República y democracia

El 14 de abril forma parte del patrimonio histórico y simbólico de la democracia española, se reconozca o no por los poderes públicos.

 

República y democracia
Isabel Burbano
 

Las conmemoraciones forman parte en la conformación de una sociedad, en su relación con el pasado, en su identidad y en su proyecto de futuro. Así, quienes sostenemos principios republicanos hemos reivindicado y reivindicamos el 14 de abril como momento no solo de memoria de la Segunda República, de reivindicación de las luchas por la democracia y de homenaje a quienes dedicaron su esfuerzo y sacrificaron su vida en esas luchas, sino también de reafirmación y de reflexión sobre nuestro proyecto social y político, sobre la alternativa republicana en España y en el mundo del siglo XXI.

La República de 1931 constituyó la primera democracia española, con sufragio verdaderamente universal y elecciones limpias. Una democracia protagonizada por la mayoría social, por unas clases populares que vieron a la República como el régimen del pueblo y que se movilizaron como nunca antes, participando en sindicatos y partidos, mítines y manifestaciones. La II República respondió protagonizando el mayor esfuerzo de modernización y reforma social que se había visto en la historia española, con los avances en la legislación laboral y la igualdad de la mujer, con la reforma agraria, con el reconocimiento a la pluralidad territorial, con la secularización y con el decidido impulso de la educación.

La democracia es algo que se construye, que se defiende y se practica a través de la participación consciente y activa de la ciudadanía. Hoy día, frente a la renovada amenaza de la reacción, del neoliberalismo, del neofranquismo, de los discursos del odio, la antipolítica y la xenofobia, es imprescindible un movimiento popular consciente y decidido y, en primer lugar, como siempre, de las clases trabajadoras.

Necesitamos realizar un avance democrático que supere los límites de nuestra democracia representativa, limitada por el asfixiante poder de los lobbies económicos y mediáticos. El gobierno del pueblo exige la participación de todas y todos en los debates sobre cómo organizar nuestra sociedad, sobre cómo promover un mundo fundado en los principios de la paz y la solidaridad internacionalista, sobre la construcción democrática de una economía al servicio de la mayoría social. Una economía que permita responder a los retos del siglo XXI, que no deje a las sociedades al capricho de las grandes corporaciones, de la especulación financiera, de estrechas elites alejadas del pueblo, de las catástrofes bélicas, sanitarias y medioambientales.


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