Es obvio y normal que la Iglesia católica española estuviera al lado del franquismo durante los 40 años de dictadura. Los del Alzamiento Nacional le habían devuelto a la Iglesia todo el poder que la Segunda República había intentado retirarle, y por ello se alzó en su llamada «cruzada nacional». La dictadura les entregó a los curas el poder de la moral de todos los españoles y españolas acompañadas de armas para cristianizar a aquellos herejes que lucharon por una sociedad laica y moderna.
Esa Iglesia católica en Sevilla, junto con los amigos del fascismo tomó todos los poderes y se hicieron con la ciudad fácilmente. El brazo duro y sádico se llamaba Queipo de Llano, eliminador de rojos y de todo aquel que se desviara del ideario franquista. Resuena todavía su odio por las ondas de Unión Radio Sevilla, también en el arco de Macarena y por supuesto en los de la pulsera de la roja y gualda que inundan las hermandades en nuestra ciudad.
Queipo regaló a su Sevilla algo más que muertos y represaliados: Dos hermandades y un súper templo para la hermandad de la Macarena. Esas dos hermandades son San Gonzalo, recuerden el nombre de Gonzalo Queipo de Llano, y Santa Genoveva, como su mujer Genoveva Tovar, que, junto con Acción Católica, impulsaron estas dos cofradías. Es cierto que estas dos hermandades han realizado una damnatio memoriae y han eliminado de sus anales a este fascista e incluso en los programas de Semana Santa de mano de los años 70-80 intentaron cambiar su nombre popular en una entente por deshacerse de su pasado. La hermandad trianera de San Gonzalo ha escrito en sus boletines que su nombre viene del santo portugués Gonzalo de Amarante, intentado quitarse la gran losa de este personaje.
El caso de la Hermandad de la Macarena es diferente. El pasado jueves 7 de octubre el candidato a hermano mayor de la cofradía, Santiago Álvarez, argumentó en la publicación digital A Pulso que asumen al genocida como alguien importante de la corporación y un gran benefactor1. Ellos están orgullosos de Queipo y la ultraderecha orgullosos de la Hermandad. Vimos también hace pocos meses a Macarena Olona, diputada de Vox, haciéndose una foto en el camarín de la virgen, en un lugar donde hermanos y devotos no pueden estar.
Al hilo de su vinculación con el franquismo, esta corporación residía en la iglesia de San Gil (a espaldas del templo actual) y vio colmada su ilusión de tener una Basílica patrocinada por Queipo de Llano y por la cúpula eclesiástica. Además, como buen comendador o faraón fascista, se le enterró dentro tras su muerte. En los corrillos cofrades se dice que ningún candidato a hermano mayor de la cofradía se ha atrevido a tocar los huesos del Carnicero.
La Hermandad ha sorteado, como buena gimnasta, todas las leyes y peticiones del Ayuntamiento de la ciudad y de la Junta de Andalucía en la época del psoe y se sabe que seguirá intentando sortear la nueva Ley de Memoria Democrática.
La ley andaluza de 2017, cuando el psoe gobernaba la comunidad, intentó forzar a la Hermandad a sacar los restos, pero se hicieron el tonto al igual que el mutis que hacen cada año con las manifestaciones y vigilias que se hacen en la puerta del templo por asociaciones de la memoria democrática, partidos de izquierda, republicanos y andalucistas. La Macarena, en un ademán de quitarse las críticas, maquilló la lápida en 2009 eliminando el día del golpe de Estado (18 de julio de 1936) y cambió el título de teniente general por el de hermano mayor honorario. También retiraron provisionalmente el fajín de Queipo a la imagen de la virgen en la salida de 2011.
Con la entrada de la derecha en Andalucía todo está calmado. Ya nadie le va a pedir a la cofradía que saque los restos de su amado fascista y así van pasándose la pelota los diferentes socios. En la Hermandad se cuenta que están esperando a que una asesoría le diga qué hacer y la consejera de Cultura, Patricia del Pozo, ha expresado que la hermandad ya quitó toda la vinculación antidemocrática al cambiar la lápida.
La familia se enoja ante los detractores y el arzobispado sevillano también mira para otro lado y se acuerda de su amado Queipo. El pasado 30 de septiembre pasó todo lo contrario en la ciudad de Málaga. García Morato, aviador franquista y enterrado en la iglesia del Carmen fue exhumado a petición de la familia para evitar la polémica como la que afectan a la Macarena y cumplir la Ley de Memoria Democrática2. Los artículos 36.5 y 39.3 de esta ley son claros: se deben retirar todas las insignias, esquelas que atenten contra la ley democrática en ámbito privado o religioso, al igual que los restos mortales de dirigentes del golpe militar no pueden estar en lugares de acceso público.
La hermandad de la Macarena va a ignorar estos planteamientos como pueda para quedarse con sus amados huesos dentro de la Basílica, y, si la ley o un cambio político en Andalucía en el futuro consiguiera levantar la lápida de la vergüenza, no crean que lo van a sacar de sus posesiones, sino que cogerán sus huesos y los meterían en el columbario privado que la Hermandad inauguró el año pasado. Lo más triste es que seguirán esas largas colas de devotos de derechas y otros tantos ignorantes como esos enemigos de Queipo: mujeres, homosexuales e incluso votantes de izquierda legitimando estos comportamientos antidemocráticos. Por un lado esa Sevilla hipócrita o ignorante, por otro lado, y aunque le pese a mucho a los amantes del arte, de lo popular y de la antropología como el que les escribe, las hermandades sevillanas están comandadas por muchos herederos de Queipo. Perro no come perro.
1. Publicación digital «A Pulso».
Entrevista a Santiago Álvarez
2. Exhuman los restos del aviador
García-Morato de la iglesia… diariosur.es
Fuente → eltopo.org
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