OTAN no, borbones fuera

Hasta meter, todo es prometer, una vez metido, olvido lo prometido.
 
OTAN no, borbones fuera
Arturo del Villar

Su majestad el rey heredado Felipe de Borbón ha agrandado el distanciamiento con sus vasallos forzosos en el discurso leído este 6 de enero de 2022, con motivo de de esa pantomima de la pascua militar en la que se coloca un traje de general con muchas condecoraciones, obtenidas no se sabe cómo. Así nos dijo: “Quiero subrayar especialmente le celebración en España, el próximo mes de junio, de una nueva cumbre de la OTAN. Será 25 años después de la celebrada en Madrid en 1997. Esta cumbre, como sabéis, llega en un momento crucial para los planes y la orientación estratégica de los próximos años, pero además representa un importante reconocimiento al compromiso de España con la OTAN, y el extraordinario papel de nuestras tropas encuadradas en las misiones y estructura de la OTAN.”

 

Hace años nos hubiera avergonzado escuchar esas palabras, y mostraríamos nuestra oposición a la Organización Terrorista del Atlántico Norte, por sus siglas OTAN. Ahora oímos y callamos, y algunos además aplauden. Una gran mayoría de españoles estuvimos, y algunos seguimos estando todavía, en contra de la pertenencia a la OTAN, aunque ya no celebremos las tradicionales marchas anuales a Torrejón para demostrar nuestro rechazo, con el eslogan de “OTAN no, bases fuera”, refiriéndonos a las militares concedidas a los gringos. Le debemos a Felipe González, el grandísimo traidor a España y al Partido Socialista Obrero fundado por Pablo Iglesias Posse, el seguir siendo los mamporreros del imperialismo colonialista gringo, impulsor de las actividades criminales de la Organización.

Parece que perdimos la memoria histórica, por lo que convendrá recordarla. Fue el líder embalsamado de la UCD, Leopoldo Calvo Sotelo, el más estúpido de los presidentes del Gobierno que ha tenido España, desde que Fernando VII dio el cargo a su confesor, quien decidió introducir a España en la OTAN, lo que sucedió el 30 de mayo de 1982. El entonces supuesto líder de la oposición, Felipe González, prometió urbi et orbi que cuando su partido (suyísimo, sí, no de los afiliados) alcanzase el poder la sacaría por mayoría, tal como la habían metido.

 

Le creímos, le votamos, y cuando presidió el Gobierno, para nuestra desgracia, se desdijo con inmenso cinismo de su promesa, y para disimular su traición al pueblo organizó un referéndum inútil para meterla más adentro todavía. Llenó las calles de carteles con esta vergonzosa recomendación bajo el logotipo del partido fundado por Pablo Iglesias Posse, que no era el organizador del referéndum porque ya no existía: “Vota SÍ en interés de España. Referéndum permanencia Alianza Atlántica.”

La propaganda a favor del sí fue abrumadora, porque el traidor González necesitaba una mayoría, por exigua que fuera, para justificar el incumplimiento de su promesa. Los partidos de derechas estaban a favor de la permanencia, aunque no se atrevían a participar en la campaña secundado a los socialistas: tenían más vergüenza que ellos.

Se celebró el referéndum el 12 de marzo de 1986, día laborable, con grandes facilidades a los trabajadores para reducir su jornada con objeto de votar. A pesar de este dato, de la tenaz campaña favorable y de la participación callada de las fuerzas derechistas, solamente votamos el 59,42 por ciento del censo. Los socialistas discutieron entre la obediencia al partido y sus escrúpulos de conciencia, y mayoritariamente se abstuvieron, porque después de llevar años gritando por las calles “OTAN no, bases fuera”, la dignidad les impedía, a quienes la poseían, inclinarse a su favor. Triunfó el sí por el 52,50 de los votos emitidos, frente al 39,85 partidario del no.

Tuvimos que resignarnos a pertenecer a la Organización Terrorista, así como nos doblegamos a mantener la dictadura fascista en la persona del sucesor a título de rey designado por la omnímoda voluntad del dictadorísimo. Los españoles aceptamos ser vasallos sin opiniones. Tal como nos ha anunciado el sucesor del sucesor a título de rey, su majestad católica Felipe de Borbón, en junio toleraremos en silencio la vergüenza de celebrar en el reino una cumbre de la Organización Terrorista del Atlántico Norte. No podemos protestar, porque el enormísimo felón Felipe González con su engañoso referéndum nos dejó atados y bien atados. Lo mismo que el otro. Si puedo protestaré con nuevo eslogan: “OTAN no, borbones fuera”, aunque no sirva para nada. Al menos mi conciencia no me remorderá mucho.


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