo de movimiento que emparenta a la ANC y Podemos muchos más de lo que puedan admitir los dirigentes de ambos espacios. En cualquier caso, la lógica plebiscitaria del independentismo ha hecho creer que toda dificultad estratégica es una prueba de traición y que el radicalismo verbal o la valentía de un líder particular puede resolver la falta de un movimiento de masas autoorganizado.

No cabe duda que la generación que emerge en el 2019, que participa de la revuelta en Urquinaona o después contra el encarcelamiento de Pablo Hasél, supera la ingenuidad del ciclo 2012-2017. La forma de manifestarse asume el choque con las fuerzas represivas del Estado como algo inseparable del conflicto político. Ahora bien, el radicalismo que se expresa desde 2019 hasta hoy se caracteriza por estallidos de rabia que no perduran en el tiempo. La falta de un colchón organizativo, de una cultura militante y de una transmisión colectiva de los aprendizajes de octubre deja huérfana de un horizonte estratégico a esta nueva generación. De hecho, el tejido popular, la autogestión, la acción sindical, la desobediencia civil, las cajas de resistencia, etc. siguen sin ser centrales en la estrategia. En una fase en que los tiempos se alargan, es cuando necesitamos cavar trincheras: dotar de continuidad al enfado y combatir el hastío.

La competición entre la vía del 15M y la vía del Procés alimentó una izquierda que se inhibía de la cuestión nacional y un movimiento independentista que ignoraba el programa social. La falta de un programa contra la austeridad impidió que el independentismo conectara con una parte de la clase trabajadora catalana. A menudo el Procés se ha relacionado con estos sectores, o bien, menospreciándolos o bien, con una vocación evangelizadora. Esta desconexión construyó un "pueblo del Procés" donde los sectores populares y obreros que sí son independentistas quedan estructuralmente minorizados dentro del movimiento. A su vez, una izquierda social y política que quiere ser mayoritaria en Catalunya no puede desentenderse de la cuestión nacional y de la defensa del derecho de autodeterminación. Incluso cuando parece que el orden reina en Catalunya.

Defender la esperanza en tiempos de aburrimiento

Como decíamos con anterioridad, la lucha de clases tiene días que valen por años. Por desgracia, también tiene años en los que no se avanza ni un día. Después de la derrota de Octubre se ha impuesto el lodazal electoralista. Los dos grandes partidos independentistas optan por caminos diferentes y no hay ninguno que lleve a la ruptura. Esquerra Republicana asume parte de las dificultades del ciclo anterior, pero las convierte en resignación e impotencia. Para ERC no hay otro horizonte que la gestión de la autonomía. En cambio, Junts per Catalunya insufla retóricamente vida al procesismo. La motivación es putamente electoral y Laura Borràs es el Frankenstein de un ciclo que se sabe cerrado.

Después de la derrota, el horizonte se desdibuja y la izquierda radical, las revolucionarias, andamos a tientas. Sin embargo, hay que andar sin resignación y sin quedar sepultadas en la nostalgia de tiempos más interesantes. Tras dar carpetazo al ciclo anterior, el debate estratégico se reabre y diferentes sectores coinciden en la necesidad de organizarse más y mejor.

La tarea actual que planteamos para el anticapitalismo – sea o no la más sexy – es la construcción de un polo social y político que se prepare para futuras oportunidades. Por supuesto esta preparación requiere de formación y debate estratégico, pero sobre todo necesita experiencias de organización de los malestares existentes. Transformar la angustia en luchas populares, el tedio en agitación y mejorar la implantación social de las organizaciones revolucionarias. Son tiempos de cavar trincheras sin abandonar la brújula.

También el ex-portavoz de la IAC y miembro de la redacción de Viento Sur, Marc Casanovas, reflexionaba sobra la entrada en escena del repertorio del movimiento obrero: MarcCasanovas48

Nosotras extraemos el fragmento publicado en Catarsi Magazín del ya citado libro de de Josep Maria Antentas: catarsimagazin.cat

Versión en catalán

  1. [1] La idea del espectro o los espectros de octubre se desarrolla en el libro homónimo de Josep Maria Antentas publicado por la editorial Sylone: sylone.org
  2. [2] El planteamiento de todo este párrafo está tomado de un hilo de Twitter de Brais Fernández: twitter.com/BraisRomanino
  3. [3] Para una explicación más desarrollada de esta concepción de los tiempos políticos inspirada en Lenin podéis leer este artículo de Daniel Bensaïd: marxists.org
  4. [4] El ex-diputado de la CUP y abogado laboralista Vidal Aragonés ha recogido en Twitter una serie de datos que permiten entender el impacto de la convocatoria: twitter.com/VidalAragones
  5. [5] En este artículo publicado en Jacobin América Latina, Stathis Kouvelakis expone su visión sobre la visión sobre la estrategia de la dirección de Syriza que condujo a la capitulación: jacobinlat.com
  6. [6] La expresión “utopia disponible” referida al Procés la popularizó Marina Subirats: lamaletadeportbou.com
  7. [7] Anxel Testas explica la dicotomia entre temps d’estructures i temps d’acció en aquest article publicat a a Viento Surr: vientosur.info
  8. [1]” contiene aprendizajes útiles para el nuevo ciclo.
  9. [2].
  10. [3] y horas que condensan oportunidades de décadas. En estos momentos decisivos deben evitarse dos errores que se relacionan en un efecto espejo: inhibirse por conservadurismo y disolverse en el movimiento sin ningún plan. En el primero de los casos, las militantes revolucionarias deciden no dialogar o directamente dar la espalda a un movimiento que rompe sus rutinas y se expresa en una gramática ajena a la que han conocido hasta el momento. En la segunda opción, el entusiasmo del acontecimiento lleva a las militantes a perder toda brújula para zambullirse en el tumulto sin orientación propia. Seguramente es fácil que cualquier militante revolucionaria catalana nos reconozcamos (aunque sea por momentos) en uno de los dos extremos respecto al 1-O y el Procés, así como respecto al 15M.
  11. [4]. En este contexto, la tarea era contribuir a desarrollar las potencias que ya se estaban expresando. Alimentar el movimiento tectónico de las posiciones de la sociedad catalana. El camino para hacerlo era sinuoso y escarpado, pero seguro que no consistía en subsumir el movimiento a intereses partidistas o de una corriente determinada. En su lugar se trataba de estirar la autoorganización hacia formas primarias de contrapoder, embriones de una nueva institucionalidad compartida para las personas partidarias de la ruptura y recuperar prácticas de la democracia obrera.
  12. [5], el Govern creyó que sus enemigos no lo destruirían. El independentismo no se preparó para un choque con el Estado porque no contemplaba la posibilidad de un choque (por ingenuidad o por cinismo). El independentismo mágico robó al movimiento la posibilidad de desarrollar el músculo suficiente para enfrentarse a la represión estatal y al chantaje económico. El tejido popular, la autogestión, la acción sindical, la desobediencia civil, las cajas de resistencia y otros elementos fundamentales para sostener el conflicto en el tiempo nunca fueron parte de la estrategia mayoritaria. En términos clásico diríamos que el ciclo anterior no tuvo una estrategia que incorporara, aunque fuera tímidamente, la disputa por el poder: fortalecer las instituciones de contrapoder y aprovechar la coyuntura de crisis general para transcenderlas en doble poder. Por desgracia, los intentos y advertencias de la izquierda transformadora quedaron, o bien, subordinados al independentismo mayoritario del Govern, o bien, impotentes por la falta de instrumentos propios para intervenir en el proceso de masas.
  13. [6] que compitieron en lugar de retroalimentar-se.
  14. [7] las grandes verdades parecen inamovibles, es difícil saber por dónde recomenzar y el peor enemigo de las revolucionarias es la apatía. El cambio de fase política impone una actitud defensiva y obliga a construir una alternativa con el viento en contra. Pese a ello, la memoria política de experiencias como el 1 de octubre debe servir para no repetir itinerarios que no llevan a ninguna parte. Hoy la crisis social y económica – sea en la actual forma de la inflación o una futurible recesión – ha desplazado el hecho nacional del centro de la discusión política. De todos modos, sería un error no entender que ambas esferas siguen ligadas. Sin soberanía popular no hay herramientas para enfrentar los retos sociales y económicos.

Fuente → vientosur.info

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