'La verdad sobre Franco', ¿y sobre Juan Carlos?

España no ha hecho, todavía, el 'Aufarbeitung' de su dictadura “basada en el terror”, la conversación crítica pública en la sociedad sobre lo que fue la dictadura y todas sus consecuencias

'La verdad sobre Franco', ¿y sobre Juan Carlos?
Pablo Martínez-Calleja
 

La nueva serie, al menos recién descubierta por las redes sociales en las que yo me muevo, no es de Netflix sino de La 2 alemana, la cadena pública zdf. La serie se ofrece en el canal Netflix, de pago, y en el mediateca de la zdf, pagada con los impuestos obligatorios de radio y televisión.

La primera noticia que me llega es que la serie se puede ver pero solo con subtítulos, algo desacostumbrado en España, donde todo se dobla. Es evidente que muchísima gente no verá la serie porque le aburre tener que seguir los subtítulos. Aunque parezca extraño, y a diferencia de Portugal, ofrecer subtítulos es asegurar que solo un pequeño porcentaje de la población la verá. Algo comparable a cuando había españoles que iban a Perpignan a ver películas de destape.

La serie comienza con el título La verdad sobre Franco. La dictadura olvidada, en la que se califica a Franco de déspota terrible desde los primeros momentos. Se hace referencia a su niñez infeliz, se califica a su padre de vividor y se presenta a un Franco mediocre, sanguinario y sin escrúpulos durante la guerra de África, en la que hace carrera.

Se habla de una herida de guerra en el bajo vientre, a la que se le atribuye la falta de deseo sexual, asunto que luego se conecta con la teoría, Paul Preston, de que a su esposa nunca se la viera embarazada, y los rumores de que su hija podría ser hija de su hermano Pedro y de una prostituta (sic.).

Hasta aquí, y algo más adelante, el relato sobre la figura de Franco y la negrura en la que entierra viva a la sociedad española es desacostumbrado escucharlo en una cadena de televisión pública. Así vamos avanzando hasta el capítulo cuarto, en el que comienza el declive, en mi opinión, a partir del momento en que se habla de una sociedad en la que se radicalizan las protestas. Las palabras no solo tienen el significado semántico que el diccionario les atribuye, tienen un significado también ideológico politizado. Cuando en la serie se habla de las reformas económicas radicales del nuevo gobierno de tecnócratas de 1957, el significado de radical no es el mismo que cuando se habla de unas protestas que se radicalizan, sobre todo si esto se dice en el contexto actual y en el contexto del final de “una dictadura basada en el terror” (sic.) hasta el final.

Van a pareciendo expresiones que, dan la impresión, de ir preparando un determinado desenlace al relato. Y es así, cualquier escritor sabe que los relatos son un fluir de expresiones que va llevando a løs lectores al lugar escogido por el escritor: “España es un país dividido en dos”, “las protestas se radicalizan”, “¿Podrá el joven rey…?”

A doce minutos del final del cuarto capítulo ya el relato está centrado en Juan Carlos de Borbón, en su tarea titánica, en sus habilidades, en su heroísmo ante el intento de golpe de Estado del 23 de febrero, y Carmen Iglesias llega a referirse a su propia emoción ante el suspiro de Juan Carlos de Borbón al final del discurso televisado en la noche del 23F como un elemento más de todo aquel heroísmo.

Cabe pensar, la verdad, en lo importante que es que se extienda una verdadera información sobre la dictadura, hoy olvidada, de Franco, “basada en el terror”, en palabras concretas del reportaje. Parece importante realizar una escucha atenta, ahora que se puso de moda eso del relato y la narrativa, que todo escritor ofrece a su lector un relato pensado de principio a fin con un objetivo, y que el objetivo del escritor es el final de su relato y cómo toda su narrativa lleva, conduce y termina en el final de ese relato. Todo relato está construido para presentar un final.

El final se anuncia en los últimos doce minutos del capítulo cuarto, y el capítulo quinto es ya todo una canto lleno de loas a Juan Carlos de Borbón. Si esto debe ser así o no se lo dejo a løs atentos lectores de ese relato. También si fue real que existiera una verdadero riesgo de otra guerra civil, como en esta serie se vuelve a insistir, teniendo en cuenta que se dice “otra guerra civil”, o sea, una guerra como la que ya hubo, a pesar de que en la serie se afirma que sin el concurso de Alemania e Italia, pero sobre todo de Alemania, no hubiera habido nunca una guerra civil en España. ¿Quién hubiera hecho posible una guerra civil a la muerte de Franco? ¿De dónde hubieran salido las armas? ¿Hubiera consentido la Comunidad Europea una guerra en España? ¿Hubiera sido suficiente para una guerra civil la teórica posibilidad de las acciones de ETA, que ya existía? ¿De dónde hubiera obtenido las armas si toda Europa lo hubiese impedido? El mundo de 1975 era ya el mundo de la ONU y no el de la Sociedad de Naciones, ello sin contar con la situación de Guerra Fría.

Desde Europa se sigue advirtiendo de aquel riesgo de guerra civil que más parece, y parecía, la narrativa necesaria para el necesario relato de la Transición, que esta serie insiste en no examinar sino en santificar.

España no ha hecho, todavía, el Aufarbeitung de su dictadura “basada en el terror”, la conversación crítica pública en la sociedad sobre lo que fue la dictadura y todas sus consecuencias. La serie insiste en que España sigue atrapada en el pasado de su dictadura. Parece que habrá que hacer algo, hablar de lo que pasó, de cómo pasó y de quién lo hizo.


Fuente → lavozdelsur.es

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