“Del
20 de noviembre del 1975 al 2 de diciembre del 1982, 137 personas
murieron por culpa de la actuación policial. Es muy significativo que
casi la mitad de las víctimas policiales son del País Vasco”.
“Alguna
cosa se hizo muy valientemente en relación a la Memoria en los primeros
años de la Transición, pero con la llegada de los socialistas al
Gobierno español y establecerse el felipismo, todo esto se paró”
“Que
sea una asignatura pendiente a estas alturas, que tengamos que estar en
2022, décadas después de muerto el dictador [Franco], todavía sacando y
dignificando víctimas del fascismo es una vergüenza”
“Los cuerpos
policiales durante los 80 bajo Gobierno socialista siguen torturando,
ya no con tantas víctimas mortales, pero torturan”
“La gente de la
UCD y los socialistas no se plantearon la depuración de los cuerpos
policiales; todo lo contrario: les mantienen, les ascienden y les
condecoran”
“Los 50 años que fija la Ley de Secretos Oficiales para conocer archivos oficiales es patente de corso a la impunidad”
Juanjo Basterra, kazetaria eta m. soziala * E.H
El
libro ‘Las otras víctimas. La violencia policial durante la Transición
(1975-1982)’ de David Ballester, ensayista y doctor en Historia
Contemporánea por la Universitat Autònoma de Barcelona, aporta un
análisis minucioso de los abusos y la violencia policial en lo que se
considera la Transición. Son 137 víctimas, que Ballester enumera y
analiza para dejar a muchos corazones helados y para situar a sus
perpetradores y quienes les dieron y les dan impunidad en el lado más
repugnante de la historia reciente y que algunos llaman democracia.
David
Ballester estará los próximos días 13 de septiembre en Vitoria/Gasteiz
en la sede de Martxoak 3, a las 19:00 horas, y el 14 de septiembre en
Bilbao en Zirika! Herri Gunea, a las 19:00 horas. Los interesados en la
adquisición de un ejemplar lo podrán hacer en estos actos y también a
través de la dirección: antifaxista.ekintza@gmail.com de Sare
Antifaxista.
“La Policía mataba a un ciudadano cada 20 días como
resultado de un exceso”, dice. Las torturas hasta la muerte en el “caso
de Almería”, de Joxe Arregi o del profesor Francisco Javier Nuñez se
encuentran recogidas, lo mismo que las muertes obreras del Tres de
Marzo, la del joven Germán Rodríguez en sanfermines, la ecologista
Gladys del Estal o del anarquista catalán Agustín Rueda. El doctor en
Historia admite que el 80% de las muertes por tortura se produjeron en
1981, durante el tramo final de esa supuesta Transición.
Según
Ballester, del 20 de noviembre del 1975 al 2 de diciembre del 1982, 137
personas murieron por culpa de la actuación policial. El 36,5% de las
muertes se produjo en Hego Euskal Herria. En Madrid fueron 22 casos; en
Andalucía, 19, y en Catalunya, 18 más. Recuerda en el libro que, a
pesar de “esa violencia policial, el exministro de Gobernación/Interior
entre 1976 y 1979, Rodolfo Martín Villa, explica en sus memorias que los
agentes de la Brigada Político-Social, creada por Franco en 1941,
fueron los mejores que había tenido bajo sus órdenes”.
También
recuerda “la famosa foto que tiene lugar en un mitin del partido único
celebrado en 1965 en Mota del Cuervo, un pequeño municipio del suroeste
de Cuenca: aparecen Fernando Herrero Tejedor, conocido falangista y
líder del Movimiento, y detrás tres jóvenes con la camisa azul. ¿Quiénes
son estos jóvenes? Adolfo Suárez, Martín Villa y Juan José Rosón. Es
decir, los dos hombres que, durante cinco de los siete años de la
Transición, tendrán en sus manos el ministerio de Gobernación e Interior
y Suárez, el primer presidente de la democracia”. Lo que para el autor
del libro ‘Las otras víctimas. La violencia policial durante la
Transición (1975-1982)’ es “algo inaudito, ya que no encontraremos en
Europa ningún caso en el que el primer presidente de una democracia haya
sido el último secretario general del partido que dominaba el régimen
anterior. La continuidad con el franquismo, por tanto, es evidente”.
Detrás de cada libro siempre, o casi siempre hay una historia, ¿cuál es la historia de este para meterte en este ‘fregado’?
En
este berenjenal, sí. Pues la historia es simple, publiqué hace tres
años un libro que se llamaba ‘Vidas truncadas’, que era un estudio de
casos de una docena y media de la violencia institucional, no solo
policial, sino institucional, en el tema prisiones en Catalunya. Para
contextualizar un poco el tema quise ver las cifras en el conjunto de
España.
Me
di cuenta que las obras de ámbito español, en este sentido, teniendo en
cuenta que siempre había sido un tema que me interesaba, según mi
criterio no respondían exactamente a lo que precisaba. No había un
estudio ni cuantitativo ni cualitativo de las victimas de la violencia
policial durante la Transición porque en las obras que existían, desde
mi punto de vista y en el libro creo que lo demuestro, tenían carencias.
Entonces fue esa necesidad historiográfica y la necesidad ya más como
ciudadano que como, incluso, historiador, de que estas víctimas tuvieran
este lugar en la historia. Me puse en el tema y le he dedicado unas
4.500 horas al estudio. Me ha llevado muchos años y muchas horas,
pandemia por medio, que me ha ayudado a hacer un monográfico hasta el
agotamiento para llenar este vacío que existía.
¿Qué esperas de este libro?
Lo
publiqué en mayo. Lo que espero básicamente es, en primer lugar, que
los familiares de las víctimas que lo lean se sientan reconfortados y no
tengan que ir con una mano en el hombro de no estáis solos, sino que
hay alguien que se acuerda de los vuestros, que hasta ahora no había
pasado, porque hay un vacío muy importante de memoria ante este tipo de
víctimas. Y en segundo lugar que, aprovechando que el libro ha salido
casi de forma paralela a la aprobación de la Ley de Memoria Democrática,
que sirva, de hecho va a servir porque en la presentación que se hizo
del libro en Madrid asistió el Secretario de Estado de Memoria
Democrática y así lo hizo público cuando intervino al final del acto, de
que el libro seria de utilidad a la hora de aplicar la Ley de Memoria
Democrática y nadie iba a dejarse en el tintero. Si consigo estos
aspectos que te digo de reconfortar a las familias y poner estas
víctimas en el tablero de la historia y que sea de utilidad a la hora de
aplicar la nueva Ley de Memoria Democrática me siento recompensado por
las horas y el tiempo invertido.
Hablas de la Ley de la Memoria
Democrática, 86 años después del Golpe fascista y 40 años de dictadura
de Franco, todavía no se ha cumplido con la Memoria, ¿por qué crees que
se está tardando tanto en reconocer a quienes murieron, muchos alojados
en cunetas, etc?
Esto sería objeto de una respuesta muy larga, ya
que de hecho esta inacción gubernamental, esta falta de políticas
públicas de reparación de las víctimas de la Dictadura…. Bueno mi libro
habla de las víctimas de la Transición, nos estamos saliendo un poco de
guión, ¿no? Es la suma de muchos aspectos: de cómo se hizo la
Transición, de lo que representa la Transición, del miedo de los
socialistas, que en su primera legislatura frenaron los tímidos avances
que se habían hecho. La gente lo desconoce pero en 1978, 1979 y 1980 en
España con muchas dificultades y con miedo se abrieron fosas. Algunos de
los que las abrieron tuvieron problemas con la Justicia. Por ejemplo,
una de las fosas que se abren en Cuenca y un execrable miembro de la
Iglesia, que era monseñor José Guerra Campos, en referencia a estos
primitivos intentos de dignificar a las víctimas, dijo una frase que
merece estar en todos los libros que dice ‘los perros no se merecen
descanso’.
A pesar de todo, alguna cosa se hizo muy valientemente
los primeros años de la Transición, pero con la llegada de los
socialistas al Gobierno español y establecerse el felipismo, todo esto
se paró. Y dice mucho de como se hizo la Transición, del tipo de
democracia que se estableció en España hasta que llegó el año 2000 en
que se exhuma la famosa fosa en El Bierzo, que es cuando llega lo que se
denomina ‘la generación de los nietos’. Con ese impulso proliferan las
entidades memorialistas, etc, pero toda esta inacción dice mucho de la
calidad democrática de España. Es evidente. Que sea una asignatura
pendiente a estas alturas, que tengamos que estar en 2022, décadas
después de muerto el dictador [Franco], todavía sacando y dignificando
víctimas del fascismo es una vergüenza.
Bueno, tu has introducido
el tema de la Memoria, pero volviendo a tu libro recopilas 134 casos
casos de violencia policial, ¿crees que hay más?
Son 137, más
algunos casos dudosos que se tendrían que ver a partir de más
información. ¿Más? Creo que pocos. En el apartado de la represión de
manifestaciones, lo daría por cerrado. En el caso de torturas, también,
incluyendo que hay varios casos de torturas que están en el apartado de
dudosos y sí en el apartado de gatillo fácil podrían aparecer más casos,
sobre todo, en los que denomino gatillo fácil social que está
relacionado con la delincuencia. Porque en aquel contexto de abusos
policiales constantes, lo más habitual era abatir a un delincuente,
aunque no fuera ni armado ni agrediera a los agentes, etc. Es una lista
variable, pero creo que el porcentaje de subir o bajar es mínimo.
Es
cierto que ya publicado el libro he descubierto un caso en Santander de
gatillo fácil, que se tendría que sumar, y un caso catalán, por
ejemplo. Gracias a un colega he descubierto el certificado de defunción,
que impone un poco de duda respecto a la causa final de la muerte, que
evidentemente fue herido por la policía, y este caso lo pondría en
dudosos. Se habla de una movilidad, pero no creo que se va a incrementar
de forma notable.
Te has quedado en 1982, pero tenemos en 1984 el
caso de la Bahía de Pasaia donde fueron ejecutados militantes de los
Comandos Autónomos Anticapitalistas.
Es un caso claro de gatillo
fácil. Hay más a lo largo de la década de los ochenta tengo
contabilizados bastantes casos, lo que ocurre es que me he acotado lo
que es el periodo de la Transición que, por decirlo de alguna manera,
historiográficamente el consenso sitúa el fin de la Transición en 1982.
En
mi libro, sí que cito, porque creo que es necesario, la evolución
posterior de los cuerpos policiales durante los 80 bajo Gobierno
socialista y comento que siguen torturando, ya no con tantas víctimas
mortales, que sí que hay un reflujo de las víctimas en la represión de
manifestaciones por el cambio de política que se adopta al respecto y
hay un decrecimiento, aunque los hábitos están muy arraigados y es muy
difícil de desmontarlos. De un día para otro, no puedes hacer una orden
interna a los cuerpos de Seguridad del Estado diciendo que a partir de
ahora se van a utilizar las armadas así o asá aplicando la normativa
europea al respecto, pero la tradición está muy arraigada. Entonces veo
que a lo largo de los 80 de manera lenta van decreciendo los caos de
gatillo fácil. Evidentemente, esto no se acaba de un día para otro. Que
yo acabe el libro en el 82 no quiere decir que los abusos policiales
acaban en el 82.
¿Mencionas a las torturas que sufrió Joxe Arregi y murió por las mismas?
Sí,
claro es uno de los casos de los cinco de torturas y cinco víctimas en
el ámbito de tortura que son: el profesor Francisco Javier Nuñez de 1977
en Bilbao. Los tres chavales de Almería y Arregi, claro.
Muy significativos, porque ya había avanzado la muerte del dictador, pero ¿esto no cambió?
Significativo
también que las cinco víctimas por tortura se produzcan en ciudadanos
vascos o relacionados con los vascos, porque a los tres chavales de
Almería los confunden con miembros de ETA. En el libro aporto cifras y
estadísticas en los cuales se pone de manifiesto en una gráfica de las
más significativas que utilizo como es relacionar la población de cada
ciudad autónoma, aunque existían las regiones pero he utilizado
comunidad autónoma porque el lector ya está mas relacionado con las
comunidades, donde relaciono población con víctimas. Y normalmente todas
las comunidades autónomas de España tienen un porcentaje de víctimas
inferior al de su población. Madrid ligeramente por encima, incluso
Catalunya está por debajo, pero a la hora de poner País Vasco y Navarra
vemos como el volumen de víctimas multiplica por cinco o por seis su
tanto por ciento territorial en referencia al conjunto del Estado. Es
muy significativo que casi la mitad de las víctimas en determinado
ámbito son del País Vasco. Las cifras son contundentes y determinan como
incidió la violencia policial en País Vasco.
En el libro, dices
que ‘más que una enumeración de las víctimas es un comportamiento cruel
de la Transición’, ¿eso nos retrotrae al franquismo, que seguía teniendo
los tentáculos muy introducidos en el sistema policial y político?
Claro.
De todas maneras, te puntualizo que hay un anexo en el libro que se
descarga mediante un código QR, en el cual hay una ficha detallada de
cada una de las víctimas. Esto no se había hecho nunca hasta ahora y ahí
he hecho más de 800 páginas de un anexo en el cual se puede descargar.
Y
en referencia a tu pregunta en concreto, evidentemente, esta violencia
policial responde a dos razones: una, a la perpetuación de unas
prácticas que emanan del franquismo pero, por otra parte, la falta de
voluntad de los dirigentes políticos, en el que UCD enmendó la plana en
ese sentido. Se perpetúa la policía franquista y con los hombres se
perpetúan sus métodos. Hay una inacción política muy importante a la
hora de atajar este tipo de conductas que se traducen en una serie de
arbitrariedades, abusos y una serie de víctimas, que es lo que reflejo
en el libro.
¿Se han depurado todas las responsabilidades de la violencia policial e institucional?
No,
para nada. Es uno de los problemas clave. En el libro doy cifras de los
policías que van a juicio. Y vemos como una una minoría muy pequeña van
a juicio y las penas que recaen sobre ellos son inexistentes, pequeñas o
ridículas. Se puede hablar claramente de impunidad, sobre todo en
aquellos agentes que perpetraron abusos estando de servicio. Porque hay
una parte de abusos policiales que se realizan por agentes que no están
de servicio. Los que estaban de servicio no hubieron de hacer frente, y
en algún caso, a sanciones disciplinarias de tipo interno. Otra cosa son
los agentes que borrachos en un bar que pudieron matar a algún
ciudadano, en algún caso pudieron recibir condenas, lo que no sabemos es
el grado de cumplimiento. En en algunos casos sabemos que fueron
amnistiados, indultados. Se puede hablar claramente de impunidad. Hay un
caso que es sangrante que es del guardia civil José Martínez Salas, que
mata en Tudela a Gladys del Estal. Fue condecorado por su “conducta
intachable” en el mismo Tudela una década después, sin haber pisado
aparentemente la cárcel y ya con el Gobierno socialista de Felipe
González, cuyo ministro del Interior, José Luis Corcuera, arguyó que
Martínez Salas estaba “rehabilitado”. Siguió en el cuerpo, donde
perpetró un crimen y fue condenado a pena de dos años, y no ingresó en
prisión. Mira si hay pueblos y localidades, hay diez mil pueblos y
municipios y van y lo condecoran en el mismo lugar donde mató y con un
Gobierno socialista (Felipe González) y José Luis Corcuera de ministro
del Interior. Esto ya roza el mal gusto y el sarcasmo, la falta de
sensibilidad fue muy absoluta.
Otra falta de sensibilidad de los
dirigentes democráticos respecto de la policía es que a ninguno de ellos
se le pasó por la cabeza cuando llegó la democracia disolver,
readaptar, cambiar y modernizar a los antidisturbios. Las compañías de
la Reserva General, las del pañuelo en el cuello, perduraron hasta el
año 1989. Refleja una falta de sensibilidad tremenda, porque los
antidisturbios no eran los únicos que protagonizaron barbaridades y
excesos, pero sí que eran la cara más represivas que se dotó el Régimen
para reprimir la conflictividad en la calle en las postrimerías del
franquismo. A nadie se le pasó por la cabeza que en una democracia estos
del pañuelo eran demasiado del pasado. Es más durante la democracia se
crearon nuevas compañías de antidisturbios de este tipo. Y solo cuando
estábamos en las vigilias de la Expo de Sevilla y de los Juegos
Olímpicos de Barcelona se dieron cuenta que tenían unas unidades
especializadas teóricamente en el control de masas, que serían
necesarias en esos eventos internacionales, pero estas unidades están
envejecidas y no homologables al contexto en el que nos vamos a
encontrar, y los cambiaron por la UIP. Hay una falta de sensibilidad muy
grande por parte de los dirigentes democráticos en todos estos temas de
índole policial que se traduce en una inacción y ésta se traduce a la
vez en la perpetuación de abusos y excesos. Es así.
Constatas en tu investigación que ha habido una represión brutal en ese espacio de tiempo, pero ¿después también?
Sí,
todo eso se explica en el libro, se perpetúa una forma que viene de la
dictadura con una manera de actuar, con una praxis determinada. Se
perpetúan en la democracia sin que los dirigentes políticos nada hagan
por cambiar en referencia a la negativa de la gente de la UCD y los
socialistas a plantearse la depuración de los cuerpos policiales; todo
lo contrario, les mantienen, les ascienden y les condecoran. Todo con
una responsabilidad muy alta.
Explico en el libro que ya avanzada
la primera legislatura de los socialistas, un grupo de antifranquistas
de Zaragoza envían una carta notarial a Felipe González y le dicen que
ellos “lucharon por la democracia, nosotros fuimos torturados y nos
torturó el tío que tu acabas de ascender”. Figúrate lo que dicen:
“nosotros luchamos para que fueras presidente del Gobierno y tu vas
ascendiendo a quien nos torturó. ¡Qué democracia es esta!”. Es un
documento de una crudeza extrema y muestra algunos aspectos de como se
hizo la Transición, con el tema policial con impunidad absoluta.
Para
ir acabando, hemos hablado de la la Ley de Memoria Democrática, pero
también está esta la Ley de Secretos Oficiales, que ahora se llamará Ley
de Información Clasificada, pero siguen poniendo trabas para que se
conozca todo ¿qué piensas?
Sigue la tradicional política
oscurantista de los gobiernos españoles en referencia al acceso a
determinada información muy sensible. Y se están colocando unos plazos
que claramente tienen un objetivo: que cuando se hagan públicos estos
documentos, las personas de los hechos que se reflejan en los mismos
hayan fallecido y no se les pueda reclamar sus responsabilidades. Es así
de claro.
Eso en una supuesta democracia no se permitiría, es un barco lleno de agujeros…
Claro,
claro. En Estados Unidos son 20 años. A ver, si tu sabes que lo que
haces se va a saber al cabo de 20 años igual te lo piensas dos veces. En
cambio, si tu sabes que lo que hagas va a quedar en el ostracismo ‘in
sécula seculorum’, quizás este freno no lo tienes. Lo norteamericanos
lo tienen claro de que lo que hagas se va a saber.
De hecho, para
conocer las andanzas del GAL y de Felipe González, etc hay que visitar
la Biblioteca de Estados Unidos donde es más fácil que aquí.
Claro,
es que hacerlo por 50 años es patente de corso a la impunidad. Va muy
en la lista de la tradición archivística española, esta cerrazón, este
oscurantismo, estas dificultades a los investigadores es así.
¿Estás trabajando algún otro libro?
Estoy
con un proyecto que empecé hace años de forma paralela, y ahora estoy
trabajando un libro sobre lo que vendría a ser una ampliación de este
capítulo del actual que acabamos de publicar dedicado a la policía,
analizando la difícil adaptación de la policía franquista a la
democracia. Sería eso. Aquí en España se toca muy poco, en otros países
europeos hay colegas que trabajan con toda naturalidad, también porque
tienen acceso a los archivos, a temas policiales. Aquí nos retienen los
temas ideológicos y la dificultad de acceder a los archivos es amplia.
No tiene título todavía pero analizará, por decirlo de alguna manera, la
larga sombra del franquismo en la policía española en la etapa
democrática.
Si quieres añadir algo estás a tiempo. Ya nos veremos en la charla en Bilbao.
Encantado
de ir a Bilbao y Vitoria/Gasteiz a presentar el libro, que son las
comunidades más damnificadas por la acción policial.
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