“Hay un gran desconocimiento de la Matanza de Atocha por parte de generaciones jóvenes. Hay mucho por hacer en cuanto a la Memoria Histórica”

 

“Hay un gran desconocimiento de la Matanza de Atocha por parte de generaciones jóvenes. Hay mucho por hacer en cuanto a la Memoria Histórica”

La Matanza de Atocha, de la que en 2017 se cumplieron cuarenta años, se ha convertido en un símbolo de cómo un régimen que agonizaba (y que ha sobrevivido en muchos aspectos en la imperfecta democracia española) quería morir matando. Alejandro Ruiz-Huerta es el único de los abogados de Atocha que sufrió el atentado y queda vivo para contarlo hoy. Cuando se sienta a escribir sus memorias, es incapaz de narrar el fatídico día. Para retrasar el momento de enfrentarse a ello, comienza a recordar por su época universitaria. Su relato es, al mismo tiempo, el de una persona que luchó por sus ideas hasta las últimas consecuencias y el de un período fundamental para comprender nuestra historia reciente. Del 11 de septiembre al 2 de octubre vuelve al Teatro del Barrio Atocha, el revés de la luz, que gira en torno a aquel sangriento episodio. Hablamos con Javier Durán, su autor y director.

Fue Alejandro Ruiz Huerta quien te propuso montar una función sobre la Matanza de Atocha, ¿verdad? Así es. Coincidí con Alejandro en una comida y me contó que tenía en mente llevar su historia a escena. Él inicialmente me habló de una especie de recital con proyecciones, pero yo le dije que, como dramaturgo, veía más apropiado escribir una obra de teatro. Le pareció bien y nos pusimos manos a la obra.

¿Cómo fue la colaboración? Alejandro es una persona extraordinariamente generosa, por lo que ha sido muy fácil y enriquecedor disponer de su testimonio de primera mano. Nos entrevistamos varias veces y me dio consejos acerca de bibliografía. A partir de ese momento, me dio plena confianza para abordar el tema como creyera conveniente. Una vez terminado el texto, fue la primera persona en leerlo, y sus reacciones fueron muy favorables.

Es importante que este sobreviviente intervenga al contar esta historia, ¿no? Por supuesto, es muy importante recoger el testimonio de alguien que ha vivido un episodio tan relevante de nuestra historia. Lo que más me llamó la atención es su aplomo para contar un acontecimiento tan atroz. Creo que se debe, por un lado, a un largo proceso terapéutico y, por otro, a la responsabilidad que siente de transmitir la historia para que las generaciones posteriores la conozcan. Esto último me parece especialmente admirable, porque a su edad bien podría estar tranquilamente retirado y, sin embargo, continúa asistiendo a numerosos actos de homenaje en un claro ejemplo de compromiso con la memoria colectiva.

¿Qué significó el atentado de Atocha para la llegada de la (muy imperfecta) democracia actual? Estoy de acuerdo en que nuestra democracia tiene muchas cosas revisables, y personalmente creo que es conveniente trabajar día a día para mejorarla, pero en 1977 la situación era bastante crítica. En concreto, la semana del 24 de enero fue una semana muy difícil que pudo haber desembocado en una peligrosa escalada de violencia. Hubo militares secuestrados, estudiantes asesinados y luego el atentado al despacho, todo eso con Franco ya muerto pero sin una certeza acerca del rumbo que tomaría el país. Entonces, cuando se conoció el itinerario que seguiría el cortejo fúnebre, la población salió en masa a mostrar sus condolencias a las víctimas y su rechazo absoluto a los actos violentos. El entierro se convirtió así en un clamor que gritaba «basta ya» a una situación que había durado demasiado. ¿Cómo de determinante fue eso para la llegada de la democracia? Es difícil cuantificarlo, pero hay un par de hechos que a mí me parecen muy reveladores. El primero es que el rey sobrevoló la manifestación desde un helicóptero. No sé cuál era su objetivo, pero sí sé que lo que vio fue un pueblo pacífico manifestando hartazgo de forma masiva y silenciosa. El segundo es que, cuando la policía comprendió el alcance que iba a tener el entierro, delegó la organización de la seguridad en el Partido Comunista, que entonces todavía era ilegal. A mí esto me resulta interesantísimo, porque demuestra que la policía era consciente de la capacidad organizativa del partido, confiaba en sus miembros y, tácitamente, daba por hecho que no tardaría mucho en regularizarse su situación, como así fue. Entonces, por resumir la respuesta, mi opinión es que en enero de 1977 la gestación de la democracia estaba ya en un estado muy avanzado, aunque aún había fuerzas poderosas que preferían continuar con el régimen anterior. Esas fuerzas trataron de generar una tensión que justificara más años de dictadura, pero se les fue de las manos, y la respuesta de la población manifestó de forma inequívoca la voluntad de cambio. Eso inclinó definitivamente la balanza y terminó de acelerar un proceso que ya estaba bastante maduro.

Recientemente se ha puesto en libertad a García Juliá, uno de los autores del crimen de Atocha. ¿Se ha hecho justicia en este crimen? La puesta en libertad de García Juliá es tremendamente irregular. Tras pedir su extradición, y todavía con una parte de la condena por cumplir (agravada por un intento de fuga con violencia), la Audiencia Nacional consintió que el expediente se trasladara a la audiencia provincial de Ciudad Real, que lo puso en libertad el 19 de noviembre, una fecha muy simbólica, para que pudiera celebrar el 20N en la calle. Las víctimas y sus familiares lo consideran poco menos que una burla.

¿Se recuerda lo suficiente la Matanza? No. Aunque los familiares de las víctimas siguen participando en homenajes cada 24 de enero, creo que hay un gran desconocimiento del tema por parte de otras generaciones más jóvenes. Hay mucho por hacer en cuanto a la Memoria Histórica.


Fuente →  teatrodelbarrio.com

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