La Memoria laica: la Fraternidad Cívica

La asociación fue creada por iniciativa de Catalina García, viuda del presidente Nicolás Salmerón en el año 1916. Entre sus miembros estuvieron Clara Campoamor, Victoria Kent, Carmen Burgos Colombine, Miguel Morayta, o Jaime Vera, por nombrar a personajes destacados.

La Memoria laica: la Fraternidad Cívica

Eduardo Montagut

La Fraternidad Cívica fue una organización, muy poco conocida hoy en día a pesar de su reciente refundación, pero que tiene un lugar muy destacado en la Historia del laicismo y del librepensamiento en la España del siglo XX.

La Fraternidad Cívica fue fundada por mujeres, pero con presencia masculina. Su principal objetivo, aunque no el único, fue trabajar para que se reconociera y garantizara claramente el derecho a entierros, duelos y sepelios completamente laicos frente al monopolio que ejercía sobre la muerte la Iglesia Católica. Las mujeres que pusieron en marcha Fraternidad Cívica demostraban con su empeño y compromiso, además de esta lucha por los valores laicos, la injusta situación que padecía la condición femenina en la España del momento, relegada a un escasísimo papel público.

La asociación fue creada por iniciativa de Catalina García, viuda del presidente Nicolás Salmerón en el año 1916. Entre sus miembros estuvieron Clara Campoamor, Victoria Kent, Carmen Burgos Colombine, Miguel Morayta, o Jaime Vera, por nombrar a personajes destacados.

La Fraternidad Cívica realizó una importante labor por la dignificación del Cementerio Civil en Madrid, como fue llevar el agua en 1917, que permitió mejorar en la limpieza del espacio y en el mantenimiento de las flores. Los entierros laicos llevaban casi siempre una corona de flores de la Fraternidad. Los fallecidos y fallecidas que habían sido asociados portaban un “paño funerario” cubriendo el féretro. En mayo organizaban visitas guiadas al Cementerio Civil madrileño para enseñar, recordar y homenajear a los hombres y mujeres que habían luchado por el laicismo y por otras causas en favor de la libertad en España. También organizaron conferencias y veladas necrológicas en el Ateneo.

Pero su labor fue más allá, como su defensa del republicanismo o de los presos por cuestiones políticas, como lo demostraron con sus escritos en favor de los miembros del Comité de Huelga de 1917, los destacados líderes del socialismo español. Algunos de sus miembros, tanto mujeres como hombres, fueron masones o tenían relaciones estrechas con la Masonería, todo en el heterogéneo ámbito del progresismo español librepensador.

Por fin, se preocuparon de las necesidades de los vivos con la creación de una Sociedad de Socorros Mutuos. Es de destacar la aportación que realizó el doctor Simarro para ponerla en marcha.

La Fraternidad dejó de existir con la derrota de la República en la Guerra Civil.

Pues bien, por nuestra parte queremos recordar un acto que celebró la asociación en mayo de 1926, y que recogió El Socialista en su número de 18 de mayo de ese año, y que fue una de las visitas colectivas que se celebraban en la primavera. El acto tuvo lugar el domingo 16. La convocatoria reunió a varios centenares de personas a pesar de que, al parecer, el tiempo no acompañó mucho. Se pronunciaron varios discursos por parte de representantes de distintas organizaciones que, junto con las cartas de adhesión y la presencia de diversas personalidades, como veremos más adelante, reflejan la mencionada heterogeneidad del laicismo español. Habló un representante de la Sociedad “El librepensamiento” (Santana) y otro por parte de los evangélicos (Araújo), así como un tercero en representación de la Masonería (Barea). Por la Fraternidad intervino Consuelo Álvarez. Por fin, también habló Manuel Hilario Ayuso. Pero, además, se leyeron cartas de adhesión de Indalecio Prieto, Julián Besteiro y Marcelino Domingo, es decir, de dos destacados miembros del PSOE y de un activo representante del republicanismo progresista. Entre los asistentes había miembros de la Sociedad de librepensamiento citada, de las logias masónicas, de las organizaciones socialistas (Agrupación Madrileña, Grupo Femenino, Juventudes, Escuela Nueva, El Socialista, y de la Casa del Pueblo), de los Centros republicanos, de las Asociaciones Evangélicas, de la Sociedad “Amigos del Progreso” y, por fin, algunos miembros de las Escuelas laicas.

Los discursos se centraron en el elogio de los enterrados en el Cementerio Civil, cuyas ideas y compromiso debían servir de inspiración para los presentes, así como cantos a la tolerancia y fraternidad.

Se visitaron diversas tumbas donde se depositaron ramos de flores. En el mausoleo de Pi i Margall, desde cuya escalinata se pronunciaron los discursos, se colocó la enseña de la asociación. Es evidente que el protagonismo del acto fue de las mujeres asociadas en la presidencia del mismo. Allí estuvieron presentes las siguientes: Rosario Meca, Catalina Salmerón, Petra Ambite de Ayuso, Consuelo Álvarez, Rosa Cabrera de Iborra, Otilia Solera, Crisanta Coria, Jermiana Sáenz, y Obdulia Martínez. El único hombre que estaba en la presidencia fue Joaquí Pi y Arsuaga, el político, médico y periodista hijo de Pi i Margall.

El artículo terminaba haciendo un elogio de la asociación Fraternidad Cívica, resaltando cómo había cambiado el Cementerio Civil gracias a su labor. Pero también se informaba de su Sociedad de Socorros Mutuos. La Fraternidad contaba en esos momentos de mediados de los años veinte con 350 asociadas en Madrid y provincias. Por fin, informaba que había asociados hombres en concepto de socios protectores.

Además del número 5393 del diario socialista, hemos consultado sendos artículos de El País y Diario 16 sobre la Fraternidad. El primero es de Diego Fonseca en 2016, y el segundo es de 2017, y viene firmado por Paloma Mª García Zúñiga.


Fuente → nuevarevolucion.es 

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