Los sucesos de Arnedo (1932): once muertos y la historia de un municipio

Los sucesos de Arnedo (1932): once muertos y la historia de un municipio / María Félez

La plaza de Nuestra Señora de Vico rememora este miércoles (17 horas) los Sucesos de Arnedo con la inauguración de un monumento, la lectura de un manifiesto, una actuación musical y un recital poético. El objetivo es recordar los trágicos hechos ocurridos hace justamente 90 años. Un 5 de enero, pero de 1932. ¿Qué pasó aquella tarde de enero? ¿Por qué una manifestación pacífica, casi festiva, terminó con once muertos y una treintena de heridos? ¿Qué consecuencias tuvo para la corta vida de la Segunda República? Carlos Gil Andrés es una de las personas que más ha estudiado lo que pasó antes, durante y después de esa trágica tarde de invierno en la localidad riojabajeña.

Arnedo llevaba 24 horas de huelga general tras meses de conflictos laborales por el despido de varios trabajadores en la empresa de calzado Muro. «El conflicto empezó prácticamente con el nacimiento de la Segunda República. Parece que los despidos tuvieron que ver con la intención que tenían esos trabajadores de votar a los republicanos en las elecciones municipales», cuenta el historiador.

Fueron siete u ocho los trabajadores despedidos. Algunos encontraron trabajo en otras fábricas, pero el caso de uno o dos trabajadores se enquistó en el tiempo con diferentes recovecos legales. En la Navidad de 1932 empezó a haber movilizaciones por solidaridad con los dos vecinos arnedanos, se creó una Asamblea Nacional y el 4 de enero se declaró una Huelga General. Prácticamente todo Arnedo dejó de trabajar.

Recorte del diario Solidaridad Obrera. Enero de 1932

Fue el 5 de enero. Los hechos se descontrolaron una vez que el conflicto estaba ya solucionado y que el Gobernador Civil había llegado a la ciudad para informar de que los Tribunales de Madrid habían dado la razón a los trabajadores en su despido improcedente.

«La manifestación era casi de celebración porque los trabajadores que estaban reunidos en un salón de baile se enteraron de las buenas noticias. Mucha gente acudió a la manifestación: mujeres, niños y gente a la que aquí se llama ‘mensajera’. Pasaron una vez por la plaza y, en la segunda ocasión, cuando ya era el momento de que la gente se dispersase, empezaron las ráfagas de disparos a cualquier lugar de una plaza en la que había más de mil personas», explica Gil Andrés.

En el juicio militar posterior hubo versiones para todos los gustos. «La más extendida es que el culatazo a una muchacha propició los primeros forcejeos, un guardia cayó al suelo y llegó la orden de disparar», añade, sin obviar que hay otra versión en la que se habla de un disparo inicial desde los manifestantes que «nunca se pudo demostrar».

«Lo importante no es tanto lo que sucedió en ese momento sino por qué sucedió, por qué el conflicto laboral se enquistó durante tanto tiempo, por qué se descargó en todas las direcciones de la plaza de una forma desproporcionada e injustificada. Hoy en día, con cuatro guardias y dos porras se hubiese solucionado el problema», detalla.

Todo terminó con once muertos (no todos en el acto), entre los que se encontraban niños y mujeres, y una treintena de heridos. «Cuando escribí el libro, hace dos décadas, no había nadie en el municipio que no tuviese alguien en su familia relacionada con los hechos de una forma u otra. Con los muertos, con los heridos o que hubiese estado allí personalmente».

Reportaje fotográfico Diario Ahora 1932

No hubo penas. Absolución para el teniente que estaba al mando de los guardias, algunos del municipio y otros que habían llegado de refuerzo. Pero los sucesos de Arnedo tuvieron repercusión en el ámbito nacional. Los medios nacionales se hicieron eco del suceso como había pasado días antes en el sentido contrario en Castilblanco o como pasaría después en Casas Viejas. Periodistas nacionales acudieron a los funerales. Toda España conoció a través de los periódicos lo que había pasado en la ciudad del calzado.

Tres sucesos de violencia desproporcionada que acelerarían la dimisión de José Sanjurjo, quien poco después intentaría acabar con la democracia española. «Hay que recordar que este hombre era el llamado a liderar el golpe de Estado que terminó provocando la Guerra Civil de no ser porque su avioneta se estrelló cuando despegaba de Estoril para volver a España», recuerda Carlos Gil Andrés.

Y si los sucesos tuvieron un eco nacional, más aún marcaron la vida de la localidad. «La sociedad arnedana estaba cambiando en ese momento. Había otro lenguaje. Empezaba el asociacionismo, la sociabilidad, los eslóganes y los mítines. Lo que sucedió en 1932 estuvo muy vinculado a lo que luego pasaría cuatro años después con las sacas y el inicio de la guerra. Estos sucesos pusieron a muchos arnedanos en el punto de mira. Luego fueron encarcelados y asesinados».

Para Carlos Gil Andrés, la conmemoración de estos hechos tiene que dejarnos una lectura clara. «Ahora que la memoria viva ya no está, nos queda la memoria familiar y la memoria histórica. De esos hechos horrorosos la sociedad en general ha ido aprendiendo con el paso de los años. Ahora sería imposible que sucediese algo así». Arnedo vivirá este miércoles un momento especial en el que demostrará que la historia sirve para no repetir los errores del pasado.


Fuente → nuevecuatrouno.com

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