Otras víctimas de la violencia policial en el Bilbao de 1980

Domingo Hernando García y otras víctimas de la violencia policial en el Bilbao de 1980 / Angelo Nero

Domingo Hernando fue una de las 271 personas muertas por la policía y los cuerpos parapoliciales durante la Transición, en el periodo comprendido entre 1975 y 1981.

“Joven muerto en una discusión con un policía nacional”, así comenzaba el teletipo de la agencia EFE, difundido por el diario El País, en su edición del 31 de julio de 1980. La noticia, bastante escueta como solía ser habitual cuando se trataba de dar a conocer a la opinión pública una nueva víctima de la violencia policial, en lo que el escritor alicantino Mariano Sánchez Soler llamaría la Transición Sangrienta, decía lo siguiente:

“El policía nacional Rafael Cid Robles, perteneciente a la primera compañía de reserva de Logroño, es el presunto autor material del disparo que costó la vida al joven de diecisiete años Domingo Hernando García, en el enfrentamiento registrado el pasado martes en un bar del barrio de las Cortes. La autoridad gubernativa ordenó ayer el arresto inmediato de este policía nacional, y se han iniciado ya los trámites del expediente judicial, que determinarán las responsabilidades y sanciones que se deriven de las diligencias.”

Según otras fuentes, en la madrugada del 30 de julio de 1980, a la salida del club Yate, en Bilbao, Domingo Hernando, vecino de Otxarkoaga, que contaba con tan solo 17 años de edad, discutió con el policía nacional Rafael Cid, que iba acompañado por otro agente, y en un momento dado sacó su arma reglamentaria y le disparó en la cabeza, matándolo en el acto, dándose posteriormente a la fuga. Siendo detenido algunos días después.

La versión oficial, difundida por El País no tardó en destacar que: “El fallecido Domingo Hernando era un delincuente habitual con antecedentes policiales, entre los que cabe destacar varios robos, incluido el cometido el pasado 3 de julio, que ascendía a un millón y medio de pesetas en joyas.”

No hay noticias de que el policía Rafael Cid fuera procesado posteriormente, ni que se celebrara juicio alguno por el asesinato de Domingo Hernando, pero nos consta que no fue ni tan siquiera apartado del cuerpo. En el Boletín Oficial del País Vasco, aparece, con fecha de 29 de noviembre de 1995 una demanda a la Dirección General de la Policía, dependiente del ministerio del interior, interpuesta por Rafael Cid Robles, reclamando el reconocimiento de un trienio correspondiente al 5 de noviembre de ese año.

Domingo Hernando fue una de las 271 personas muertas por la policía y los cuerpos parapoliciales durante la Transición, en el periodo comprendido entre 1975 y 1981.

En septiembre de 1980, el mismo año en el que el policía Rafael Cid acabó con la vida del joven Domingo Hernando, también en el barrio de Las Cortes, se producía un grave suceso en el que se vería involucrado un agente fuera de servicio, tal como recoge el diario El País: “Un policía de paisano da muerte a una persona y hiere a otras tres”.

La noticia recogida por el diario del grupo PRISA decía: “La versión policial señala que a las 4.40 horas de la madrugada se produjo en la calle de La Laguna una reyerta entre un policía nacional, de paisano, y cuatro individuos. Un vecino, según las fuentes policiales, avisó al 091, dando cuenta de que un hombre estaba siendo brutalmente agredido por cuatro personas. Afirmaba el relato policial que el mismo comunicante informó que el agredido esgrimía una pistola, con la que efectuó un primer disparo intimidatorio, «que enardeció aún más a uno de los agresores, que sacó una navaja, en cuyo momento el que. iba armado efectuó vanos disparos».El hombre armado resultó ser un policía nacional, cuya identidad no ha sido facilitada, y del que se sabe únicamente que está destinado en la cuarta compañía, de guarnición en Bilbao.”

Curiosamente, como en el caso de Domingo Hernando, a los heridos “la versión policial imputa antecedentes penales”, aunque también hay que resaltar que el periódico dirigido por Juan Luís Cebrián, señalaba en la noticia: “Todas las versiones recogidas por El País en el lugar de los hechos contradicen la primera versión policial de los mismos, en la que se habla de «reyerta» entre un policía y varios «agresores con antecedentes penales», y cargan en la responsabilidad del policía todo el peso y consecuencia de los incidentes.”

En la madrugada de aquel 6 de septiembre de 1980, según el testimonio del propietario del bar Las Vegas, que contempló el suceso desde el principio: «Sentí voces cerca del bar y salí a ver lo que sucedía. En el cruce de las calles de La Laguna y de Las Cortes, a la altura del bar Corinto, un joven, como de unos veintitrés años, de paisano -entonces no sabía que era policía-, discutía acaloradamente con una mujer mayor del barrio, que está en la profesión desde hace muchos años y a la que abofeteó. Varios jóvenes, entre ellos una chica, se arremolinaron, y aquélla le increpó su acción. «No le pegue usted, ¿no ve que es una mujer mayor?», le dijo aquélla. Discutieron, y el policía le pidió la documentación, y ella, a su vez, le exigió que le enseñara la placa de policía. Este le dio a aquélla varios tortazos, y en un momento determinado sacó una pistola y se la puso en el cuello».

«Al ver que varias personas se acercaban a él recriminándole, el policía hizo un disparo al aire, hacia arriba. La gente le quería detener, pero él, que llevaba la chamarra enrollada en la muñeca y el brazo, sosteniendo la pistola, gritaba «Os mato a todos», impidiendo que se le acercaran. Luego salió huyendo por la calle de La Laguna haciendo disparos hacia la gente que trataba de acercarse a él para reducirle. Las personas que estaban en los alrededores corrían a esconderse en las esquinas. Por la calle de La Laguna se dirigió hacia la plaza de La Cantera y desde allí disparaba a las personas que le seguían, hiriendo a varias. El muerto, cliente de este bar, también fue herido y murió allí».

La persona que resultó muerta por los disparos del policía, presentó un impacto de bala en el hemitórax izquierdo, era Luis Quintana Monasterio, de 46 años de edad, casado y domiciliado en Barakaldo, pero natural de la localidad burgalesa de Santa María de Ribarredonda. Era trabajador de Babcock Wilcox, y militante del PSE-PSOE, también estaba afiliado al sindicato UGT. También era conocido por haber sido jugador el equipo de fútbol Barakaldo, y era considerado “una buena persona, que no era pendenciero ni se metía con nadie”. Uno de los testimonios recogidos en el lugar de los hechos, el de una camarera del bar Las Vegas, afirmaba también: «Hace veinte años que le conocemos, y eso que dice la policía de que era delincuente común, nada».

Otras tres personas fueron heridas de gravedad por el tiroteo del policía de paisano, según la información de El País: “Manuel María Urbizu Ortuzar, de veintiséis años, de profesión montador, domiciliado en Basauri (Vizcaya), con herida de bala en sedal, en el hombro izquierdo (pronóstico grave); Rafael Carrasco González, de veinticinco años, domiciliado en el barrio bilbaíno de Otxarkoaga, con herida de bala en el costado izquierdo (grave), y Juan Diego Bernardo Mogado, de veinticuatro años, domiciliado en el mismo barrio, herido en la pierna derecha, con fractura de tibia (menos grave). Todos los heridos evolucionan favorablemente y se encuentran, bajo custodia de la policía, a disposición judicial.”

A raíz del asesinato de Luis Quintana Monasterio, el diputado Carlos Solchaga, del PSOE realizó en el congreso de los diputados unas preguntas al ministro de interior Juan José Rosón, de la UCD, que derivaron en un interesante debate sobre la realidad de las torturas y la represión policial en Euskal Herria. Carlos Solchaga, que pocos años después formaría parte del gobierno socialista, como ministro de Industria y Energía, de 1982 a 1985, y de Economía y Hacienda, de 1985 a 1993, en los años, en el periodo en el que los GAL cometieron una treintena de asesinatos, se mostró así lucido:

“Mientras en el País Vasco se vuelva a producir, de manera prácticamente inevitable, sin que haya luego ningún castigo, situaciones como esta de detener a gente de manera equivocada, de atropellar sus derechos, de torturarles y someterles a vejación en las dependencias policiales (…), mientras estas cosas puedan ocurrir, siempre habrá alguien que tenga un banderín de enganche para ir en contra de las fuerzas de orden público en el País Vasco. Y mientras un ministro del interior, con los responsables de la policía y de las FOP, no estén dispuestos a acabar con esta situación, no estén dispuestos a hacer un grave castigo a aquellos oficiales o responsables de las FOP que crean un clima favorable a que se hagan abusos de poder, en estas transgresiones de lo que son las normas reglamentarias, le aseguro, que nunca podrá haber un sistema que permita la pacificación de aquel País.”


Fuente → nuevarevolucion.es

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