Los socialistas y los principales líderes de la transición trabajaron para la CIA

Los socialistas y los principales líderes de la transición trabajaron para la CIA / Daniel Pinós

Mientras el Partido Popular, Ciudadanos, Vox y gran parte del Partido Socialista, incluido Pedro Sánchez, se han lanzado a la defensa de la transición como un hecho histórico inmutable, el estudio de los documentos de la Agencia Central de Inteligencia demuestra que todavía hay zonas grises que la gente debe conocer.

En los años 70, era muy habitual que la CIA estadounidense interviniera en la política interna de los países que pudieran afectar a la seguridad nacional de Estados Unidos.

En enero de 2017, la CIA publicó en su sitio web un gran número de documentos desclasificados de la base de datos CIA Records Search Toll (CREST). Una orden ejecutiva emitida por el presidente Bill Clinton en 1995 exigía que se hicieran públicos los documentos que tuvieran al menos 25 años de antigüedad y valor histórico. Y lo eran, pero hasta 2017 solo se podía acceder a ellos a través de cuatro terminales informáticos en los Archivos Nacionales de College Park, Maryland. Son décadas de análisis, informes o resúmenes de reuniones políticas o diplomáticas sobre las cuestiones geopolíticas más importantes. Desde las guerras de Corea y Vietnam hasta la transición española.

La CIA también ha desclasificado documentos que indican que trabajó en relación con el grupo terrorista GAL, lo que confirma que el presidente socialista Felipe González dio su consentimiento para la creación, en los años 80, de un grupo de mercenarios para «luchar contra los terroristas al margen de la ley».

Se han publicado varios libros sobre estos temas y toda la prensa española ha comentado estos documentos cuando se hicieron públicos. Ninguno de los autores de estos artículos fue procesado -ni siquiera denunciado- por difamación y calumnia por el PSOE y los dirigentes de la transición.

En los años 70, era muy habitual que la CIA interviniera en la política interna de los países que pudieran afectar a la seguridad nacional norteamericana. En un escenario de Guerra Fría, lo ocurrido tras la muerte de Franco era esencial para los intereses de EEUU en dos frentes: por un lado, la necesidad de que España entrara en la OTAN para reforzar la presencia de EEUU frente a los países de la órbita soviética; por otro lado, frenar el desarrollo del Partido Comunista, impedir una revolución y aniquilar el desarrollo de las luchas obreras y las reivindicaciones populares tras la muerte de Franco. Esto se hizo construyendo un partido de «izquierda» (el que aún hoy está en el poder), que fue obra de la CIA, en colaboración con la Internacional Socialista. La injerencia de la CIA en España durante estos años cruciales de la historia moderna condujo a la instalación de bases militares, la «transición», el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 y el ingreso de España en la OTAN.

En cuanto a la «transición democrática», parte de los movimientos que se produjeron para transformar España en una democracia fueron controlados por agentes de la CIA. Los espías norteamericanos consiguieron reclutar a importantes miembros del ejército, líderes políticos, empresarios, banqueros, figuras culturales y periodistas. La «transición» fue un acontecimiento tan importante para Estados Unidos que la CIA no dudó en enviar a Madrid a hombres experimentados en operaciones encubiertas en América Latina y a Ronald Estes, que estuvo implicado en la Primavera de Praga y en la financiación de Falange Libanesa. Su llegada a España coincidió con el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.

Los hombres elegidos por la CIA y Estados Unidos para dirigir España tras la muerte del dictador fueron dos: Juan Carlos de Borbón y Felipe González, antiguo jefe del gobierno socialista. En el caso del primero, la elección de Franco como sucesor estuvo influida por la inteligencia norteamericana. La Agencia mantuvo contacto directo con el entonces ministro de Asuntos Exteriores y dio todo su apoyo a la Operación Lolita, cuyo principal objetivo era promover a Juan Carlos como sucesor de Franco.

Los documentos de la CIA muestran el apoyo que Juan Carlos I siempre recibió de Estados Unidos, que obtuvo a cambio de la cesión del Sáhara a Marruecos o gracias a las presiones del rey para entrar en la OTAN. En cuanto a Felipe González, los documentos de la CIA a los que tenemos acceso muestran cómo fue elegido para frenar los planes de desarrollo del Partido Comunista y que, desde el principio, el hombre que fue el campeón de la izquierda española, era en realidad un político incluso más conservador que los partidos socialdemócratas europeos. Según los documentos de la CIA, González había preparado un programa de reformas basado en la moderación, el conservadurismo y la protección de las élites.

La creciente oposición al régimen de Franco llevó a los servicios de inteligencia norteamericanos a centrarse en los jóvenes líderes socialistas a partir de la década de 1960. Los hombres que desempeñaron un papel clave en la transición a la democracia estaban en contacto regular con los espías de la CIA, a quienes proporcionaban información sobre los movimientos de la oposición. En algunos casos, estos contactos se hicieron con el Mossad israelí. Los documentos de la CIA indican que desempeñó un papel importante, incluida la financiación del Partido Socialista Español a través de una fundación alemana perteneciente al SPD (Partido Socialdemócrata) y en la toma del poder por parte de Felipe González en el congreso de su partido en Suresnes en 1974.

El intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 pretendía poner fin a la democratización de España y volver a un régimen autoritario, menos de seis años después de la muerte del dictador. En la mañana del 23 de febrero se produjo un acontecimiento que demostró claramente cómo la CIA controlaba ciertos aspectos de la política española: los pilotos de la Fuerza Aérea de Estados Unidos fueron movilizados y puestos en alerta en las bases del territorio español. Además, esa mañana, el sistema de control del tráfico aéreo estadounidense anuló las emisiones de radio españolas. Todo esto ocurrió cuando, dos días antes, uno de los principales instigadores del golpe, el comandante Cortina, del Centro Superior de Información de la Defensa, visitó al embajador de Estados Unidos en Madrid.

El 23 de febrero, los sistemas de comunicación del ejército interceptaron un mensaje de la CIA dirigido al general Milans del Bosch, uno de los instigadores del golpe, en el que se le decía: «Jaime, ahora estás jugando contra la Corona». Un claro indicio del retroceso de la situación impuesta por la CIA y de la implicación previa de Juan Carlos en el intento. El Rey detuvo un golpe de Estado que él mismo había lanzado bajo la presión de agentes norteamericanos. 

Traducido por Jorge Joya

Original:memoire-libertaire.org


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