La masacre de la carretera Málaga-Almería (febrero 1937)
Esta entrada está dedicado a mi abuela Lola (sí, la de las croquetas) porque ella siendo una niña vivió estos dramáticos sucesos que a día de hoy todavía recuerda… y a todos los que murieron y sobrevivieron a la carretera de Málaga-Almería…
Entre el 6 y 8 de febrero de 1937, se produjo en Málaga la «Desbandá», entre 100.000 y 150.000 personas salieron con lo puesto, a pie en su mayoría, y en burro o vehículo los más afortunados, dirección Almería. Fueron los protagonistas del mayor éxodo de la Guerra Civil.
Pero, ¿qué provoca que una gran parte de la población de una ciudad recoja lo que pueda y se lance a pie a una aventura tan incierta como peligrosa? Es algo que siempre me he preguntado. Por eso he estado investigando un poco y sólo hay una respuesta, el instinto de supervivencia, pero sobre todo elPÁNICO COLECTIVO.
Los antecedentes son los de siempre, comunes a todos los sucesos de la Guerra Civil. Tras el golpe de estado del 18 de julio de 1936, en Andalucía, sólo Almería, Jaén y Málaga siguieron leales al Gobierno legítimo de la República.
Malagueños pidiendo armas en el Palacio de la Aduana contra el golpe de estado
Aviones franquistas sobre Málaga
El 7 de febrero por la tarde, los barrios populares se quedan vacíos y la caravana se reúne en el Paseo del Parque y toma dirección El Palo y Rincón de la Victoria. Aunque no hay cifras oficiales se estima que la cifra oscilaba entre 100.000 y 150.000 personas.
Podemos hacernos una idea de lo que se vivió en aquel momento, por el libro «Dialogue with the death» del corresponsal del ‘Daily Worker’ (NYC), Arthur Koestler:
«Hacia las 2 de la tarde comienza el
Éxodo desde Málaga. La carretera es un río de camiones, coches, mulas,
carros, gentes asustadas que riñen entre ellas. Esta riada lo chupa y lo
arrastra todo: civiles, milicianos desertores, el gobernador civil,
algunos oficiales del Estado Mayor… Corren algunos extraños rumores por
Málaga: que los rebeldes han ocupado ya Vélez, la siguiente población
hacia el este, a unos 50 km; el río de refugiados se dirige a una trampa
mortal. Según otro rumor, la carretera está todavía abierta, pero bajo
el fuego de los barcos de guerra y de aviones que ametrallan a los
refugiados. Nada, entonces, puede ya detener al río: fluye y fluye, y se
alimenta sin cesar de los arroyos del miedo».
El domingo 8 de febrero se toma la ciudad.
Con las bombas empieza el pánico, y la gente intenta refugiarse en las cunetas, rocas, o campos de caña de azúcar.
«La evacuación de Málaga comenzó cuando la población supo de las dificultades de los frentes, pero nadie creyó que el éxodo voluntario iba a asumir el carácter de un cataclismo humano desconocido en la historia de Europa. Pronto se convirtió en una sangrienta realidad. El camino se tornó un infierno bombardeado por los barcos fascistas españoles y los aviones alemanes e italianos. (…) Pronto el camino quedó cubierto de muerte».
Se fueron abandonando los enseres y los bultos. Cuando la comida empezó a faltar, la marea de refugiados arrasó los campos de caña de azúcar. Los pueblos por los que pasan se negaban a ayudarlos temerosos de las futuras represalias. Muchos de ellos murieron en las cunetas, otros muchos llegaron hambrientos y heridos a Almería.
Se estima que los bombardeos por mar y aire sobre la columna de refugiados provocaron entre 3.000 y 5.000 muertos, la mayoría civiles.
Las únicas imágenes que tenemos de la “desbandá” son del médico canadiense Norman Bethune(1899-1939) y sus ayudantes Hazen Size yThomas Worsley.
Era un famoso cirujano pulmonar que impactado por las noticias sobre la Guerra Civil, abandona su puesto y se une a las Brigadas Internacionales como voluntario sanitario. Estando en Madrid, le llegan noticias de la caída de Málaga y del masivo éxodo, y decide partir para Almería para socorrer a los refugiados. Llega el 10 de febrero a Almería y se dirige con su ambulancia dirección Málaga para socorrer a los refugiados.
Lo que vio lo relata de esta manera en su libro “El crimen de la carretera Málaga-Almería”:
“Una muchedumbre de personas y animales
ocupaba todo el ancho de la carretera… La llanura se extendía tan lejos
como la vista podía alcanzar y por ella serpenteaba una hilera de 30
kilómetros de seres humanos, como un gusano gigantesco con innumerables
pies que levanta una nube de polvo que se extendía hasta más allá del
horizonte. (…) Yacían hambrientos en los campos, atenazados, moviéndose
solamente para mordisquear alguna hierba. Sedientos, descansando sobre
las rocas o vagando temblorosos sin rumbo (…) Los muertos estaban
esparcidos entre los enfermos con los ojos abiertos al sol”.
Aquellos que se dieron la vuelta y volvieron a Málaga sufrieron la brutal represión de Queipo de Llano, que ríete tú de la Masacre de Badajoz.
Entre 1937 y 1940 se calcula que fusilaron a unas 20.000 personas, miles de ellas se encuentran en las fosas comunes del Cementerio de San Rafael, donde se estima que hay enterrados más de 4.000 cadáveres (se han rescatado 2.800 cuerpos) y están consideradas como unas de las mayores de Europa…
Fernando Arcas, profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad de Málaga, considera la «desbandá» un preludio de las grandes persecuciones humanas y los genocidios que sacudieron el siglo XX. Es autor del documental «Yo estaba allí» donde recoge testimonios de la Guerra Civil y la represión franquista en Málaga.
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