Cuando se constituye el estado moderno en nuestro país se basa en tres pilares que son: monarquía, iglesia y ejército, que garantizarían el poder a las clases poderosas españolas. Siglos después, siguen siendo estos factores los que sustentan el estado español y cualquiera que ponga en cuestión alguno de estos tres aspectos es demonizado y mandado a los infiernos.
Sin estos principios es imposible entender la historia de España de los últimos cinco siglos. Por ejemplo, vemos como en muchos países el modelo republicano no genera ningún problema y además es evidente que resulta mucho más democrático que el monárquico.
Sin embargo, solamente ha habido dos experiencias republicanas y las dos acabaron de mala manera y ambas coincidieron en procesos que hicieron avanzar muchísimo los procesos sociales, económicos y políticos y donde se cuestionó el poder de los ricos españoles.
La historia de España está llena de mitos y leyendas, que se dan muchas veces por ciertos, cuando solo son invenciones de los poderosos para mitificar una patria que nunca ha sido lo que ha esperado de ella.
Si nos ceñimos a la II Republica, esta proviene de la caída previa de una monarquía corrupta en todos los sentidos, pero que a pesar de esto tenía el apoyo de un sector de población importante. Por otra parte, contaban con el apoyo de la Iglesia que se mostraba reacia a cualquier pérdida de poder, el cual sentía amenazado por las políticas laicas que practicaban las izquierdas españolas.
Por otra parte, el ejército español era una entidad muy poco modernizada y con amplias capas de corrupción. En la primera legislatura, se había producido una amplia modernización del ejército que supuso una disminución importante de sus efectivos, que en algunos sectores no sentó muy bien, pero que sí sirvió para modernizarlo.
Además en esos momentos históricos se producía una pugna entre los fascismos y el comunismo, donde las democracias estaban sufriendo muchísimo. La influencia del fascismo en amplías capas del ejército español era conocida sobre todo en los llamados militares africanistas.
Dentro del ejército español había dos sectores militares reconocidos, los militares clásicos siempre subordinados al poder legalmente establecido y los llamados africanistas que buscan el honor militar y el ascenso rápido, y la inmensa mayoría de ellos de tendencias nacionalistas y muy influenciadas por el fascismo.
Llegados a este punto nos debemos preguntar
¿Se rebeló el ejército español contra el gobierno legítimo de la II República?
Si hiciéramos una encuesta entre los españoles actuales ¿Cuál cree que sería la respuesta?
Tengo claro que la inmensa mayoría de las respuestas serían que se rebeló el ejército español. ¿Es esa la realidad?
La realidad nos dice que no fue así y que la mayoría de las fuerzas armadas fueron fieles al gobierno elegido democráticamente. Para dejarlo claro veamos algunas cuestiones.
Cuando Franco puso en marcha el golpe de estado militar contra el Gobierno de la República Española, lo hizo sin saber exactamente cómo iban a reaccionar los generales españoles. Sin embargo, se puso en contacto con todos para reclamar su apoyo al golpe.
Franco se llevó una desagradable sorpresa, una reacción no esperada de los generales, que solventó de forma rápida con el asesinato sin contemplaciones de sus compañeros de armas contrarios a la sublevación.
En ese momento, en el mes de julio del año 1936, España contaba con ocho Capitanías Generales, cada una bajo el mando de un Capitán General, de ellos solo uno apoyó a Franco.
De los veintiún generales de división del Ejército, solo se sublevaron cuatro. En relación con los generales de brigada, eran cincuenta y nueve, cuarenta y dos se mantuvieron fieles a la República, solo se sublevaron diecisiete.
El comandante en jefe de la Aviación se negó a la sublevación. La mayor parte de la aviación permaneció del lado de la República, lo que le garantizó al Gobierno la superioridad aérea en gran parte del país durante los primeros días, hasta la intervención del Eje.
En el lado de Franco además de aviadores italianos y alemanes encuadrados en la Aviación Legionaria y en la Legión Cóndor, hubo otros pilotos extranjeros que, a título personal, prestaron servicio en unidades aéreas españolas.
La conspiración en la Armada no estaba tan desarrollada como en el Ejército, pero no existía la división entre partidarios y contrarios a la República, sino que la práctica totalidad de los jefes y oficiales eran hostiles al régimen republicano, como ya lo habían demostrado en algunas ocasiones.
Los jefes y oficiales de la armada intentaron sumarse al golpe del dieciocho de julio, pero la mayoría de las dotaciones se amotinaron frente a sus oficiales, impidiendo así que la armada española pasara a manos del bando sublevado, aunque este sí consiguió apoderarse de las bases navales del Ferrol y la de Cádiz.
Los barcos que formaron la flota sublevada fueron: el acorazado España, el crucero Almirante Cervera y el destructor Velasco, posteriormente se unirían los barcos que se estaban construyendo en El Ferrol, el crucero Canarias y el crucero Baleares. Como vemos, la inmensa mayoría de la flota fue fiel al gobierno republicano.
Tras el golpe de estado, la práctica totalidad de la armada de entonces quedó del lado del gobierno de la República: el acorazado Jaime I, los cruceros ligeros Libertad, Miguel de Cervantes y Méndez Núñez, dieciséis destructores en servicio o a punto de entregar, siete torpederos, doce submarinos, un cañonero, cuatro guardacostas y la casi totalidad de la aeronáutica naval.
En la Guardia Civil había seis generales, todos ellos se mantuvieron fieles al Gobierno. En total, de los noventa y cinco generales en activo en julio del año 1936 se sublevaron veintidós.
La Guardia de Asalto mantuvo fidelidad al gobierno republicano durante el golpe del dieciocho de julio y la actuación de los Guardias de Asalto fue fundamental en muchos sitios para que fracasase el golpe y por ello gozó de prestigio entre la población de la zona republicana.
Parece obvio que está tremenda falta de adhesión al golpista hizo fracasar el golpe de estado. Un fracaso que Franco solucionó iniciando una guerra contra la República y contra el pueblo republicano.
El dieciocho de julio Franco, por aquel entonces comandante militar de las Islas Canarias, dio orden de apresar y encarcelar al general de división Agustín Gómez Morato, comandante general del Ejército de Marruecos.
Al mismo tiempo, los generales golpistas Mola, Saliquet y Queipo de Llano se encargaron de purgar a aquellos mandos del Ejército que no se adhirieron a la rebelión.
En la misma fecha, Mola se proclamó jefe de la VI Región Militar con sede en Burgos previo fusilamiento del general Domingo Batet Maestre.
Saliquet fusila al general de división Nicolás Molero Lobo y ocupa su puesto al frente de la VII Región Militar con sede en Valladolid.
Queipo de Llano encarcela a José Fernández Villa Abrille, capitán general de la II Región Militar con sede en Sevilla y ocupa su puesto. En Galicia, VIII Región Militar, su capitán general, Enrique Salcedo Molinuevo, es fusilado. En Granada se fusila al gobernador militar, general Miguel Campins.
Se fusila al general Núñez Prado en Zaragoza, en A Coruña al general Caridad Pita. Se fusila al general Mena Zueco en Sevilla. En Salamanca al general Gómez Caminero. Se fusilan al general Romerales en Melilla y a todos los generales que no consiguieron abandonar a tiempo el territorio controlado por los golpistas. Después de esta sangrienta purga, Franco se apresuró a presentarse ante el país como el único jefe de los ejércitos.
Resulta sorprendente, que gran parte de los generales mandados a fusilar por Franco fueron compañeros militares, muchos de ellos católicos y conservadores, pero que tuvieron siempre el criterio de ser fieles al gobierno legal constituido, como es deber de cualquier militar mínimamente profesional.
Hay un ejemplo que es esclarecedor, la del general Batet con Franco. Me refiero al informe Picasso, del que el general Batet formó parte. Esta investigación fue muy crítica con Franco y decía sobre él:
“El comandante Franco, del Tercio, tan traído y llevado por su valor, tiene poco de militar, no siente satisfacción de estar con sus soldados, pues se pasó cuatro meses en la plaza para curarse de enfermedad voluntaria, que muy bien pudiera haberlo hecho en el campo, explotando vergonzosa y descaradamente una enfermedad que no le impedía estar todo el día en bares y círculos. Oficial como éste que pide la laureada y no se le concede, cuando con tanta facilidad se ha dado, porque sólo realizó el cumplimiento de su deber, ya esta militarmente calificado”.
Domingo Batet acabó presentando su dimisión como miembro de la Comisión del Expediente Picasso, pues estaba escandalizado por el favoritismo con que se procedía, pidió ser relevado y transmitió al ministro de la Guerra, Niceto Alcalá Zamora, un informe sobre la ineficacia y corrupción de los oficiales africanistas, entre ellos los hermanos Franco. De Ramón Franco cuenta sus orgías y escándalos.
Por sus escritos en el informe Picasso, Domingo Batet se granjeó muchos enemigos, sobre otros militares africanistas y escribió lo siguiente:
“Algunos oficiales de Regulares y del Tercio se sienten valientes a fuerza de morfina, cocaína o alcohol; se baten, sobre todos los primeros, en camelo: mucha teatralidad, mucho ponderar los hechos y mucho echarse para atrás y a la desbandada cuando encuentran verdadera resistencia”.
Sobre el fundador de la legión decía:
“El teatral y payaso Millán Astray, que tiembla cuando oye el silbido de las balas y rehúye su puesto y explota de la manera más inicua una herida que en cualquier otro hubiera sido leve, y por condescendencia de un médico, llega a ser grave”.
Esto ha podido ser ratificado por los historiadores Carlos Blanco Escolá y por Paul Preston. Ambos explican la habilidad de Franco con los periodistas para así forjar su leyenda y exigir la Cruz Laureada de San Fernando. Al final de la guerra civil se la auto-concedió a sí mismo.
Ante la limitación de los efectivos militares de la península que apoyaron el golpe, Franco acudió al Ejército de Marruecos para dominar la situación, convirtiendo a éste en decisivo.
Un ejército que contaba con cinco unidades de fuerzas regulares indígenas y la Legión, en la que una tercera parte de sus efectivos eran extranjeros, en total 20.000 hombres. En octubre del año 1936, Franco dispone que se aumenten considerablemente los sueldos a las tropas regulares, mercenarias y extranjeras procedentes de África en agradecimiento a su adhesión.
El diecinueve de julio, Franco concede al gran visir de Tetuán, Sidi Ahmed El Ganma, la Cruz Laureada de San Fernando. Se expresaba así oficialmente el reconocimiento para con aquellos que habían constituido la fuerza de choque inicial y decisiva.
En efecto, Franco pudo hacer la guerra gracias a esas tropas antes de recibir la ayuda de Hitler y Mussolini. Este lamentable cúmulo de circunstancias internacionales y la sangrienta matanza de generales, jefes y oficiales del Ejército español, fieles a la república y asesinados en el curso de aquella triste jornada, constituyen lo que los vencedores denominaron y siguen llamando el "espíritu del 18 de julio".
Después de los datos reales aportados, creó que la pregunta tiene una respuesta. Nunca se sublevó el ejército sino una pequeña parte de él con ideología nacionalista fascista.
Como habrán podido comprobar, he estado escribiendo sobre militares republicanos que son los grandes desconocidos de la guerra civil, entre ellos hemos visto:
Vicente Rojo Lluch, el general republicano.
El general republicano, Sebastián Pozas Perea.
José Miaja Menant, fiel a la república.
Enrique Líster Forján, el líder militar comunista.
El general Domingo Batet Mestres, católico, liberal y republicano.
Juan Modesto, la brillantez de un general republicano y comunista.
El comandante de aviación Virgilio Leret Ruiz, republicano, inventor y valiente.
El vicealmirante Antonio Azarola Gresillón, honesto y fiel a la II República.
Carlos Masquelet Lacaci, republicano y un gran ingeniero de defensas militares.
Castro Izaguirre, un marino leal a la República
Daniel Pazó Vila: un republicano nunca vencido
El gobierno que dirigía el país era consciente de que tenía dos graves problemas para su supervivencia, por el lado derecho las tendencias golpistas ya clásicas en el ejército español, como ya sucediera con el general Sanjurjo. Por el lado izquierdo la actitud beligerante del movimiento anarquista.
Hemos de saber que el gobierno republicano era consciente de los intentos de golpe militar que se estaban tramando y además quienes formaban parte. La gran pregunta histórica que queda por resolver en este tema, ¿por qué sabiendo que había en marcha un golpe militar, no se detuvo a los generales promotores?
Fuente → nuevatribuna.publico.es
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