Una máquina de reprimir, el relato del primer franquismo en Valencia según una guía recién publicada

 Un libro recorre la ciudad de Valencia para explicar la huella del primer franquismo y resalta su represión, aniquilamiento y rapiña.

Una máquina de reprimir, el relato del primer franquismo en Valencia según una guía recién publicada / Esperanza Camps Barber

Guía de la Valencia del primer franquismo (1939-1948) , publicado conjuntamente por la Universidad de Valencia y la Universidad Politécnica de Valencia , es una radiografía pavorosa, sector por sector, ámbito por ámbito y barrio por barrio, de cómo el franquismo triunfal va entrar en la ciudad, la ocupó e hizo manos y mangas para cambiar su fisonomía. La maquinaria represora contra los desafectos con el nuevo régimen lo tenía todo muy previsto y planificado, y así fue como fue acompañada de todo tipo de actuaciones urbanísticas, culturales y sociales.

Una veintena de especialistas en diversas disciplinas se han encargado de describirlo para confeccionar un volumen que han coordinado Lucila Aragón , José Maria Azkárraga y Juan Salazar , los tres muy conocedores de cómo los tentáculos de hierro del régimen afectaron a la vida cotidiana de la ciudad. Tanto la pública como la privada. Quizás mucho más la privada, porque el régimen represivo supo cómo instaurar el terror fomentando la delación entre vecinos. Los tres son autores también de la guía de la Valencia de la república, entre 1931 y 1939.

Una guía contra la desmemoria

Este libro es una herramienta para fijar la memoria y va destinado a los ciudadanos interesados ​​en saber cómo era la ciudad cuando Franco consumó la revuelta. “Queremos ponerla al alcance de la gente, no está hecha únicamente para el mundo académico, sino para todo aquel que quiera conocer mejor ese período. Datos, hechos muy ligados a espacios de la ciudad”, explica Lucila Aragó.

Y es por eso que tiene forma de guía, a la manera de las guías turísticas, y por eso hay fotografías, recortes de prensa, reproducciones de dípticos y publicaciones de la época, y, por supuesto, mapas de localización, porque quien lo quiera pueda recorrer estos espacios y saber qué se hacía con ellos. Saber, por ejemplo, dónde se practicaba la represión. San Miguel de los Reyes, ahora sede de la Biblioteca Valenciana y de la Academia Valenciana de la Lengua, era una cárcel, y la plaza de Bous fue un campo de concentración. “Las tropas de ocupación hacen un llamamiento a los soldados republicanos para que vayan a la plaza de Bous, les dicen que no les va a pasar nada, pero los retienen allí unos meses. Muchos salieron en tren hacia sus pueblos, pero otros muchos los llevaron directamente a la cárcel”, explica Aragón .

También se relata la construcción de la cárcel Modelo, y cómo sirvió como un elemento más de propaganda, con la exhibición de fotografías del personal y de los presos, vestidos impecablemente de blanco, realizando ejercicios gimnásticos bien coordinados.

¿Cómo fue el primer día sin guerra?

En el prólogo del libro, la historiadora Dolores Sanchez Durá, especialista en memoria oral y escrita del antifranquismo, se pregunta cómo se vive el fin de la guerra. Qué le ocurre, a la gente de una ciudad, cuando entran los vencedores en el territorio que han conquistado con bombardeos y limpiezas de desafectos. Y, sobre todo, se pregunta cómo viven estos desfiles triunfales las personas que no simpatizan con las ideas de los ganadores. Para responder a esta pregunta, qué le ocurre a una ciudad ya sus pobladores al día siguiente de la guerra, se ha confeccionado este libro y se muestran sus materiales. Los desfiles multitudinarios, el orden y la marcialidad tanto de los participantes como del público alineado en las aceras.

Eran días de mucha incertidumbre y mucha preocupación. “Cuando llegan las tropas, los suyos salen a la calle, sólo los suyos, porque mucha gente no sabe cuál será su futuro y hay mucho miedo”, dice Lucila Aragó.

Lucila Aragó , socióloga, y ella misma víctima de la represión policial muchos años después, explica que el franquismo fue muy invasivo y recuerda que la primera decisión que tomó el ayuntamiento triunfante fue anular todos los acuerdos tomados por el ayuntamiento republicano. Esto significaba cambiar todo el nomenclátor de las calles para recuperar decenas de nombres relacionados con el santoral, con la aristocracia y con los militares que habían ayudado a Franco a ganar la guerra. “En los primeros días de la ocupación, hay anuncios en la prensa que recomiendan quitar cualquier cartel o recuerdo de la época anterior, y que si no se hace así, se pondrán multas. Piden a los porteros de las fincas que denuncien si en las casas hay gente que haya podido tener relación con los rojos. La ocupación del espacio es muy opresora”, dice.

El período que abraza el libro va desde “el año de la victoria”, en la denominación franquista, hasta 1948, que es cuando el régimen dio por terminado el estado de guerra. La guía habla de los principales poderes que hacen suya la ciudad: el poder político, la Falange, la iglesia. Existe también una descripción de los cambios físicos de la ciudad, como el urbanismo y la arquitectura.

3 de maig de 1939. Desfilada de la victòria franquista a València.

Marcar toda la ciudad

Sobre el papel de la iglesia, Aragón destaca que fue tan importante y ocupó tanto espacio, que todavía hoy quedan muchos vestigios. Y pone como ejemplo la cruz que existe en la Puerta del Mar, que era el lugar donde inicialmente los falangistas rendían homenaje a sus caídos. “Aquel sitio se convirtió en un espacio para la proyección y la glorificación del levantamiento, y más tarde se diseñó el monumento con la cruz. Había unas inscripciones que alababan a Franco, que se eliminaron con la llegada de la democracia, pero el monumento continúa en el centro de la ciudad.”

La penetración del franquismo en la ciudad llega al mundo laboral, a la sanidad, a la cultura ya la educación. Sobre todo, en la educación tan penetrada por el catolicismo, y gran herramienta para controlar las conciencias y educar, enderezar y eliminar cualquier intento de disidencia entre la población infantil. La profesora Carmen Agulló, que escribe el capítulo dedicado a esta materia, dice que la educación franquista patrocinaba la educación privada, la confesional católica, la patriótica, la pasiva, la clasista y la sexista. “Para deslegitimar y borrar la memoria de la educación republicana, se cambian los nombres de los centros educativos y de las calles, se cierran o depuran las bibliotecas mediante la quema o la desaparición de libros […], se incorpora el escudo con el águila imperial en las fachadas de los edificios docentes.”

Una web donde zambullirse

Esta guía forma parte de un proyecto más amplio que incluye una página alojada en la web de la Diputación de Valencia. Se pueden consultar y descargar contenidos complementarios en el libro, ya medida que se encuentran nuevos materiales o que se crean otros artículos y contenidos, se irán añadiendo. También hay documentos, como fotografías y vídeos. Puede leerse, por ejemplo, el programa del desfile de la victoria presidida por Franco el 3 de mayo de 1939.

O un documento tan estremecedor como la memoria de todos los objetos rapiñados de los locales y pisos de los republicanos. Literalmente dice: “Liberada Valencia por las Gloriosas Fuerzas Nacionales, uno de los primeros y más importantes problemas con los que se ha tenido que enfrentar fue el de la intervención de los locales y los pisos que habían sido abandonados por los rojos en su fuga precipitada. Quedaban, como cuerpo del delito, muebles, enseres, valores, joyas y todo tipo de objetos de valor reconocido, producto todos ellos del robo y el expolio, cuyo botín fue acumulado a expensas del cautiverio y la muerte de miles de españoles honrados”. Y los objetos eran cartesianamente ordenados y fotografiados. Una nave llena de pianos y radios. Una nave llena de máquinas de coser. Una nave llena de libros… También hay una lista de inmuebles. Y firma la memoria el alcalde, el barón de Cárcer.


Fuente → vilaweb.cat 

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