Acumulación de fuerzas para acabar con el Estado monárquico-burgués

Acumulación de fuerzas para acabar con el Estado monárquico-burgués / Juan Viera Benítez

Cuando los partidos mal llamados de izquierda acceden al gobierno nos crean la impresión que el gobierno va a transformar las diferentes instituciones que regulan y dirigen la vida de la nación, desde la economía pasando por la sanidad, la educación, y otros servicios públicos. Nada más lejos de la realidad. Para el reformismo gubernamental estas instituciones están dentro de un sistema global de producción asalariada, interconectadas entre sí y responden a la lógica del capitalismo: incrementar la plusvalía y reproducción de la fuerza de trabajo. Esto último viene a ser la premisa fundamental que mueve cada día y cada hora la inercia y los movimientos conscientes de los diferentes órganos del Estado.

El gobierno es incapaz de alterar lo más mínimo el armazón del Estado y de la sociedad; en todo caso, puede llegar a pequeños cambios que más que mejorar la vida de los sectores sociales explotados desprenden vientos propagandísticos para convencernos de que las democracias burguesas con la Monarquía a la cabeza es con diferencia la mejor forma de gobierno que pudiéramos tener en este sistema económico, político y social. Nos quieren convencer que el capital y la fuerza de trabajo, en una palabra, el capitalismo, está aquí desde siempre con unas relaciones sociales a perpetuidad que nadie por mucho que lo intente puede modificar.

La burguesía, reclutó y se apoyó en la clase obrera durante las revoluciones burguesas del siglo XVIII y XIX, se apropió del derecho para utilizar la violencia contra la nobleza, el clero y los señores feudales hasta acabar destrozando a las estructuras feudales; desde entonces, ha perfeccionado este derecho a la fuerza y lo utiliza de distintas maneras contra las clases trabajadoras, con sindicalistas y políticos en cárceles, con multas por huelga, declaraciones contra la libertad de expresión y opinión y cuando se realizan reivindicaciones de empleo, salarios, viviendas, y en general derechos sociales que dañan el orden burgués.

El mantenimiento del equilibrio y la estabilidad social que permita a la burguesía seguir explotando y disfrutando de los bienes y servicios producidos por las clases explotadas es la base y síntesis del programa de los partidos políticos como el PP y el PSOE. Estas organizaciones pululan por los diferentes aparatos regionales o estatales como sostenedores y organizadores de la explotación asalariada. Sus proyectos son ampliamente difundidos desde las grandes cadenas televisivas y popularizados por un amplio ejército de tertulianos que trabajan a sueldo contra las clases oprimidas.

Los hechos diarios a los que se enfrentan y a menudo decepcionan y golpean a cientos y miles de personas en la vida real cuando acuden a los centros sanitarios, educativos, servicios de empleo, dependencia, servicios municipales, nos demuestran una y otra vez que los servicios públicos han entrado en una fase de degradación, de recortes y privatizaciones, con la colaboración por acción u omisión de los partidos “mal calificados de izquierda. Las pequeñas mejoras que realizan los gobiernos son insignificantes, (incremento del SMI, reforma de la reforma laboral, reforma de la ley mordaza..) y no van dirigidas a la transformación de parte y mucho menos a la transformación global del sistema en su conjunto.

El sistema lo que sí tiene es la capacidad de provocar con sus dádivas y ofrecimientos cambios individuales en las posiciones políticas e ideológicas de muchas de las personas que hoy están en las organizaciones que forman parte del gobierno, y se llaman así mismos socialistas o comunistas. En la mayoría de los casos, se suele dar la particularidad en quienes alcanzan a ocupar cargos en las instituciones regionales o nacionales, que implantan y crean sus propias bolsas de asalariados en las que colocan a sus parientes, amigos y colegas correligionarios, para intentar arreglarles la vida.

Las políticas estratégicas al servicio de las clases explotadas tienen que recuperar las luchas por la socialización de los medios de producción y acabar con el Estado burgués. Este proceso es lento, requiere de la agrupación de fuerzas políticas y sociales democráticas, comunistas y socialistas, y una crítica teórica y práctica constante a los partidos que anclados en esas instancias de poder se mantienen muy cómodos dando cobertura y protegiendo activamente al Estado burocrático-militar que nos gobierna.

Por los datos estadísticos que se dan sobre el empleo y la producción, parece ser que se abre una nueva fase expansiva del capitalismo. En Extremadura, el desarrollo industrial tan esperado no llega, la Junta de Extremadura está ansiosa a la espera de los fondos europeos y de varios proyectos de fábricas de baterías y la azucarera, que pudieran dar una nota positiva de cara a las próximas elecciones al gobiernillo de la comunidad.

En nuestra Comunidad, la crisis económica agudizada por el COVID ha producido una destrucción muy importante de fuerzas productivas, la extensión de la precariedad laboral y el crecimiento del empleo sumergido a consecuencia del paro. No obstante, estamos a la espera del cumplimiento de las promesas de Pedro Sánchez sobre las inversiones en Cáceres y Badajoz. Pero el verdadero problema extremeño es el retraso en la aplicación de una REFORMA AGRARIA que ataque los latifundios, los monopolios y apoye a los agricultores, a la vez que movilice al conjunto de la economía impulsando la creación de puestos de trabajo para hombres y mujeres asentados en el territorio extremeño.

Hace unas horas el gobierno más progresista de la historia de este país acaba de destinar unos miles de millones de euros para reforzar el ejercito con la dotación de recursos humanos y materiales. Estas medidas forman parte de la lucha de clases, y vienen a señalar la preocupación del estado burgués por mantener a punto sus capacidades ofensivas y defensivas para neutralizar y destruir cualquier movimiento de las clases oprimidas. Sólo desde la lucha de clases se entiende que estos miles de millones de euros no se destinen a satisfacer las demandas sociales y laborales de las clases trabajadoras. La fuerza material de la burguesía hoy por hoy es superior a la de las clases trabajadoras.


Fuente → kaosenlared.net 

banner distribuidora