Las grietas de la memoria

Urge un nuevo impulso para que entre todos sigamos irguiendo un auténtico muro de Memoria Antifascista, en cuya construcción se unan las nuevas generaciones

Las grietas de la memoria
Angelo Nero


Sin memoria apenas somos islas a la deriva, diminutas, insignificantes en la inmensidad de un océano de silencios. Necesitamos a los otros para construir la memoria. A aquellos que sentimos semejantes, hermanados más allá del espacio y del tiempo. A aquellos con los que dejamos de sentirnos aislados, a aquellos que nos hacen sentir archipiélago. A través de la memoria sentimos el dolor y la felicidad de los que comparten nuestros horizontes, utopías, hombres y mujeres que luchan a nuestro lado, aunque sea a miles de kilómetros de distancia. Mujeres y hombres que sueñan nuestros sueños, en épocas remotas o cercanas.

Barricadas de memoria para que la oscuridad no avance, en infinitas formas de explotación, ignorancia y miseria. Palabras que nos reconocen en distintas lenguas, incluso en aquellas que solo quedan en los libros, pues ya dejaron de extenderse por el viento. Olas que acarician nuestros litorales, y nos traen noticias de otras islas rebeldes con las que levantar puños de tierra, olas que nos semientan en la memoria de otros.

Y ya no hay otros, pues nuestras fronteras se hacen humo, en una geografía de chispas que, poco a poco, van prendiendo las llamas de la fraternidad. Y también, isla de viento, de sal y de tierra, incorporé la memoria de los muertos para que me llevaran hacia ese archipiélago de memoria en el que dejaban de morir, pues se irguieron un puñado de islas para recordar sus nombres, sus voces.

Hace cuatro años, con motivo del Homenaje Nacional a las víctimas del franquismo en Galicia, que reúne en la illa de San Simón a los diversos colectivos memorialistas convocados por la Iniciativa Galega pola Memoria, escribí este fragmento, parte de un trabajo colectivo que se lleva editando desde hace casi una década, como una pequeña barricada de letras contra el olvido. Porque el olvido es la victoria de los verdugos, de aquellos que durante cuarenta años asesinaron, encarcelaron, violaron, torturaron, espoliaron, y durante otros cuarenta continuaron impunes, manteniendo sus estructuras de poder en todas las instancias del estado. La memoria, tal como me enseñó el poeta Luís Chapela, la primera vez que me llevó a la illa de San Simón, es la mejor arma que tenemos para construir el futuro.

En esta década en la que he dejado de ser una isla a la deriva y me he sentido parte de un archipiélago de memorias, me he encontrado con hombres y mujeres que sueñan mis propios sueños, como Montse Fajardo, Luís Bará, Chato Galante, Pepe Álvarez, Xavier Moreda, Sabino Cuadra, Rosa García Alcón, Abel Aparicio, Manuel Blanco Chivite, Telmo Varela, Sol Gómez Arteaga, Carlos Morais, José Vieira, y tantos otros, he escuchado las voces de aquellos que ya no tienen voz, he visto los rostros de las invisibles, he conocido sus nombres y sus historias, que nunca se deberían olvidar, porque es la única garantía de que no se vuelva a repetir ese pasado de sombras.

Ahora que el fascismo vuelve a caminar por nuestras calles, y por las grietas de nuestra memoria se cuelan los aires revisionistas, que intentan minimizar los crímenes del franquismo y de esa transición que no fue tan pacífica como nos la intentaron vender, urge un nuevo impulso para que entre todos sigamos irguiendo un auténtico muro de Memoria Antifascista, en cuya construcción se unan las nuevas generaciones, aquellas para los que lo histórico se les antoja algo demasiado lejano, porque no aprendieron a relacionarse con un pasado que se les ocultó en aras de una democracia vigilada y pactada entre los que detentaron el poder en el antiguo régimen, y los llamados a pilotar la restauración monárquica, con una constitución escrita a punta de pistola.

La Memoria Antifascista es una de las herramientas más útiles, aunque no la única, para luchar no solo contra el olvido, sino contra esa historia que escribieron e impusieron los vencedores, los que se alzaron en armas contra la República, los que nos sepultaron en una “longa noite de pedra”, y los que crearon también el mito de la transición, los que ahogaron en sangre las revueltas obreras, mientras mantenían a una monarquía corrupta, a un sistema judicial injusto, a una clase política supeditada a los poderes económicos.

Hay que llevar el Antifascismo no solo a las calles, también a las fábricas, a las escuelas, a los edificios públicos y a todos los lugares donde se pueda, para dar el combate por Nuestra Memoria, por la que nos pertenece a todos, por la que se construye entre todos y para todos, porque dejarla en manos de otros ya sabemos que resultado da, el de que sean los hijos y nietos de los verdugos los que crean el relato, y con la ayuda de los medios de comunicación masivos y de los grandes poderes económicos, sigan afianzando una historia falsa, que vuelve a insultar a las víctimas.

Es momento de abandonar la resistencia y pasar a la ofensiva, con todas las fuerzas a nuestro alcance, para tapar las grietas de la memoria, para dejar, para siempre, de ser islas.


Fuente → nuevarevolucion.es

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