Justicia podrida, justicia franquista
La Judicatura, a través de su Tribunal Supremo, no dudó en ponerse de parte de las querellas formuladas por el Sindicato fascista Manos Limpias y la Falange Española fallando en que Garzón, así como los tribunales españoles, no son competentes para enjuiciar los crímenes del franquismo. Asimismo, el Tribunal Supremo no dudó en ponerse de parte del partido podrido y corrupto PP, fundado por un ministro de Franco, condenando a Garzón por prevaricación por la investigación de éste de la corrupción del PP en el caso Gürtel.
Y es que en el Estado español la corrupción y el fascismo son intocables, son enjuiciables y todo aquél que ose hacerlo no puede más que recibir la represión del Estado pues, en esencia el Estado es un instrumento fascista al servicio de los monopolios el cual es manejado a través de la corrupción, ergo el Estado es la corrupción institucionalizada.
Nueve años después de sendas condenas, el Comité de Derechos Humanos dictamina que Garzón no tuvo un juicio imparcial, o lo que es lo mismo, que la Justicia española está alineada con los criminales franquistas y con los corruptos herederos de Franco. Nada nuevo por otro lado pues el Estado español hoy es, en esencia, el Estado Franquista salvo algunos retoques cosméticos que en 1977 le dieron los fascistas en alianza con los oportunistas (PCE).
De todos modos, Franco tenía razón cuando dijo aquello de que dejaba todo atado y bien atado, y de poco servirá este Dictamen del Comité de Derechos Humanos de la ONU pues según la propia jurisprudencia del fascista Estado español y su Judicatura, no le vincula lo que el Comité de Derechos Humanos de la ONU dicte. Por tanto, para los fascistas togados de la Judicatura esto es como si oyeran llover. La ONU no ha hecho más que constatar una realidad que los obreros del Estado español y del mundo saben, que no es otra cosa que la naturaleza fascista del Estado y, consecuentemente, la existencia de una Judicatura parcial y podrida.
Y es que la putrefacción de la justicia y su parcialidad es algo que los propios fascistas reconocen. En plena orgía represora contra el pueblo catalán, en 2018, podíamos leer en la prensa burguesa determinadas opiniones del portavoz del PP en el Senado, Ignacio Cosidó:
Por no hablar de cómo el PP utilizaba el Estado, y concretamente la fiscalía, en la defensa de las posiciones reaccionarias peperas en sus disputas contra el nacionalismo catalán, abriendo en canal al Estado que queda retratado como una auténtica mafia.
Que la judicatura y el Estado son fascistas, que son instrumentos al servicio de los corruptos y de los fascistas, porque esa es precisamente tanto la forma mediante la que los monopolios gobiernan de manera efectiva el Estado como la ideología que abrazan, se ve en la existencia de presos políticos y de exiliados. En el Estado español los juzgados son auténticos arietes contra el pueblo, y ahí están los juzgados de lo social que emiten sentencias criminales siempre en favor de los empresarios y una sala de lo Social en la Audiencia Nacional, que son todavía más reaccionarios que los propios empresarios, por no hablar del Consejo General del Poder Judicial donde los partidos políticos reaccionarios (PP-PSOE) colocan a sus marionetas para dirigir la Judicatura en lo que constituye un claro ejemplo de la inexistencia de la separación de poderes que los voceros del capital tanto pregonan, pero que en la práctica es una entelequia.
Otra derivada de este asunto que debemos tener en cuenta, sobre todo aquellos que abrazan al oportunismo, es que Roma no paga traidores. No hemos de olvidar que Baltasar Garzón ha sido el brazo ejecutor de comunistas siguiendo directrices de un fiscal del OPUS DEI para ello, fue el brazo ejecutor de la ilegalización de BATASUNA, no dudó en perseguir al independentismo vasco, criminalizando y cerrando medios de comunicación disidentes como Egin, Egunkaria, Ardi Beltza o Egin irratia. Por no hablar de que también fue el brazo ejecutor del Estado fascista en la persecución al independentismo catalán el año de los Juegos Olímpicos de Barcelona, en la denominada ‘Operación Garzón’ en lo que fue otra caza de brujas. A pesar de todo eso y muchas más tropelías ejecutadas por Garzón, el Estado no tiene contemplaciones si se toca, aunque sea de soslayo, lo que son sus pilares, como son el fascismo – que es la ideología que abraza el Estado – y la corrupción. Roma no paga traidores.
Nuevamente el Estado español resulta retratado como lo que es, un Estado fascista donde la justicia es parcial y donde no hay garantías judiciales, donde la judicatura es un instrumento de los monopolios para que los corruptos y los fascistas campen a sus anchas y tengan la más absoluta impunidad – y ahí está el PP plenamente legal – a la par que es un instrumento de represión contra la clase obrera y de legalización de la explotación más descarnada, de la violencia de la burguesía contra la clase obrera.
Y es que no tenemos que olvidar que Baltasar Garzón fue magistrado, y su aspiración es seguir siéndolo, de la Audiencia Nacional, que de un día para otro pasó de ser el Tribunal de Orden Público franquista para convertirse en “un tribunal democrático”. La transición fue sinónimo de cambiar el nombre a las cosas pero mantener la misma naturaleza de dichas cosas, el mismo fascismo y a los mismos fascistas.
¡Esa es la “democracia” española! ¡Esos son los tribunales españoles! Señalados por todos como tribunales podridos, como tribunales que persiguen a ciudadanos por su ideología, que juzgan a líderes políticos sin garantías democráticas, que persiguen y encarcelan a cantantes, y que han sido condenados por negarse a investigar denuncias de todo tipo de torturas.
Nuevamente queda en evidencia el Estado español, nuevamente se muestra que el Estado español de hoy no es más que el mismo Estado franquista con un cosmético que nunca logro ocultar su esencia fascista y criminal que perdura desde hace prácticamente 8 décadas.
Pero el fascismo es un poder precario, es un poder con pies de barro, hundido en el cieno de la corrupción y que está totalmente quebrado. Es la constatación de que estamos en la fase histórica donde lo viejo debe terminar de morir y lo nuevo, el socialismo, debe imponerse, por ello el fascismo es la única vía que tiene el capital financiero para mantener en pie a su sistema caduco, corrompido y quebrado. Se aproxima una depauperación mayor en la vida del pueblo trabajador, al que le han arrebatado todos sus derechos y únicamente le queda uno, el derecho a la revolución contra un sistema criminal que lo oprime y que lo hunde en el oprobio. El socialismo es la única salida que tiene nuestro país y el género humano, el único que puede resolver los males que hoy nos azotan, y así lo acredita la historia, pero él no vendrá caído del cielo, sino que será producto de la acción revolucionaria del proletariado que únicamente puede producirse por la existencia del Partido, instrumento que lleve a las masas el socialismo científico y que lo dote de un programa y una táctica para derrocar al capitalismo y hacer que éste desarrolle el socialismo. Es nuestro deber fortalecer al partido para dirigir a nuestra clase social a arrancar a nuestro país de la cadena imperialista, esa debe ser nuestra labor fundamental y la forma de expresar nuestro internacionalismo, de contribuir a la Revolución Mundial.
Fuente → analisis.pcoe.net
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