El campo de concentración del Estadio de Vallecas

Recibió prisioneros al término de la Guerra Civil

El campo de concentración del Estadio de Vallecas
Juan Jiménez Mancha

El Estadio de Vallecas, feudo del Rayo Vallecano desde los años cincuenta del siglo XX, fue durante el mes de abril de 1939 uno de los cerca de 300 campos de concentración que la dictadura franquista creó para mantener encerradas en unas condiciones infrahumanas, al margen de normas internacionales sobre prisioneros y extrajudicialmente, a un total de, al menos, 700.000 personas que habían perdido la Guerra Civil.
Vallecas vivió durante el mes de abril de 1939 uno de los periodos más tristes y humillantes de su historia. El 1 de abril, tras ganar la Guerra Civil las tropas franquistas, el Estadio de Vallecas, o Stadium de Vallecas, como todavía se le conocía, era transformado en un campo de concentración. No importaba el abandono de las armas; la llegada de la paz. La represión hacia los vencidos era atroz. La mayoría de los campos de concentración franquistas, establecidos en lugares tan dispares como monasterios, conventos, castillos, fábricas, escuelas, almacenes, plazas de toros, estadios de fútbol o levantados en el campo gracias a la construcción de barracones, desparecieron a lo largo de 1939, aunque alguno duró hasta 1947 ó 1948. El Estadio de Vallecas funcionó como campo de concentración más o menos medio mes.

Como sardinas en lata, miles de vallecanos y madrileños fueron hacinados en unas instalaciones que apenas contaban con aseos y lugares para la higiene, y menos para ellos, ni con lugares para protegerse del frío y la lluvia, y donde lo mejor que se podía hacer, y casi lo único, era permanecer en la posición para no perder el sitio. El 4 de abril había en su interior 9.500 personas, tal y como afirma Carlos Hernández de Miguel en su libro 'Los campos de concentración de Franco: sometimiento, torturas y muerte tras las alambradas' (Ediciones B, 2019). Custodiaba el recinto el I Cuerpo del Ejército. En uno de sus estadillos se expresa la cifra mencionada. El 1 de abril, según Hernández de Miguel, las autoridades militares habían difundido un bando que exigía “al personal del ejército rojo” que se presentara durante la mañana de ese día en el Estadio de Vallecas.

Lo sufrido en el Estadio de Vallecas pesa como una losa en la memoria de los vallecanos. Los afectados y sus familias tuvieron que esperar a la llegada de la democracia para empezar a exteriorizar lo vivido. El grado de hacinamiento era extremo; no se podían usar las pocas letrinas del campo; no existían camas ni nada parecido, ni se facilitaban mantas; apenas daban comida a los prisioneros; y no se adoptaron medidas sanitarias ni se prestaba servicio de enfermería. Los familiares y vecinos solidarios aprovechaban la noche para pasar mantas y comida a los presos, arriesgando sus propias vidas. Se produjeron bastantes muertes. Los intentos de ayuda a los prisioneros ocasionaron frecuentes incidentes entre los vallecanos y las fuerzas del orden.

Llovió mucho durante aquellos días. El frio provocó numerosas pulmonías, y se propagaron enfermedades como el tifus y la tuberculosis. Los piojos cada vez abundaban más, al tiempo que el calzado se estropeaba. Los testimonios vallecanos coinciden en señalar que el campo se transformó en un espantoso lugar.

En el libro de Hernández de Miguel se recogen unas palabras del vecino de Vallecas Blas Conesa, publicadas en la revista Interviú del 18 de enero de 1984, donde éste cuenta que llevó mantas y alimentos a los prisioneros, que introducía a través de las alambradas que rodeaban al estadio. “El campo duró más de una semana. La lluvia convirtió en un barrizal el recinto. Enfermedades y fallecimientos estaban a la orden del día. Tuvieron que abrir las puertas y dejar marchar a los prisioneros, porque no había comida”.

En la web de la asociación Vallecas Todo Cultura se puede consultar una ponencia, titulada 'La II República y la Guerra Civil en Vallecas (De la euforia a la depresión/represión)', redactada por Gabriel Pérez y Alfredo Pérez, que contiene información y testimonios sobre el campo de concentración de Vallecas. Los autores aseguran que las condiciones de los campos de concentración eran en general infrahumanas, con hacinamiento, frío, hambre extrema, enfermedades (parásitos, sarna, tifus…) y humillaciones de todo tipo; y con malos tratos y ejecuciones de personas. Como en otros textos sobre el tema, se dice que el campo de concentración del Estadio de Vallecas duró más de un mes.

En la ponencia aparece el siguiente testimonio de Matilde, vecina de Vallecas: “Allí [en el Estadio de Vallecas] se morían como chinches, a la intemperie, con frío, lluvia, pues los pobrecitos, algunos, venían heridos y no los curaban. Había mucha gente cuya familia era de aquí y les llevaban algo, pero, qué les iban a llevar, si los de fuera tampoco tenían nada”.

Los de fuera, además, sentían un enorme miedo. Los falangistas se hicieron con las calles y sembraron el terror en Vallecas. Existía una vigilancia exagerada; cualquiera podía ser delatado por cualquiera. Se depuraban de “rojos” los trabajos, se propinaban palizas ejemplares a republicanos en lugares públicos, se “visitaban” sus hogares para atemorizarlos o detenerlos y en las escuelas comenzó a practicarse un adoctrinamiento inaudito.

Otra vecina, Manoli, evoca en la ponencia los fusilamientos y las humillaciones a las mujeres en las calles vallecanas: “Recuerdo cuando decía mi madre: suena otro tiro, otro al hoyo. También solía decir mi madre que Franco reunía a los presos donde es ahora el campo de fútbol y sonaban los tiros y otro que mataban. Otra cosa que recuerdo es que decían que por la calle Peña Prieta a las mujeres les daban aceite de ricino para que se fuesen haciendo caca por la calle, y las cortaban el pelo al cero”.

 
Estadio de Vallecas a punto de terminarse su construcción, aún con la plaza de toros próxima en pie. Crónica, 22 de diciembre de 1929. (© Foto: HEMEROTECA MUNICIPAL DE MADRID / Vallecasweb.com)

Nicolás Sanchez Martín nos ha proporcionado un valioso testimonio acerca de su padre, Nicolás Sánchez Sánchez, prisionero en el Estadio de Vallecas. El padre, que se había alistado en el ejército en 1937 con 15 años, mintiendo sobre su edad, pertenecía a la 99ª Brigada Mixta. Cayó prisionero en Hortaleza, en la defensa del cuartel instalado en el noviciado de los Padres Paúles, y de allí le llevaron al campo de concentración que estaba en el campo del Rayo, en Vallecas, custodiado por guardas moros. Contaba que el campo de concentración estaba a rebosar de gente y que les daban una lata de sardinas sin abrir por cada diez personas. Tenían que organizarse para repartirse la comida y para poder abrir las latas sin derramar o dañar el contenido. La falta de noticias hizo que la gente se acercara al campo para saber sí estaban presos sus familiares, y eso propició que se cayese la valla de la zona donde estaba y en donde se agolpaba gente tanto dentro como fuera”. Nicolás logró escaparse del campo aprovechando un descuido de los vigilantes. Cogió la cazadora de cuero que siempre llevaba, que le había regalado un miembro de las Brigadas Internacionales, y se marchó andando. “Se agarró a una señora que estaba fuera preguntando por su hijo. Mi padre vivía en Ventas, en lo que ahora es la M-30, en un barrio que llamaban de La Bomba. Tardó dos días en llegar desde Vallecas a su casa porque solo se movía de noche, y se escondía de día”.

No estuvo confinado en el campo de concentración del estadio el alcalde de Vallecas al llegar la guerra, el maestro de escuela Amós Acero Pérez, como a veces se ha dicho, pero sí Lorenzo Díaz Pérez, que era justo el alcalde del pueblo de Amós, Villaseca de la Sagra (Toledo), y que dejó el recinto el 2 de abril. Amós Acero pasó por los durísimos campos de concentración alicantinos de Los Almendros y de Albatera antes de ser trasladado a las cárceles de Madrid y ser fusilado, tras dos juicios paralelos que aseguraban su condena a muerte, en las famosas tapias del cementerio del Este, el 16 de mayo de 1941.

Es muy probable que el fútbol tuviese que ver en el precipitado final del campo de concentración de Vallecas. Los otros dos estadios principales de Madrid, el Metropolitano y el de Chamartín, también habían sido convertidos en campos de concentración y no podían ser utilizados por hallarse muy deteriorados. El régimen franquista quería recuperar lo antes posible la vida cotidiana, y el fútbol ocupaba un lugar de honor en el ocio de la época.

El Estadio de Vallecas, inaugurado en marzo de 1930 como feudo del Racing de Madrid, o de Chamberí, barrio madrileño al que pertenecía este club, estaba situado a unos 800 metros del inicio de la actual avenida de la Albufera, es decir, muy cerca de Madrid, así que se presentaba como una buena opción para reiniciar la práctica oficial del fútbol. Desaparecido en 1931 el Racing, el Athletic de Madrid, años más tarde Atlético de Madrid, lo había usado como campo propio hasta la guerra. El 17 de abril de 1939, probablemente tras no ser ya campo de concentración, la prensa informaba que regresarían los partidos de fútbol a Madrid en breve, al Estadio de Vallecas. El diario falangista leonés Proa, anunciaba que se había acordado el arreglo de este estadio para la organización de encuentros a partir del día de San Isidro.

No obstante, el estreno del fútbol en la capital (Vallecas era un pueblo independiente, pero la cercanía de Puente de Vallecas hacía que se viese como un barrio de Madrid) se produjo nada más empezar el mes de mayo. El 2 de este mes, se celebraba en el Estadio de Vallecas el primer partido de fútbol tras “la liberación de Madrid”, disputado por el Aviación Nacional, equipo que se uniría al Athletic de Madrid, y el Deportivo Alavés, resuelto con empate a un gol. Antes de iniciarse el choque, la banda militar de la Sexta División de Navarra interpretó el himno nacional, con todos los jugadores brazo en alto realizando el saludo fascista, y a continuación se guardó un minuto de silencio por los caídos en la guerra en el bando nacional. El nombre de Franco estaba presente en las paredes de la valla del campo.

Anuncio del partido entre Aviación Nacional y Deportivo Alavés del 2 de mayo de 1939 en el Estadio de Vallecas, considerado primer encuentro de fútbol en Madrid tras el final de la Guerra Civil. Hoja del Lunes de Madrid, 1 de mayo de 1939. (© Foto: PRENSA VIRTUAL HISTÓRICA / Vallecasweb.com)

 
Las formaciones del Aviación Nacional y el Deportivo Alavés escuchando el himno nacional antes de enfrentarse en el Estadio de Vallecas el 2 de mayo de 1939. Fotografía tomada de Noticias de Álava. (© Foto: NOTICIAS DE ÁLAVA)

 
En estas cuatro imágenes, el Estadio de Vallecas durante el encuentro Aviación Nacional-Sevilla F.C. celebrado el 5 de junio de 1939, menos de dos meses después de ser las instalaciones un campo de concentración. La palabra “Franco” seguía en la zona de la valla que daba a la avenida de la Albufera. Fotografías de Gerardo Contreras, signaturas 131848. (© Fotos: ARCHIVO REGIONAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID / Vallecasweb.com)

El Estadio de Vallecas continuó acogiendo partidos de fútbol. El 4 octubre de 1939, el Athletic de Madrid y el Aviación Nacional se fusionaban en el Athletic Aviación, desde 1940 Atlético Aviación y desde 1947 Atlético de Madrid. En las temporadas 1939/40 y 1940/41, con el Estadio de Vallecas como casa, los rojiblancos lograron las dos primeras ligas de su historia. El equipo colchonero regresó al Estadio Metropolitano en febrero de 1943, una vez finalizada su remodelación tras la Guerra Civil.

Los vallecanos callaron durante años. No está cerrada la herida del campo de concentración del Estadio de Vallecas, ni mucho menos. Jamás se ha producido un reconocimiento oficial de la gravísima humillación producida durante aquellos fatídicos días. Es más, decenas de años después, multitud de españoles están empezando a conocer de verdad lo sucedido con los campos de concentración y con otras formas de represión franquistas. Durante la dictadura nada se aclaró por razones obvias, en las primeras décadas de democracia no convenía para asentar la concordia política, y ahora resulta que la vergüenza, en el mejor de los casos, fue por igual —dicen unos— en ambos bandos; no entrándose a enjuiciar la supuesta paz de Franco, obviamente posterior a la conclusión de la guerra. Así que setenta años después de los campos de concentración franquistas, continúa oculta la historia del Estadio de Vallecas.

(*) En la imagen que abre esta información: el Estadio de Vallecas el 10 de octubre de 1930, pocos meses después de su inauguración. En el centro de la fotografía se observa todavía la huella de la plaza de toros que hubo en la zona y, más arriba, descampado en el que se ubicaba Las Erillas, campo de fútbol donde jugaba desde su fundación en 1924 la Agrupación Deportiva El Rayo. (© Foto: ARCHIVO HISTÓRICO DEL EJÉRCITO DEL AIRE / Vallecasweb.com)