“La desbandá” Una armada encañonando a quienes huían con bastones, alpargatas y harapos

"Desbandá” viene a ser desbandada en grado superlativo; éxodo forzado y desordenado.

“La desbandá” Una armada encañonando a quienes huían con bastones, alpargatas y harapos /

La lengua andaluza, cuando acabe naciendo por puro uso, explicará que un sustantivo de origen castellano acortado y agudo esconde tras de sí un aumentativo: “desbandá” viene a ser desbandada en grado superlativo; éxodo forzado y desordenado.

8 de febrero en Andalucía es vísperas de carnavales, o carnavales de Cádiz ya en años de “vieja normalidad”, es el frío y agua, a nuestra manera. Es decirle a nuestro sol, que habrá pocos en el mundo así, que “quillo, vete azomando que te echamoh de menoh y pagamoh musca lú”. Pero hubo peores febreros que “Ómicron” y “Virus” más inhumanos.

Febrero de 1937, 7 meses de guerra. Andalucía, ve como el gobierno electo en urnas lucha contra un levantamiento militar donde se aglutinan para repartirse lo que consideran suyo desde militares ultranacionalistas, jerarquías eclesiásticas, adinerados capitalistas, terratenientes, fascistas y hasta nazis…”Vienen a salvar y limpiar a España” pero la van a reventar.

8 de febrero, Málaga. Más de 150.000 personas malviven entre bombardeos y las penurias de una guerra a ellas van llegando hasta hacinarse refugiados que huyen del oeste. Por allí acecha el General Queipo de Llano que a su paso alienta a sus tropas (mercenarios moros muchos) a violar a mujeres. Rara manera de salvar a España.

Al norte de más de 10.000 “Camisas Negras” italianos desde los Montes que rodean a la ciudad septentrionalmente, otros que vienen a darle a los trabajadores de Málaga “una vida mejor”. Pero al sur de tan bonita ciudad el Mediterraneo no sonríe precisamente, escupe más fuego que ningún Terral (viento local cálido) que conozcan los malagueños y malagueñas.

Del mar varios cruceros escupen bombas y fuego día si y otro también. Dentro de la ciudad los restos del gobierno electo organizan la defensa con pocos militares leales y con unos miles de milicianos, llamemos las cosas por su nombre: trabajadores y trabajadoras dispuestas a morir defendiéndose y defendiendo el orden constitucional.

Hay que recordar que pocos o ninguno han hecho instrucción militar alguna y que no saben ni empuñar un fusil. ¿Pero qué fusiles? No hay ni uno por miliciano y balas menos. La única salida es el este.

La salida tiene trampa. Málaga, como hoy, sale al este esquivando las montañas del norte y luego la Penibética hace de muro más alto aún, al este solo hay una carretera, (hoy N-340) la carretera costera de Almería. Aquel invierno llovió (bien es menester que lo haga), llovió tanto como para hacer la carretera impracticable, a las ya poco de por si practicables carreteras de la época.

En estas la población civil, básicamente ancianos, mujeres y niños, casi sin escolta militar (sin casi) emprende la huida descontrolada hacia el este. En la ciudad ya hay sumarísimos asesinatos, violaciones y saqueos de “los salvadores de la patria”. Son miles.

Es entonces cuando la barbarie se regala, lo que se hace en la ciudad debe saber a poco y los generales que quieren salvar a un país ordenan disparar contra el río humano que inunda y se atranca en lo que hoy conocemos como la N-340.

Desde el aire los aviones ametrallan, cuando no bombardean. Desde el mar casi a “bocajarro” varios cruceros encañonan y revientan con proyectiles. Por si fuera poco, a la altura de Motril la carretera perece ya impracticable creando un enorme cuello de botella, pero es que en Torre del Mar se da un desembarco para cortar el paso.

¿Pero que hay dentro de la columna?

Miles y miles de personas, civiles, algún miliciano de escolta y poco más. Si de verdad se mira, lo que se ve es el miedo, ancianos cuidando huérfanos, obreros que ya no luchan por mejoras laborales sino por que les dejen vivir, y ante todo mujeres y niños. Descalzos muchos, heridos, con caras hinchadas de las inclemencias, harapos amarronados de costras de barro y sangre.

Boom, boom boom”, los barcos y los aviones no paran, 1.000, 2.000 mil… las vidas son “hormigas rojas” para aviones y barcos.

A la altura de Albuñol, casi en Almería ya, Franco decide que “a otra cosa” a Queipo de Llano le sabe a poco y quiere más. ¿Quiere “más mujeres andaluzas” para su tropa “mora”? Es presente recordar que este muy cristiano señor “descansa en paz” en una basílica con honores.

No queda ahí la cosa, en Málaga un tal Carlos Arias Navarro, cuya mayor gloria vendrá en 1975 anunciando una defunción, anda “escachimondando (poner muy limpio en andaluz) la ciudad”. Se llevará la vida de miles de personas.

Pero volvamos a la carretera. Hubo un médico canadiense que ante los horrores tales que estaba presenciando; se esmeró tanto en curar como dejar prueba de lo que ocurría, aún hoy estremecen las fotos y se estremecen las almas viendo y empatizando con los testimonios.

Inicios de este siglo, ancianos que fueron niños y niñas bajo bombas, blancos militares siendo civiles desarmados; recibieron homenajes de asociaciones memorialistas. Quedan pocos. Pero queda la memoria.

Madrid, 8 de febrero del 2.022. La memoria, y el presente. En su callejero, con cartel recién estrenado, un o una malagueña podrá leer: “Calle del Crucero Baleares”.

El “Crucero Baleares” fue uno de los que masacró a la población que huía de Málaga.


Fuente → elestado.net

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