‘Biblioteca secreta’: los libros que la ultraderecha no quiere para los niños

En España, la ultraderecha está intentando implantar un pin (censor) parental. Una forma de impedir que en las escuelas públicas se puedan impartir determinados contenidos como la diversidad afectivo sexual, el feminismo, la identidad de género y otros temas, porque dicen que adoctrinan. ¿Cómo contrarrestamos con literatura el adoctrinamiento que nos impone la ultraderecha?

‘Biblioteca secreta’: los libros que la ultraderecha no quiere para los niños / Javier Pizarro

Una jueza de Castellón ordenó en octubre retirar libros de temática LGTBI de los institutos. Hoy, 16 de diciembre, la ultraderecha de Madrid lleva al Parlamento autónomo cómo descafeinar las leyes de protección del colectivo LGTBI. Así que es hora de recomendar ‘Amy y la biblioteca secreta’, del famoso escritor norteamericano de ‘best-sellers’ juveniles Alan Gratz, publicado en España por Takatuka. Una ingeniosa novela para jóvenes donde se aborda el tema de prohibir libros por verles como culpables de ‘corromper’ sus mentes ‘inmaduras’.

El 14 de octubre de 2021 saltaba la noticia a todos los medios de comunicación. Una jueza en Castellón había ordenado la retirada de 11 lotes compuestos por 32 libros cada uno sobre temática LGBTI donados por el Ayuntamiento de Castellón a las bibliotecas de 11 institutos y al centro socioeducativo Pi Gros de la ciudad. Las razones: una supuesta “vulneración de varios derechos fundamentales, como el de los padres a decidir la educación de sus hijos, la libertad ideológica y de culto y la obligación de la administración de ser objetiva y neutral”. Afortunadamente pocos días después el titular del Juzgado de lo Contencioso Administrativo de Castellón levantaba la medida cautelar adoptada.

La política de prohibir lecturas a las niñas y niños no es una acción meramente anecdótica que haya ocurrido puntualmente en Castellón. En Estados Unidos se presentan cada año centenares de quejas contra libros, y en ocasiones estas reclamaciones acaban por conseguir que las obras sean retiradas y desaparezcan de las estanterías de bibliotecas y escuelas. En algunos estados de Estados Unidos hay leyes que amenazan con penas de cárcel a quienes presten libros prohibidos. Libros tan peligrosos como Matilda de Roald Dahl, Las Crónicas de Narnia o la saga de Harry Potter, entre otros muchos. En España, sin ir más lejos, la ultraderecha se empeña en imponer un pin (censor) parental que impida que en nuestros colegios niñas y niños tengan acceso a contenidos de diversidad sexual-afectiva.

Y de ese capricho por prohibir lecturas a las niñas y niños va Amy y la biblioteca secreta, de Alan Gratz, publicado en España por Takatuka. Una ingeniosa novela para jóvenes donde se aborda el tema de prohibir libros por ser los culpables de corromper sus mentes inmaduras. Alan Gratz invita a los lectores a reflexionar sobre este tema. El autor pone de manifiesto que todo el mundo debe tener derecho a escoger sus lecturas y formarse su propia opinión y defiende la importancia de la lucha por que todos los libros estén al alcance de todo el mundo.

Así que hemos hablado con Sheila, una lectora de 12 años, sobre el libro y la hemos invitado a que realice tres preguntas al autor, tras haber devorado el libro casi de una sentada.

¿Cómo se inició tu interés por la literatura?

Desde muy joven quería ser escritor. Una de mis primeras influencias fue la película La Guerra de las Galaxias, que se estrenó cuando yo tenía 5 años; la fui a ver al cine muchas veces y cuando volvía a casa, salía a mi patio trasero y fingía ser Luke Skywalker o Han Solo, y revivía sus aventuras. Pero no solo hacía eso, sino que estaba inventando mis propias historias sobre estos personajes y su mundo. Esas fueron las primeras historias creadas por mí.

¿Es necesario prohibir algunos libros?

No. No hay ninguna situación en la que un individuo deba poder hacer que un libro se elimine de una biblioteca solo porque no le guste. Pero hay una gran diferencia entre elegir una selección de libros para una biblioteca o librería y prohibir libros. Las bibliotecas o librerías pueden decidir qué libros tener o no tener, pero eso no es prohibir, eso es simplemente parte del proceso de creación de la personalidad de un espacio. En mi libro, el sistema escolar tiene un proceso establecido para que los libros sean evaluados a tenor de las edades de las niñas y de los niños. El problema con mi novela en muchas comunidades de Estados Unidos es que esos sistemas de evaluación se están saltando para imponer una mayor censura.

¿Por qué la protagonista no tenía libertad de expresión?

¿Te refieres al principio del libro, cuando Amy no puede hablar por sí misma? Es sencillo, Amy vive en una casa caótica, con personajes más fuertes que ella y a menudo le resulta más fácil estar callada y dejar que otros determinen el curso de su vida. El libro trata sobre Amy, que va a ir aprendiendo que si no hablas por lo que quieres, por lo que crees que es más importante o correcto, nadie más lo hará.

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La excusa para hablar de la censura en el libro comienza tras la retirada de la biblioteca escolar del libro favorito de Amy: en la versión española es Pippi Calzaslargas; en el original es From the Mided-up Files of Mrs. Basil E. Frankweiler. Cambio que se realiza por ser la historia de Pippi mucho más popular entre nuestros lectores. Tras las tres preguntas de Sheila con que hemos abierto la entrevista, continuamos preguntándole a Alan Gratz.

¿De dónde surge la idea de la censura de libros como eje central para tu novela?

Según la Asociación Americana de Bibliotecas, hay alrededor de 350 prohibiciones de libros cada año en Estados Unidos. Pero la Asociación solo informa de aquellos que se hacen públicos y estima que del 85% al 90 % de las prohibiciones no se informa. Eso significa que probablemente haya miles de libros que se retiran de los estantes de las bibliotecas estadounidenses cada año sin ningún tipo de debate. Por eso abordo este tema en mi novela; quería destacar esa injusticia hacia los lectores más jóvenes, para que puedan estar atentos a ella y luchar contra la censura en sus propias comunidades.

¿Hubo algún libro que quisiste leer de joven y no te dejaron?

Sí, ¡quería leer cómics! Pero a mis padres no les gustaban los cómics. Pensaban que eran demasiado populares y nunca me llevaron a tiendas de cómics. Me animaban a leer literatura en su lugar. Leí muy buenos libros gracias a ellos, pero también me hubiera encantado leer cómics de superhéroes. Estaban en su derecho, por supuesto, a prohibirme leer cómics. El verdadero problema habría sido si hubieran tratado de decirle a todos los demás que sus hijos tampoco los podían leer. Y como ocurre en todos los casos en que te prohíben leer algo, los busqué con mayor desesperación y los leí en secreto siempre que se me presentó la ocasión.

Se tiende a cuidar en exceso a los jóvenes, unas veces por evitarles sufrimientos, otras porque consideramos que hay temas que no deberían saber, otras por azucararles demasiado su desarrollo… Pero luego la vida está ahí y nadie los ha preparado. ¿Cómo ayuda la literatura a crecer?

Los libros son un lugar excelente y seguro para que niñas y niños experimenten sobre temas difíciles. Cuando leen sobre temas como el racismo, la guerra o la muerte, les das el tiempo y el espacio para enfrentarse a ellos; la literatura les anticipa la situación para que puedan reflexionar sobre cómo reaccionarían si les tocara vivirlos en el mundo real. Con la literatura los jóvenes también aprenden a empatizar. Una cosa es dar hechos, fechas, números sobre el Holocausto; y otra es presentar a los jóvenes lectores, por ejemplo, el diario de una chica llamada Ana Frank, con la que vamos a vivir su vida, vamos aprender a cuidarla, lloraremos con ella… para terminar reviviendo juntos su vida. La literatura nos permite explorar la experiencia compartida de los seres humanos.

En España, la ultraderecha está intentando implantar un pin (censor) parental. Una forma de impedir que en las escuelas públicas se puedan impartir determinados contenidos como la diversidad afectivo sexual, el feminismo, la identidad de género y otros temas, porque dicen que adoctrinan. ¿Cómo contrarrestamos con literatura el adoctrinamiento que nos impone la ultraderecha?

En Estados Unidos estamos con el mismo asunto. Nuestros políticos de derecha están prohibiendo libros que afirman que enseñan cosas como La Teoría de la raza. ¿Cómo lo combatimos? Para empezar tenemos que sacar estas voces de sus cargos políticos, aunque eso resulta a menudo muy difícil. Más allá de todo esto, tenemos que luchar como Amy en Amy y la biblioteca secreta. Tenemos que hablar, tenemos que desafiar los prejuicios, la desinformación. Tenemos que levantarnos y celebrar a las personas y a los libros que presentan puntos de vista marginados. No podemos esperar a que el arco del universo moral se doblegue hacia la justicia por sí solo; tenemos que arrancarlo, moldearlo y darle forma nosotros mismos.

¿Censuramos demasiado lo que los jóvenes deben leer? De pequeño recuerdo que mis padres colocaban los mejores libros en las baldas más altas de la estantería.

¡Ja! Sí, creo que protegemos demasiado a nuestros hijos. Yo mismo soy padre y quiero proteger la inocencia de mi hija el mayor tiempo posible. Pero el mundo llega a los niños mucho antes de lo que los adultos pensamos. El mundo de un niño o una niña solía ser su hogar, su vecindario y su escuela. Ahora la televisión, las películas, internet… les traen el mundo exterior como nunca antes. Y cuando lo ven tienen preguntas que a menudo no se pueden responder; en el mejor de los casos los llegan a explorar a través de la literatura. Los jóvenes son capaces de manejar mucho más de lo que les damos. A veces no queremos ver esto.

¡Qué miedo le tenemos a los libros!

¡Los libros son muy peligrosos para los dictadores, porque dan ideas a la gente! Hay una razón por la que los tiranos prohíben y queman libros. Cuando las personas aprenden más sobre la humanidad, cuando aprenden más sobre el mundo, en seguida se sienten insatisfechas con las limitaciones que se les imponen, con la subyugación, con las injusticias. ¡Los libros hacen que la gente sea librepensadora, y no hay mayor enemigo para un tirano que un librepensador!

Para una sociedad más crítica, necesitamos jóvenes inquietos y con acceso a todos los temas que les puedan interesar. ¿Qué temas echas de menos cuando lees literatura juvenil?

Me gusta pensar que vivimos en una edad de oro de la literatura juvenil. Si hay un tema que se te ocurra, un tema que incluso te interese remotamente, ¡te garantizo que lo puedes encontrar en la literatura infantil o juvenil de hoy! No siempre ha sido así. En mi infancia [Alan Gratz nació en 1972], el número de temas en la literatura juvenil era increíblemente ilimitado. ¡Ahora tenemos un riqueza infinita! Por eso la ultraderecha, tanto en Europa como en Estados Unidos, no quieren que tengamos acceso a todas estas historias maravillosas y marginadas que descentralizan su propia experiencia. Así que depende de nosotros luchar por esas voces y protegerlas.

Como autor, ¿te autocensuras con algunos temas?

He escrito libros sobre muchos temas difíciles: el Holocausto, la guerra, los refugiados, el terrorismo, y lo que he aprendido es que no puedo decir verdades a medias sobre estos temas. Hacerlo es hacerles un flaco favor a la gente que los vivieron y los soportaron, y también hacerles un flaco favor a mi lectores. Así que siempre soy muy honesto sobre las cosas malas que suceden en el mundo. La única concesión que hago al escribir es contener descripciones muy gráficas de cosas difíciles. En un libro sobre la guerra, contaré todas las personas que mueren y todas las cosas difíciles que han tenido que vivir, pero me retiro de los detalles sangrientos. También elijo no incluir en mis libros blasfemias para que puedan utilizarse sin preocupaciones en entornos escolares.

¿Cómo es tu relación con tus lectores?

¡Me encanta conocer a mis lectores! Con la pandemia ha sido todo mucho más complicado, pero he podido hacer encuentros virtuales con colegios. Recibo muchos correos de fans de todo el mundo, lo que es increíble.

¿Qué pregunta te gustaría hacerte sobre tu novela y nadie te la está haciendo?

Supongo que cuál es mi libro prohibido favorito de los que salen en el libro. Capitán Calzoncillos, de Dav Pilkey.


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