Desde este espacio que nos facilita Paradigma, voy a transmitir, sin duda, desde mi mirada y tratando de ofrecer un altavoz sonoro y lupa de visibilidad a los silencios que pasan desapercibidos en nuestra ciudad.
Elegí comenzar mi recorrido conociendo en mayor profundidad un acontecimiento sin precedentes, catalizador con fin restaurador de la historia reciente, y sanador de las profundas heridas transgeneracionales que perviven en la memoria de muchas familias a quienes les arrebataron sus seres queridos, ya fuera por su ideología, por resultar de molestia a privilegios instaurados o simplemente por intereses particulares y rencillas que saldaron con total impunidad al amparo de un golpe de estado fascista.
No faltamos en este duelo colectivo sin resolver quienes sin tener un vínculo directo con estas víctimas de crímenes de guerra de lesa humanidad sentimos la gran pérdida de mujeres y hombres que, parafraseando a Durruti: “Llevaban un mundo nuevo en sus corazones”… un mundo con enormes dosis de igualdad y justicia social, una construcción colectiva sin antecedentes, que sin duda, hubiera ratificado que “un mundo mejor es posible” y que dotan de profundidad la necesidad de verdad, justicia y reparación.
Hace tres días se cerró, de nuevo, la recién hallada fosa común de personas víctimas de desaparición forzada del franquismo, localizada en el cuadro denominado “Virgen de los Dolores” del Cementerio de la Salud de nuestra ciudad.
Este trabajo que estaba enmarcado en un proyecto de sondeo, ha sido realizado por el Equipo de Aranzadi Zientzia Elkartea, coordinado por la historiadora y documentalista, Carmen Jiménez Aguilera, contando para su ejecución, con un arqueólogo y tres auxiliares especialistas en Arqueología; además de la colaboración por parte de la UCO de alumnado en prácticas y la del excepcional antropólogo forense, Juan Manuel Guijo Mauri.
La localización de esta fosa, que como bien define Juan Manuel, ofrece la imagen gráfica de la puerta de entrada a un campo de exterminio, absolutamente equiparable con Mauthausen, no ha sido un hecho casual, sino producto de un exhaustivo trabajo previo de documentación e investigación, con el que la historiadora documentalista y coordinadora de la Intervención, según nos refiere, detectó la existencia de “un vacío documental, puesto en relación con una necesidad de ampliación del cementerio en los años 36 y 37. Se observó que, en 1937 se había ampliado el cementerio, sin que constara documentalmente el uso del espacio en el que se está desarrollando la excavación«. Todos estos elementos, arrojaban luz acerca de la posibilidad de la existencia, en este lugar, de una fosa común del denominado “Terrible verano y otoño del 36”; que vincula a las personas halladas, con las “represaliadas al calor del Bando de Guerra” emitido por personas de renombre: Cascajo, Zurdo y Bruno, bajo el que cercenaron la vida de cientos de cordobesas y cordobeses, aproximadamente 500 documentadas para este cuadro, aunque no identificadas en los libros contables de la época; como el conocido “Libro del Capellán”, que forman parte de las denominadas personas víctimas de desaparición forzosa, al amparo de la legislación internacional.
Esta hipótesis inicial ha podido constatarse gracias a los trabajos de arqueología, realizados en el sondeo, que según nos revela, Luis Tovar Acedo, arqueólogo en la intervención, se han llevado a cabo basándose en un método reconocido científicamente, que posteriormente facilite el registro documental de las pruebas halladas en el terreno.
En la fosa, aún habiéndose excavado muy superficialmente al tratarse de un sondeo, nos refiere que se observa la existencia de enterramientos colectivos de personas, sin ataúd, en posiciones inverosímiles, con evidencias de muerte violenta (disparos de bala, fracturas perimortem, etc.), intentos de ocultación de identidad (como en el caso del individuo 17, cuyo rostro fue desfigurado postmortem con un bolo de cuarcita) y muestras de ensañamiento y deshumanización que alejan estos enterramientos del ritual normalizado (impactos por ser arrojados como fardos, colocación en prono, mantener maniatadas a las personas tras su muerte, solapamiento de los cuerpos, etc.). Todo ello puesto en relación con los artefactos asociados (proyectiles, mecheros, peines, calzado, cinturones,…) que analizados cronológicamente enlazan con el momento histórico referido.
El antropólogo Juan Manuel Guijo, quien ha realizado la biografía osteológica de las personas exhumadas, nos muestra durante la entrevista alguna de las pruebas constatadas que, puestas en relación con el conjunto de los elementos, conforman las evidencias del crimen cometido (fracturas por impacto de bala en los cuerpos, orificios de salida de tiros de gracia, perdida o fractura dental provocada por golpes perimortem,…). Insiste en la necesidad de no perder de vista el objetivo primordial de este trabajo que es, sin duda, poner en relación a las personas que fueron secuestradas y desaparecidas con sus familias; por lo que a la hora de redactar los informes técnicos es imprescindible hacerlo en un lenguaje asequible, que posibilite la mayor información posible, lo que puede resultar crucial a la hora de la identificación.
En el equipo de Aranzadi afloran las emociones a pie de fosa; que, si bien no interfieren en su intervención y profesionalidad, evidencian la enorme carga emocional que esta barbarie trae incorporada. Desde la “impresión” que provoca a los auxiliares especialistas la disposición de las personas al compararlas con su experiencia previa en necrópolis históricas, a la sensación de “Incredulidad y dificultad de entendimiento por el ensañamiento con el que trataron a las víctimas” que expresa el arqueólogo: “Para mí son ocho horas donde estoy atento a la estrategia, pendiente de la estratigrafía, apuntando la información en las fichas, pensando en cómo dejarlo todo bien para la foto, subiendo cubitos de tierra y sobre todo concentrándome en lo que hacen mis compañeros. Y de vez en cuando, me abstraigo, miro donde estamos metidos, me doy cuenta de la barbaridad, de la deshumanización y no puedo evitar preguntarme cómo hay que estar para hacer esto. No lo entiendo. Ni el nivel de odio, de ceguera, de dejarse llevar… Cómo tanto ensañamiento, cómo tanto dolor en nuestros sondeos. Sigue sin entrarme la cabeza, sigo sin poder comprender, como alguien puede participar en lo que hemos visto.”
Aunque no ha faltado en esta excavación la visita por parte de alumnado de la UCO, y de un instituto de Córdoba, en concreto el IES Trassierra, que ha recogido esta actividad en cumplimiento de las Instrucciones de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, sobre la Memoria Histórica y Democrática; resulta insuficiente a todas luces, el aprovechamiento que desde el ámbito educativo se ha llevado a cabo de este testimonio visual y sobre el terreno.
Como refiere, Juan Miguel Baquero Zurita, periodista, que desde hace varios años ha desarrollado una importante labor de divulgación vinculada a la Memoria Histórica y la represión franquista: “Cada vez que un instituto se acerca a una fosa, un grupo de jóvenes recibe pedagogía de los Derechos Humanos. Sin reparos, sin tapujos, sin falsas equidistancias. Y sin que nadie les robe la historia de su país.”
Quise acercarme al alumnado que asistió y escuchar sus opiniones tras la visita… y aunque aún evidenciaban la impresión que les había causado, una alumna y un alumno de 2° de Bachillerato de Sociales del IES Trassierra, se prestaron a ofrecerme brevemente su testimonio.
Alumna MGG:
«Nos pusieron en antecedentes en clase y me provocó mucha curiosidad. Nunca antes en casa había escuchado nada de esto. Mi conclusión tras esta visita, es que no hay que olvidar las cosas y hay que tener en mente que hay gente que lo ha pasado muy mal y no ha tenido oportunidades como ahora las tenemos. En relación a la posibilidad de repetición de un hecho histórico como éste, no creo que vaya a volver a pasar«.
Alumno RMR:
«Había escuchado hablar de la Guerra Civil. Me ha quedado claro que hubo un bando que impuso sus ideas. Lo que aquí he visto hoy, me ha mostrado la falta de humanidad que tuvieron con las personas que opinaban diferente o a las que asesinaron sin ser culpables. Hay que aprender del pasado, y aunque no me gustaría que volviera a pasar, esta sociedad está muy fragmentada, por lo que quizá es posible«.
En esta mirada amplia, resultaba imprescindible la conversación con Antonio Deza, Presidente de la Asociación Memorialista “Dejadnos Llorar”, muy presente durante todos los trabajos y actos que se han desarrollado en la excavación, y que sin duda es un referente del tesón de los Movimientos Memorialistas en nuestra ciudad. Aprecié, a través de su palabra, cómo ese manido discurso de la supuesta transmisión del odio y rencor enarbolado por la ideología de la derecha, se encuentra diametralmente opuesto al sentir de las víctimas directas y sus familiares. Citando literalmente sus palabras: “Como niño víctima del golpe de Estado de 1936, igual que miles más, ojalá podamos transmitir a las nuevas generaciones los hechos que padecimos tan trágicos y tan tristes, con la serenidad suficiente para que su conocimiento impida que en nuestra patria se pueda repetir un hecho tan vil e inhumano, y que otros padres y madres mueran y otros niños pasen lo que nosotros pasamos”
Aún queda un largo recorrido por alcanzar en el desarrollo de la Ley de Memoria Histórica y Democrática, que tanto resuena en los medios en estos días por las modificaciones previstas.
Tal y como nos informaba Carmen Sánchez, Portavoz de la Plataforma Comisión de la Verdad de Córdoba, existe un incumplimiento reiterado desde que se aprobara el 28 de marzo de 2017, de los tres derechos esenciales que reconoce la Ley Andaluza: el derecho a conocer, a investigar y a reparación plena; lo que ha supuesto un retroceso en los derechos de las víctimas en cuanto a la verdad, justicia, reparación y la garantía de no repetición.
Desde las Asociaciones Memorialistas sienten que hay una explícita inacción por parte de las administraciones vinculadas al Partido Popular, que no dotan de presupuesto para la localización, identificación y exhumación de las 700 fosas que hasta el momento hay en Andalucía; de las que sólo se está interviniendo en 49, habiendo sido dotada económicamente por la Junta, exclusivamente en el caso de la fosa de “Pico Reja”, Sevilla, por un acuerdo comprometido del anterior gobierno.
Evidencian que desde que comenzó la última legislatura, se han suprimido las Oficinas de Víctimas, no existe un censo de éstas, que sí está realizado en el caso del bando fascista, no se ha iniciado ningún nuevo expediente de lugares de memoria. La paralización por el nuevo ejecutivo de la aprobación del decreto de simbología ha permitido la reversión en la nomenclatura de calles en Córdoba a nombres de dirigentes franquistas, incumpliendo con la prohibición en la Ley de la exaltación del régimen.
En cuanto a la investigación, el ejecutivo de PP y Cs solo ha destinado 75.000 euros, de los 260.000 previstos en una orden de 2019, a financiar 20 proyectos de investigación o difusión, dejando fuera 46. La convocatoria lleva dos años sin resolverse, lo que supone una paralización indirecta de las exhumaciones que se nutren de los proyectos de investigación para iniciar los trabajos.
Aún queda por resolver la cuestión de los fondos archivísticos, que se encontraban en la Prisión Provincial, sin digitalizar y sin tratar adecuadamente y que contiene la información veraz de lo que les ocurrió a las personas juzgadas durante el régimen franquista y que se pueden perder por el deterioro.
A pesar del acuerdo alcanzado hace casi un año (11/12/20) en el que la Administración Central, Autonómica, Provincial y Local, se comprometieron a la firma de un Convenio para desarrollar la Ley de Memoria Democrática en la Provincia de Córdoba, se han cumplido los plazos previstos sin la firma del mismo.
Tomando de nuevo como referencia un texto de la exposición itinerante del Fotoperiodista Juan Miguel Baquero, realizada para Diputación de Córdoba, cierro mi particular «Mirada»:
«La tierra tiene que contar la verdad. España debe ofrecer luz y taquígrafos a episodios sometidos al olvido y la impunidad. Que cada fosa abierta sea una irrebatible clase de Historia. Córdoba está haciendo ese camino: investigar las graves violaciones de Derechos Humanos cometidas por el franquismo y que, en gran parte, están por resolver«.
Fuente → paradigmamedia.org
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