El pueblo navarro fue objetivo especial de los franquistas tras la sublevación militar del 18 de julio del 36. En este territorio aplicaron con criminal saña todo tipo de acciones violentas y sanguinarias para mandar un mensaje a la población rebelde.
En su extensa relación de crímenes nadie olvida uno que si no fuera por la verificación histórica realizada y por la existencia de testigos y familiares que lo denunciaron, parecería imposible de acometer por el género humano. Pero el odio fascista ya demostró en distintas fases de la historia que supera en crueldad y maldad lo que pareciera inimaginable.
El caso de la niña Maravillas Lamberto que con tan solo 14 años fue violada delante de su padre, ejecutada y posteriormente, tras ser de nuevo violada, arrojaron su cuerpo a los perros. Un hecho espeluznante que muestra con que odio e inquina se entregaron los adeptos a Franco y los golpistas a la causa de la represión
El pasado domingo 15 de agosto se cumplió el fatídico 85 aniversario de esta barbarie y conviene no olvidar para que la historia no se repita.
Maravillas Lamberto vivía en Larraga, localidad navarra situada en la comarca de Tafalla y en la Merindad de Olite a 38,4 kilómetros de Pamplona. Su población actual es de poco más de 2000 habitantes. El padre de la niña, Vicente Lamberto, modesto agricultor afiliado al sindicato socialista Unión General de Trabajadores (UGT).
Detenciones en la noche
A los pocos días del golpe de estado contra la II República, concretamente el 15 de agosto de 1936, dos miembros de la Guardia Civil acompañados de un falangista del pueblo y otro civil de la localidad se presentaron de noche en su domicilio y, tras aporrear la puerta amenazando con derribarla, detuvieron a Vicente Lamberto que dormía en ese momento. En un gesto que muestra la valentía de la pequeña Maravillas y el amor que profesaba a su padre, ella, la mayor de tres hermanas, rogó que la dejasen ir con su progenitor y acompañarle. Ambos fueron conducidos por la Guardia Civil a las Casas consistoriales de Larraga.
Una vez llegado al ayuntamiento, el padre fue encerrado en el calabozo municipal mientras que a su hija la llevaron a la planta de arriba del edificio. Y ahí comenzó la auténtica tortura de la pobre niña. Maravillas fue violada de manera reiterada durante toda la noche. Testigos revelaron que los gritos de la chiquilla se oyeron desde fuera de las dependencias y que a la mañana siguiente la vieron salir hacia su destino final con un aspecto deplorable y la ropa destrozada. Posteriormente, padre e hija, fueron fusilados en un paraje de Ibiricu a 40 kilómetros de Larraga. El cuerpo desnudo de la niña fue arrojado a los perros para que la devoraran.
De nuevo violada ante el padre y sus restos echados a los perros
El historiador Iñaki Egaña reprodujo en su obra Los crímenes de Franco en Euskal Herria. 1936-1940 los trágicos hechos. Según narra este investigador, Maravillas y su padre fueron conducidos hasta una zona de la carretera de Estella a Etxarri Aranaz. Allí volvieron a violarla ante los ojos de su padre para asesinar a ambos posteriormente. Los restos de la niña no se hallaron hasta una semana después y solo se logró por el nauseabundo olor que desprendía. Era verano y la descomposición hizo efecto. Tenía partes de su cuerpo totalmente devoradas y se hallaba totalmente desnuda. Tal fue su descomposición que los vecinos tuvieron que rociar los restos con gasolina para después quemarlos.
Encarcelan a la madre
La represión contra esta familia continuó con el robo de sus tierras y con el encarcelamiento de su madre. Tras lograr salir de prisión, Paulina Yoldi, y sus dos hijas Pilar, de 10 años, y Josefina, de 7, se fueron de Larraga por miedo a que los sanguinarios fascistas aumentasen su odio sobre ellas tres. Aunque Josefina pudo ingresar en un convento de monjas deseando lograr unos estudios que le permitieran desenvolverse mejor en la vida, fue tratada durante 30 años como una esclava. De hecho, fue trasladada a Pakistán dentro de la orden y se le impidió regresar a su tierra.
Los criminales con impunidad franquista
Al cabo de los años la pequeña de la familia Lamberto pudo regresar a Pamplona donde trabajó en un comedor social (en la foto de Euskal Irrati Telebista). Fue quien mantuvo viva la llama de la reivindicación de la memoria de su padre y de su hermana Maravillas vilmente asesinados. Los restos de su padre no han sido encontrados y yacen en la desconocida cuneta donde fue arrojado tras asesinarle. Josefina puso en manos de la justicia argentina estos dos horrendos crímenes. Sus responsables jamás tuvieron que comparecer ante los tribunales por ello. La impunidad franquista les protegió.
Fuente → elplural.com
No hay comentarios
Publicar un comentario