La derrota fascista de Guadalajara

En marzo de 1937, finalizada la batalla del Jarama, el Ejército golpista había quedado diezmado, por lo que recurrió a sus aliados italianos para que encabezaran el ataque que supondría la caída de Madrid según sus planes.

La derrota fascista de Guadalajara
Manuel del Valle

 El fascismo sufrió su primera derrota en Europa en 1937 en Guadalajara. Una victoria que la República no consiguió repetir en años posteriores, pero que fue clave para que los golpistas no pudieran tomar Madrid y que demuestra que el Ejército Popular sí era capaz de combatir de forma eficaz si se ponían los medios adecuados

La batalla de Guadalajara tiene varias consecuencias que a menudo suelen pasarse por alto. En primer lugar, fue una victoria crucial para la República, pues desbarató el avance sublevado hacia Madrid. Por otro lado, demostró la capacidad de combate del Ejército Popular (según el historiador Stanley G. Payne solo en Guadalajara el Ejército Popular pudo hacer un uso decisivo de su ventaja material), al igual que supuso la derrota del fascismo en el campo de batalla. Por último, fue en sí misma una guerra civil dentro de la Guerra Civil, ya que los italianos combatieron para ambos bandos.

Después del fracaso del Golpe de Estado de 1936, una cruenta Guerra Civil dio comienzo en España. El primer gran objetivo de los golpistas era tomar Madrid, pero el primer intento fracasó en noviembre en la ciudad universitaria. Tras ella, el segundo asalto se produjo en la batalla del Jarama a comienzos, la cual tampoco tuvo el resultado esperado. Ante esta situación se planificó un tercer intento. Los sublevados trazaron un nuevo plan, poner sitio a la capital por el Noroeste a través de Guadalajara.

En esta provincia se había producido la sublevación contra el gobierno de la República el 19 de julio, pero una columna de soldados regulares y anarquistas al mando de Cipriano Mera logró retomar la ciudad, sofocando la mal llamada “rebelión nacional”.

En marzo de 1937, finalizada la batalla del Jarama, el Ejército golpista había quedado diezmado, por lo que recurrió a sus aliados italianos para que encabezaran el ataque que supondría la caída de Madrid según sus planes. En España había por entonces 50.000 voluntarios italianos y Mussolini pensaba que si sus tropas intervenían en dos o tres batallas decisivas, la guerra finalizaría pronto. Para entonces su participación en la guerra había sido tristemente efectiva, puesto que la colaboración de la Italia fascista fue esencial para la caída de Málaga. Bajo las nuevas circunstancias, 35.000 de ellos participarían en la batalla comandados por Mario Roatta (estuvieron englobados en el Cuerpo de Tropas Voluntarias, CTV), junto con 15.000 españoles de refuerzo y una importante fuerza motorizada que contaba con los tanques FIAT Ansaldo y Ansaldo Lancia. Para que este contingente motorizado fuera efectivo se necesitaban buenas comunicaciones, ya que solo el modelo FIAT se desplazaba a través de orugas, mientras que el resto del equipo lo hacía por medio de ruedas, las cuales sufrieron frecuentes atascados en el terreno arcilloso de Guadalajara, puesto que aquel mes de marzo fue especialmente lluvioso.

FIAT Ansaldo: 6800 kg, arma principal un lanzallamas, velocidad de 43 km/h, autonomía 150 km, blindaje entre 6 y 40 mm
 

Mientras, la República reunió 25.000 hombres, en la mayor y más rápida concentración de tropas de toda la Guerra Civil. Fue así como entre el 21 de febrero y el 3 de marzo nació el Ejercito Republicano del Centro, compuesto principalmente con las tropas que habían combatido en el Jarama. El jefe del mismo fue el general Miaja, el cual contó con su Jefe de Estado Mayor el teniente coronel Rojo. Por tanto, el balance era de dos a uno en favor de las fuerzas franquistas. No obstante, la ventaja de la República se basaba en la supremacía aérea, ya que contaba con 200 aviones soviéticos que tenían su base de operaciones en las proximidades del frente. Además, había que tener en cuenta que las fuerzas republicanas disponían de unos 90 tanques soviéticos T-26, muy superiores a los italianos.

T-26: 9400 Kg, cañón principal de 45 mm, velocidad de 30 km/h, autonomía de 190 km, blindaje entre 7 y 16 mm
 

La ofensiva principal la llevarían a cabo los soldados italianos el 8 de marzo, compuestos por soldados profesionales y camisas negras, y apoyados en sus flancos por la División Soria del general Moscardó. El objetivo cardinal era romper el frente entre los pueblos Trijueque y Brihuega. La artillería italiana y la aviación de la legión, compuesta por 230 aparatos, se encargarían de bombardear las posiciones republicanas, mientras que los italianos con sus tropas blindadas atacarían la carretera que comunicaba ambas poblaciones con Guadalajara, pero debido a las intensas lluvias el ataque no alcanzó el impulso necesario y los atascos fueron la nota predominante. El mal tiempo también provocó que el bombardeo principal fuera insuficiente, puesto que las bases aéreas franquistas estaban más alejadas del campo de batalla y no contaban con asfalto, por lo que el barro impidió el despegue de los bombarderos. A pesar de ello, el frente acabó rompiéndose y el CTV comenzó a progresar.

Miaja reaccionó ordenando un contraataque llevado a cabo por el general soviético Pavlov con dos batallones de blindados. Por otra parte, la aviación republicana se hizo dueña del cielo desde el día 9 y atacó sin cesar a las columnas italianas, aunque estos habían avanzado 20 km en la carreta de Aragón y 15 en la de Brihuega.

En ese momento, comenzó una guerra de desgaste con el fin de frenar el avance de los sublevados. Los italianos atacaron Brihuega en una operación relámpago y acabaron tomando la población, pero la artillería republicana comenzó a bombardearlos incesantemente. Es en este contexto cuando se produjo la guerra civil dentro de la guerra civil, ya que la 12ª Brigada Internacional Garibaldi, compuesta de italianos, atacó a sus compatriotas sin miramientos produciéndose diferentes enfrentamientos entre el día 10 y el 12 de marzo.

Al mismo tiempo, el general Moscardó continuó avanzando hacia Madrid. El 11 de marzo el bando golpista tenía la impresión que su progresión era imparable. Sin embargo, la contraofensiva republicana se produjo al día siguiente, protagonizado por el 4º Cuerpo Republicano sobre Trijueque. El resultado fue que los fascistas italianos fueron derrotados y gran parte del territorio perdido fue recuperado, incautándose numeroso material de todo tipo. Los brigadistas italianos se habían alzado victoriosos frente a los hombres del CTV y los republicanos gracias al uso masivo de los T-26 lograron retomar los altos de Brihuega. En este punto, la artillería republicana podía barrer las líneas enemigas, a la vez que la aviación brindaba un apoyo fundamental a la infantería. Esta situación provocó la huía de los italianos en masa desde el día 13, sin ningún tipo de orden. La situación en esta parte del frente obligó a Moscardó a parar su avance.

Hasta el 16 de marzo hubo una relativa calma en el frente. Desde aquel día, la climatología mejoró, por lo que la aviación franquista pudo bombardear Guadalajara y Alcalá de Henares. Franco y su estado mayor aprovecharon esta calma para reestructurar a las divisiones italianas supervivientes, pero la iniciativa pertenecía por entonces a las fuerzas republicanas que se componían de casi 40.000 hombres. La aviación republicana por su parte, no se tomó ningún respiro y bombardeó a los italianos en las proximidades de Brihuega, mientras que los tanques soviéticos atacaban por el Este y Oeste, conquistando la población.

Como resultado más de 3.000 italianos huyeron desesperados. Al mismo tiempo la 12ª División Republicana atacaron a los hombres de Moscardó, que contaban con el apoyo de los italianos reorganizados, por lo que pudieron frenar el avance de las fuerzas republicanas.

El 23 de marzo la batalla finalizó con la victoria de la República, las tropas enemigas habían sufrido una importante derrota, los italianos tuvieron 400 muertos, 500 prisioneros y 1.800 heridos, mientras que la División Soria sufrió 800 muertos y 1.500 heridos. Las pérdidas republicanas no fueron menos importantes, ya que hubo 400 prisioneros, 2.000 muertos y 4.000 heridos.

Fuente: https://rutasbelicas.com/la-batalla-de-guadalajara-marzo-de-1937/
 

No obstante, la victoria fue total para la República desde puesto de visto estratégico, ya que Franco abandonó la idea de tomar Madrid y trasladó las operaciones al Norte peninsular. De esta manera, el frente se estabilizó por el km 97, donde las líneas de defensas apenas se modificaron por parte de ninguno de los dos bandos hasta la definitiva caída de Madrid de 1939.


Fuente → nuevarevolucion.es

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