La nueva Ley de Memoria Histórica según el derecho 'democrático'
La nueva Ley de Memoria Histórica según el derecho 'democrático'
 Francisco Xavier Redondo Abal

El pasado martes 12 de julio, en un encuentro celebrado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander, el expresidente del Gobierno español, José María Aznar, calificó de “absurda” la nueva Ley de Memoria Histórica Democrática. El dictamen de dicha ley salió adelante en la Comisión del Congreso de los Diputados gracias al voto favorable, entre otros, del grupo parlamentario EH-Bildu y que acrecentó el "ardor guerrero" del exlíder del Partido Popular que, como una ola devastadora, dijo: "[La ley] es una tontería hecha por terroristas y consensuada con terroristas".

El plazo implica, por tanto, reconocer que cinco años después de la aprobación de la Carta Magna, en este país se estaban vulnerando derechos fundamentales de las personas, también por parte de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.

Cualquiera de los lectores que tuviera la osadía de hablar en los mismos términos sobre esta o cualquier otra iniciativa legislativa, sin duda terminaría en el banquillo y posiblemente condenado por un tribunal. En este caso no pasará nada y Aznar –el único miembro del trío de Azores, recordemos, que nunca tuvo una palabra de arrepentimiento por las mentiras dichas para invadir (y arrasar) Irak– saldrá ileso una vez más. De hecho, buena parte de los líderes populares cántabros que asistieron al acto de la UIMP aplaudieron efusivamente.

Aznar y Felipe González no creen que sea correcto que la futura ley reconozca a las víctimas de violaciones de los Derechos Humanos en un período de tiempo que va desde 1936 hasta 1983. ¿Por qué? Por respeto a la Constitución, como subrayó el exlíder de la formación conservadora. El término implica, por tanto, reconocer que cinco años después de la aprobación de la Carta Magna, en este país se estaban vulnerando derechos fundamentales de las personas, también por parte de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.

Exemplar orixinal da Constitución española de 1978 Dominio Público

Invocar á sacrosanta Constitución e trazar paralelismos coa orde pública e a unidade do Estado é un xogo perigoso que debería poñernos en alerta. Así se xustifican, por exemplo, os golpes militares, as persecucións ideolóxicas e a creba da convivencia e das liberdades

O problema non reside no conxunto do texto lexislativo que vai ser aprobado e pode resultar máis ou menos pertinente. Pouco importan, así mesmo, os avances ou as eivas contidas nos artigos da vindeira lei e as consecuencias que dela poidan derivarse. Moito menos relevante – malia o discurso aparente e falazmente defendido – resulta a negociación do texto e o acordo co grupo parlamentar vasco. O asunto principal e cara onde todo se dirixe, segundo Aznar, xira en torno ao que el mesmo define como “tener la casa muy en desorden” por culpa de determinadas leis, e a de Memoria Histórica Democrática representa unha delas. Ou dito doutra maneira: “España no está lo mejor ordenada posible” porque “se conspira a diario desde hace cientos de años [sic] para acabar con su unidad”. Tamén esta lei conspira, semella, contra a unidade do Estado. Porén, o devandito texto lexislativo – en realidade, a memoria per se – non debería prosperar. Así o cren na dereita “democrática”.

En definitiva, a desorde e a disgregación da unidade constitucional poden ser as resultantes dun texto legal que só reclama máis dignidade, máis reparación e máis verdade para as vítimas da Guerra Civil, do franquismo e da Transición, esta última tan idealizada e mitificada como exemplar e case perfecta.

Mucha atención y cuidado. Invocar la sacrosanta Constitución y trazar paralelismos con el orden público y la unidad del Estado es un juego peligroso que debe ponernos en alerta. Así se justifican, por ejemplo, los golpes militares, las persecuciones ideológicas y la destrucción de la convivencia y las libertades.


Fuente → praza.gal 

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