Asesinatos del Caso Almería. Lo volverían a hacer
Pablo Mayoral
El 9 de mayo de 1981, la Guardia Civil de Almería torturó hasta la muerte a tres jóvenes trabajadores, después los remató a tiros y, en un descampado, los quemó para hacer desaparecer las pruebas.
Hay
hechos que apenas necesitan comentarios, solo repasar lo acontecido con
detenimiento muestran claramente la naturaleza de muchas instituciones y
reflejan de forma viva y sin tapujos la sociedad en que vivimos y nos
movemos.
Tres jóvenes de diferentes edades y procedencias, hacen
un viaje desde Santander a Pechina (Almería), para acudir a la primera
comunión del hermano pequeño de uno de ellos:
• Luis Montero, de 33 años, natural de Salamanca, trabajador de FYESA, en Santander.
• Luis Cobo, de 29 años, natural de Santander, trabajador de ACERIASA, en Santander.
• Juan Mañas, de 24 años, natural de Almería, trabajador de FEVE, en Santander.
En
el camino se cruzan con un "ciudadano" que sin ninguna prueba y solo
por su indumentaria, les denuncia a la policía o Guardia Civil como
peligrosos delincuentes. ¿Fue amonestado este individuo que tan
alegremente les denunció sin pruebas?, ¿se hizo una campaña intensiva
para que, nunca más, nadie denunciara en falso a otro ciudadano? Para
nada. De hecho, cualquiera de nosotros podemos seguir siendo objeto de
una falsa acusación solo por las apariencias o por la antipatía de
cualquier vecino o vecina o de cualquiera con quien nos crucemos, como
antaño permitía la Inquisición y, después, fomentó el franquismo.
Los tres jóvenes son detenidos y, a pesar de las evidencias
de que eran unos trabajadores y que alguno de ellos estaba afiliado a
un sindicato, como es natural; de que iban a estar alojados con la
familia de uno de ellos para asistir a la primera comunión de un
familiar, son torturados hasta la muerte por 11 guardia civiles, con alevosía, nocturnidad y premeditación,
justo por aquellos que cobran un sueldo público en teoría por
protegernos. ¿Son inmediatamente detenidos, incomunicados, interrogados
todos los participantes en tan salvaje atentado y sus cómplices por
acción u omisión? ¿Se analizan con todo el poder del Estado las pruebas
evidentes de tamaña atrocidad? ¿Son investigadas las actuaciones de la
Guardia Civil, ya que el principal responsable y presunto criminal,
tiene la alta graduación de Teniente Coronel? Se da la circunstancia de
que apenas dos meses antes, a solo 70 kilómetros de Pechina, también la
Guardia Civil mató a una mujer, María Asensio Morales de 32 años, madre
de dos hijos de corta edad, de un pelotazo de goma disparado a corta
distancia, cuando estaban disolviendo una "manifestación" de 70 mujeres
que defendían el agua de su localidad Huercal Overa.
No solo no se actuó con la urgencia y premura que se exigía en tan gravísimas circunstancias, sino que desde el primer momento se quiso ocultar el crimen,
y para mayor escarnio se llegó a acusar a los tres jóvenes de ser
peligrosos delincuentes, que habían sido abatidos en su huida.
De
los 11 guardia civiles implicados directamente en este brutal atentado
terrorista, solo tres fueron procesados y condenados a la mitad de los
años que pedían las acusaciones particulares. De estas condenas solo
cumplieron la mitad, algunos en castillos militares muy cerca de sus
familias. Eso sí, siguieron cobrando sus sueldos, de los fondos reservados de los gobiernos de UCD, PSOE y PP.
Muy probablemente las personas que volvieron a ser interrogadas en esos
cuarteles, desgraciadamente, tendrían muy presente la brutal
metodología de investigación, basada simple y llanamente en la tortura
más descarnada.
Los grandes medios de comunicación se hicieron
eco de las mentiras, calumnias y deformación de los hechos que
propagaron los culpables del crimen, solo la tenacidad de algunos
periodistas hizo posible que salieran a la luz algunos de los detalles
escabrosos de aquel horrendo crimen y la forma de actuar de la Guardia
Civil. ¿Se cerró alguna publicación o medio televisivo que enalteció a
los criminales y vilipendió a las víctimas? ¿Se pusieron multas o
sanciones por difamación criminal? ¿Se sancionó o despidió a algunos de
los bellacos, que renunciando al buen periodismo, embellecieron al poder
y machacaron a las víctimas? No señora, en esta ocasión, nada de eso se
hizo, y hoy siguen pululando por los grandes medios televisivos todo
tipo de mentirosos, calumniadores y manipuladores, que embellecen a los
poderosos y denigran a los débiles.
La maquinaria judicial
intentó, desde el primer momento, destruir y ocultar pruebas y dejar sin
justicia a los desolados familiares de los jóvenes. Solo su valiente
actitud y coraje hizo posible forzar la investigación y acumulación de
pruebas y testigos para poder desmontar la siniestra versión fabricada,
en un primer momento, por la Guardia Civil. Fue particularmente decisiva
la actuación decidida de Darío Fernández, abogado de la acusación particular de las familias,
que en todo momento intentó que los responsables fueran procesados por
asesinato y no por homicidio y, gracias sobre todo a su labor, se pudo
demostrar en el juicio el asesinato cruel de los tres jóvenes, y aunque
no se logró la confesión de los acusados, sí se desmontó la falacia
urdida por la propia Guardia Civil para denigrar a las víctimas y así
tratar de justificar su horrendo y monstruoso crimen. Este abogado,
Darío Fernández, sufrió todo tipo de hostigamiento, con amenazas a su
persona y familia, le pusieron una bomba bajo su coche, el Colegio de
Abogados de Almería le abrió un expediente por su investigación de los
crímenes, otra jueza le condenó por desacato. A la larga tuvo que cerrar
su bufete en Almería e instalarse en Granada. Esa es una muestra
sangrante de la justicia que seguimos "disfrutando" los ciudadanos de
este país.
Y
en cuanto a la reparación del daño a las familias, poco o nada se ha
hecho a pesar del tiempo transcurrido. Cuarenta años y todavía se les
sigue negando el derecho a ser reconocidas a todos los efectos legales
como víctimas de terrorismo. Esta es una petición formal del Parlamento
de Cantabria, que en el año 2018 hicieron una declaración institucional
de denuncia del crimen, de denuncia de las irregularidades judiciales y
de homenaje a Luis Montero García, Luis Cobo Mier y Juan Mañas Morales
y, por supuesto, de solidaridad y apoyo para con sus familiares.
En estos momentos la Asociación Andaluza de Victimas de la Transición,
de la que forman parte los familiares de los tres jóvenes asesinados en
Almería y los familiares de Arturo Ruiz y Manuel José García Caparrós,
ha propuesto que el Parlamento de Andalucía realice una declaración
institucional, tomando como base la del Parlamento de Cantabria. Lo que
piden, y a eso nos adherimos todas las asociaciones memorialistas, es
que las víctimas de la violencia policial, de grupos de ultraderecha y
grupos parapoliciales, reciban la consideración y protección que
corresponde a su condición de victimas de actos de terrorismo o
violencia política. Es tan solo una pizca de la dignidad y justicia que
se les debe a estos jóvenes asesinados por la Guardia Civil hace
cuarenta años.
Imagen 2: Gergal (Almería) Monolito en homenaje a los jóvenes asesinados por la Guardia Civil, en el lugar donde fueron abandonados dentro de su coche, tiroteados y calcinados
Fuente → blogs.publico.es
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