¿Es el Reino de España una democracia plena?

¿Es el Reino de España una democracia plena?

A Joan, mi padre, mi héroe.
Un país democrático es un país que ha hecho sus deberes. Comparemos nuestra democracia con otros países de nuestro entorno. En Alemania, el juicio de Núremberg enfrentó a los verdugos con sus víctimas, se celebró justo después de la Liberación el 14 de noviembre de 1945 y los criminales nazis fueron juzgados y condenados. Los alemanes han asumido su pasado sin concesiones y han transmitido esa memoria a las nuevas generaciones. En Francia, también los colaboradores de los nazis fueron juzgados y condenados al finalizar la contienda.

La II Guerra Mundial no empezó en 1939 sino el 18 de julio de 1936 en España. Nuestro país fue el laboratorio de ensayo de las principales potencias del Eje, es decir la Alemania nazi y los fascistas italianos. No fue una guerra civil, fue un golpe de Estado. Los militares rebeldes, traidores a la República, no se hubieran atrevido a enfrentarse a ella sin un potente respaldo exterior. Esto ha quedado claramente demostrado por los archivos a los que han tenido acceso los historiadores.

Entre enero y mayo de 1945, las tropas estadunidenses y soviéticas liberaron la red de campos de concentración nazis, por donde habían pasado cerca de 10.000 republicanos y republicanas españolas. En el de Mauthausen los presos recibieron al ejército norteamericano con una enorme pancarta: “Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras”. Sin embargo, no habría liberación para España. Europa no fue liberada en su totalidad y los nazis que pudieron escaparse encontraron cobijo en la España franquista. En febrero y diciembre de 1946, dos resoluciones de la ONU condenan España: “El régimen franquista es un régimen fascista a semejanza de la Alemania nazi de Hitler y de la Italia fascista de Mussolini”.

En 2021, después de 82 años de la pérdida de la República y 43 del inicio de la transición democrática, aún no se han hecho los deberes. En este país no habrá juicio de Núremberg, pues la estrategia ha sido la de ganar tiempo para que los verdugos no se encuentren con sus víctimas. El franquismo ha campado a sus anchas en un país que ha considerado totalmente suyo. Responde presente en todas las instituciones estratégicas del país, en la cúpula militar, en la magistratura, en las grandes empresas del IBEX, en la banca y en los medios de comunicación: el principal grupo mediático de este país fue fundado en 1949 por un franquista que participó en la guerra de España con los golpistas, alcanzando el grado de capitán de la Legión y honrado años más tarde con un título nobiliario.
El nacionalcatolicismo se ha encargado de planificar la desmemoria. En los libros de texto el relato histórico brilla por su ausencia.

No se puede llamar democracia a un país que vive desde hace más de ochenta años sobre miles de cadáveres amontonados en las cunetas. Un país que no ha llevado al banquillo de los acusados a los generales golpistas, a los torturadores, a los responsables de los crímenes de lesa humanidad, a los traficantes de niños robados… Todo esto gracias a la Ley de Amnistía de 1977. Un país que ha institucionalizado la amnesia histórica por falta de superación sincera de su pasado. Un país que, cuando se ha topado con restos humanos cuyos cráneos llevaban un agujero de bala, ha preferido guardar silencio. Un país que no ha sabido valorar ni difundir el contenido de la Constitución de la II República. Estos 46 años de democracia han sido en realidad una gran operación de blanqueamiento del régimen franquista.

Hablar de memoria democrática no es volver atrás, es restablecer el relato histórico, es honrar a nuestros héroes que defendieron con valentía la legalidad republicana durante casi tres años y luego lucharon contra el fascismo en Europa cuatros años más. Estamos en una encrucijada, un momento estratégico que requiere mucho coraje y altura de miras pues nos jugamos el futuro de nuestros nietos. Como escribió José Saramago, el escritor y poeta luso, en Los cuadernos de Lanzarote: “Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos, sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”. En una entrevista para El Noticiero Universal, la luchadora antifascista Mercedes Núñez Targa decía en 1980: “El nazismo no está muerto. Está vivo. Cuando se den condiciones… puede volver a salir en cualquier parte. Es una cosa actual que hace falta decir”.

El pasado 9 de septiembre, Abascal, presidente de Vox, sorprendió a todos al asegurar en el pleno del Congreso que el gobierno actual es “el peor que ha tenido España en 80 años”, incluidos los de la dictadura. No fue un lapsus, sino un guiño al franquismo. El sólo hecho de que la derecha y la extrema derecha se presenten como garantes de una monarquía instaurada por Franco desacredita a esa institución.

Con valentía y determinación, rindamos homenaje a nuestros muertos. Se lo merecen y la mejor forma es restableciendo la democracia plena.

“Si el eco de sus voces se debilita, pereceremos” / Paul Éluard
 

Fuente → mundoobrero.es

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