Antonio Salón, miliciano con conocimiento de causa

Antonio Salón, miliciano con conocimiento de causa [Miguel A. Fernández]

La fotografía está tomada en algún lugar de Bizkaia a principios de 1937. Si no fuera por los correajes y las graduaciones militares que aparecen aquí y allá, podríamos pensar que se trata de una cuadrilla vasca que busca captar para la posteridad una reunión festiva. El ambiente es, hasta cierto punto, divertido; así lo expresan sus semblantes: si exceptuamos la figura central, casi todos los demás sonríen y los gestos son distendidos. Pero, aunque no lo parezca, la instantánea de la oficialidad del batallón ‘Isaac Puente’, se ha producido poco tiempo después de la sangrienta batalla de Villarreal, con el que las fuerzas leales a la República han intentado, sin fruto, llegar a Vitoria, a la vez que aliviar la presión franquista sobre Madrid, y en la que los milicianos se han batido el cobre sufriendo numerosas bajas (1).

Entre los presentes, al lado de Enrique Araujo, personaje central y comandante de la unidad, destaca un teniente de raza negra. Sonríe, como el resto de sus compañeros, ajeno al hecho de que pocos meses después será hecho prisionero por las tropas italianas en la encerrona de Santoña (2).

Una presencia singular, pero que no debería sorprendernos, pues en las unidades confederales vascas es habitual ver extranjeros e incluso mandos de origen latinoamericano: Julio Martínez Sánchez, capitán de la 1.ª compañía del batallón Bakunin es natural de La Habana; Manuel Azurmendi Embeitia, teniente del batallón Malatesta lo es de Montevideo. Por su parte, Manuel de la Mata Ibeas, comandante del Isaac Puente, es cubano y el capitán ayudante, Argentino Eizaguirre Fernández, porteño, tal y como denota su nombre. Todo ello, sin contar los numerosos milicianos rasos de origen foráneo. De hecho, es tal el contingente de voluntarios extranjeros presentes en Euskadi, que en diciembre de 1936 la CNT inicia la organización de un Batallón Internacional para agrupar a los “compañeros de todas las nacionalidades residentes en el Norte”, siguiendo el ejemplo de las Brigadas Internacionales, y a principios de enero, anuncia la formación del “Batallón Internacional del Norte”, que será el 7.º de la CNT y 65.º de Euzkadi y que trataría de agrupar a todos los voluntarios extranjeros en general y a los anarquistas en particular. En todo caso, la unidad no llegará a constituirse como batallón de combate y su actividad se reducirá a actuar como unidad de reserva y recuperación, para desparecer al ordenarse la supresión de las incompletas, y pasar sus integrantes a otras unidades (3).

En todo caso, Antonio Salón Cubano, que así se llama el miliciano que nos ocupa, no ha venido de allende nuestras fronteras: de hecho, ha nacido en Santurce y al comienzo de la guerra, momento en el que se incorpora a las milicias confederales, es vecino de Bilbao. La sentencia que, una vez capturado, le condenará a 15 años de reclusión por su actuación en la guerra, evidencia un discurso lleno de prejuicios: aunque perteneciente a la raza negra, de nacionalidad española” , “carente en absoluto de conocimiento y dotes culturales”… (4).

Desconocemos la capacidad intelectual de Antonio, pero estamos convencidos del trasfondo racista de las afirmaciones que contiene la sentencia, pues precisamente lo que evidencia su historia personal es que desde bien joven tuvo indudable conocimiento de causa, la de las luchas y aspiraciones de la clase obrera y libertaria a la que pertenecía. De hecho, el santurtziarra entró pronto a trabajar en los Altos Hornos, afiliándose a la CNT; e iniciada la guerra, no dudaría tampoco en sumarse a sus compañeros de ideal en el batallón Isaac Puente, donde destacaría por su arrojo en la sangrienta batalla de Villarreal, lo que le llevaría a ser ascendido a teniente. De igual manera, participaría en la ofensiva contra Oviedo, donde ocurriría un hecho que nos hace ver que tampoco carecía de sentido del humor y buena coña: en las escaramuzas por la infructuosa conquista de la capital asturiana, uno de los compañeros de batallón está a punto de disparar al confundirle con un integrante de las tropas moras que se encuentran guerreando como mercenarios para el bando nacional. Antonio, enterado del suceso, jurará jocoso pintarse las orejas de rojo y reflejar así, en su cara, los colores confederales para no volver a ser confundido con el enemigo. El hecho viene recogido por la reportera Cecilia G. Guilarte -otra injustamente olvidada- en CNT del Norte, periódico para el que se encuentra cubriendo la guerra en el frente de Oviedo (5).

Tras continuar el combate contra el fascismo en Bizkaia y Santander, será capturado y recluido en los penales de Bilbao y Astorga, ciudad en la que se asentaría tras su liberación (y muy cerca de La Bañeza, donde fallecería poco después de enfermedad).

Recuperar pequeñas historias como la de Antonio Salón ayudan a ir ampliando el desconocido mosaico de las minorías racializadas en el seno del Movimiento Libertario. Algo en lo que ya han abierto senda los recientes trabajos sobre Mariano Rodríguez Vázquez, “Marianet”, que llegaría a ser secretario general de la CNT, Helios Gómez Rodríguez, el “artista de la corbata roja” con viajes de ida y vuelta al anarquismo, o la incombustible miliciana donostiarra Casilda Hernáez Vargas, todas ellas, personas de etnia gitana.

Notas

1. Hay varias copias de la imagen colgadas en las redes sociales, pero el original forma parte del impresionante Archivo fotográfico de la guerra civil española de la Fundación Anselmo Lorenzo.
2. Otros datos afirman que fue capturado en Bilbao, copado por las fuerzas nacionales.
3. “Voluntarios internacionales y asesores extranjeros en Euzkadi (1936-1937)”. Francisco Manuel Vargas Alonso. Historia contemporánea nº 34, pp. 323-362 (2007).
5. “Nuestra reporter en los frentes de Oviedo”. CNT del Norte, 26 de febrero de 1937. elgrancapitan.org

Fuente → serhistorico.net

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