La entidad ultraderechista conmemora este viernes el 45 aniversario de su nacimiento. La Ley de Memoria Democrática que impulsa el Gobierno sitúa por primera vez en el horizonte su posible extinción por vulnerar la memoria de las víctimas.
Desde un punto de vista estrictamente legal, todo empezó un 8 de octubre. Aquel día de 1976, Carmen Franco Polo, hija del dictador, encabezaba la comitiva que daría el paso necesario para inscribir a la FNFF en el registro de entidades sin ánimo de lucro. El acto fue formalizado ante el notario Alejandro Bérgamo, que tomó nota de los objetivos declarados por 226 socios fundadores. Entre ellos, además de Carmen Franco, figuraban militares, dirigentes falangistas y cargos públicos del régimen que rendían así homenaje al dictador, fallecido 11 meses antes.
"Francisco Franco ha muerto, pero su memoria tiene una presencia en el pueblo español que ninguna insidia ni silencio podrán acallar jamás", decía el manifiesto fundacional que se publicó en mayo de 1976 y que sirvió como lanzamiento de la fundación, cuya inscripción ante notario se produciría cinco meses después.
Entre sus fines fundacionales figuraba "difundir el conocimiento de Francisco Franco en su dimensión humana y política", "contribuir a la proyección de su ideario sobre el futuro de la vida española" o también "exaltar su vida como modelo de virtudes puestas al servicio de la patria y todas cuantas acciones conduzcan a enaltecer la figura de Franco y preservar su legado".
El 24 de noviembre de 1976, el patronato de la FNFF con Carmen Franco a la cabeza se presentó en el Palacio Real, donde les esperaba el rey Juan Carlos I. En ese encuentro, la hija del dictador le entregó al monarca la primera medalla de oro que concedía la fundación.
Además de mostrar su reconocimiento hacia el rey, los máximos responsables de la entidad franquista aprovecharon el encuentro para hacer una solicitud insólita: según resumió al día siguiente la agencia Logos –vinculada al nacionalcatolicismo–, para pedirle a Juan Carlos I "que facilitara algunas dependencias del palacio de El Pardo para la sede de la fundación".
En ese clima de camaradería, los patronos de la fundación sugirieron también al monarca que intercediera para "poner fin a la campaña de descréditos, insultos y falsedades en torno a la figura insigne de Francisco Franco". Según narró la agencia Logos citando fuentes de la propia fundación, el rey les respondió que "ni las leyes vigentes en España, ni en cualquier Estado, permiten que se ofenda a la memoria de sus jefes de Estado ni de sus reyes".
Declaración de guerra
45 años después, la FNFF sigue dedicada en cuerpo y alma a la apología de la dictadura. La presidencia está a cargo de Juan Chicharro Ortega, un general de división de la Marina ya retirado que llegó a desempeñarse como ayudante del rey Juan Carlos I.
Chicharro no es el único miembro de la junta directiva franquista que hasta hace muy poco vistió uniforme: en la mesa de reuniones suele acompañarle el general de brigada (también retirado) Adolfo Coloma Contreras, quien en 2007 se encargó de adiestrar y formar al componente combinado conjunto de operaciones especiales de las fuerzas de reacción rápida de la OTAN. También estuvo al frente del Mando de Operaciones Especiales (MOE) del Ejército, con sede en Alicante. Ahora ejerce de coordinador de delegaciones en la FNFF.
Los últimos escritos e intervenciones de los principales miembros de la fundación están dirigidos contra la Ley de Memoria Democrática del Gobierno, que contempla la ilegalización de aquellas organizaciones que, tal como ocurre con esta fundación franquista, hagan enaltecimiento de la dictadura.
"¡Nos han declarado la guerra!", escribió esta misma semana uno de los rostros más conocidos de la Fundación Franco, el abogado Jaime Alonso. En un texto difundido a través de la web de dicha entidad, sostiene que España está hoy gobernada por "la misma conjunción que hizo fracasar la convivencia, el orden social y político, llevando al enfrentamiento civil a los españoles".
En esa línea, Alonso advierte que "un gobierno despótico y totalitario ha colocado en la diana de la persecución a los españoles que manifiesten su funesta manía de pensar". Siguiendo con el tono bélico, asegura que "hoy la guerra es más incruenta y se conforma con la 'muerte civil', con la 'proscripción social' del adversario". "La muerte civil traerá el silencio de los corderos, la mansedumbre del rebaño y a los perros obligando a permanecer en el redil", pronostica.
Fuente → publico.es
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