La verdad democrática
La verdad democrática, cuya realidad solo puede estar sustentada por hechos constatables, queda irremediablemente distorsionada cuando estos hechos se observan a través de la aberrante óptica de creencias reaccionarias.
Según la Academia de la Lengua, creencia significa: 1. f. Firme asentimiento y conformidad con algo. 2. f. Completo crédito que se presta a un hecho o noticia como seguros o ciertos. 3. f. Religión, doctrina
La enorme responsabilidad que entraña el ministerio a cargo de Dña. Margarita Robles, al que se atreve a definir como de Estado, como si los demás ministerios no lo fuesen, requeriría una percepción más acorde con las creencias democráticas y progresistas que dice profesar. De lo contrario, su percepción de los hechos estará, aun obrando en conciencia, más próxima al ejército de Franco que a las de las mujeres y hombres libres que dieron su vida luchando contra el fascismo por la Libertad; primero en España, después en Europa.
Muchos de ellos fueron asesinados y arrojados a las cunetas, a fosas comunes; otros lo fueron en los campos de exterminio, deportados por orden de un dictador genocida, colaborador y amigo de nazis. Un dictador cuya exhumación a dado lugar a un manifiesto contra una decisión legítima del Gobierno de España, firmado finalmente por más de mil oficiales, generales y almirantes – la mayoría retirados, algunos en la reserva- sin que se tenga noticia de que haya tenido consecuencias para sus firmantes.
Mientras tanto, sí ha tenido consecuencias punitivas para militares en activo del Ejército, la Marina y la Guardia Civil, que han rechazado públicamente el manifiesto franquista, muy especialmente para el Cabo Sanitario Marco A. Santos, que ha sido expulsado del Ejército por su valerosa actitud democrática.
El reciente escandalo del famoso “Chat la XIX del Aire”, en el que se proponía el fusilamiento de 26 millones de personas; el también reciente escándalo de las cartas al Rey y al Presidente del Parlamento Europeo, con la pretensión de derrocar al Gobierno legítimo; prueban la impunidad del fascismo realmente existente en la “familia militar”, es decir, la distinta vara de medir que utiliza el Reino de España, según se trate de demócratas o de fascistas. Mientras tanto, la justicia del Reino de España encarcela a un popular rapero por delitos de opinión e incrementa la represión sobre los presos políticos catalanes.
Una justicia cuya percepción de la verdad está muy mediatizada por sus creencias, que reflejan una realidad grotescamente deformada, cual espejos curvos del Callejón del Gato, del viejo barrio de Madrid donde nací. Los efectos sociales de estas decisiones, obviamente previsibles, han sido graves disturbios en numerosas ciudades y una acción desmedida de la fuerza pública en Barcelona, con el resultado de una joven mutilada y de numerosos heridos.
La reciente obra de la jurista Ana Messuti, “Derecho como memoria y justicia”, especialista en filosofía del derecho, que forma parte del equipo de abogados que ha interpuesto en 2010 la Querella argentina por las víctimas del franquismo, comienza su imprescindible obra con la siguiente cita:
“se ofende el sentimiento de justicia cuando se utilizan, mediante una técnica hábil, las palabras de la ley para rendir homenaje a la injusticia bajo la forma de justicia” Gustav Radbruch (1925)
La percepción que la Sra. Ministra de Defensa tiene de ciertos hechos sigue siendo la tradicional: la de una justicia militar monárquica de origen franquista anclada en creencias ajenas a la libertad de conciencia. Salvo cuando se trata de mandos afines a las suyas, para los cuales no solo hay tolerancia, sino cobijo y protección, pese a sus aspavientos en la Pascua Militar; sin mayor alcance, como hemos podido constatar.
Una justicia militar cuya cúspide es el rey Felipe VI, principal responsable de este lamentable estado de cosas, pues es Jefe del Estado y ostenta el Mando Supremo de la Fuerzas Armadas, sin que su mandato haya sido validado en proceso electoral alguno. Su proceder, ambiguo por su hermetismo selectivo, está provocando el retorno de las peores pesadillas de la transición militar.
El ejército en el que Felipe VI y la Sra. Ministra creen a pie juntillas está destinado a desaparecer una mañana cualquiera, barrido por leyes democráticas más justas. Y a ello contribuiremos modestamente muchos militares demócratas -estemos en activo, en la reserva o retirados- con la fuerza de nuestras convicciones, que son los valores de la Europa que venció al nazismo en el siglo pasado. Valores democráticos firmemente arraigados en nuestra conciencia de personas libres.
Entre todas y todos, unidas, conseguiremos un país emancipado de clérigos castrenses y traslados de cristos ensangrentados a hombros de legionarios, de pelo en pecho y camisa reventona, desembarcados cada Semana Santa por la Armada en el puerto de Málaga. Un espectáculo esperpéntico que indica las creencias medievales que anidan en el Ejército español del siglo XXI.
Al movimiento militar democrático
Hoy me dirijo especialmente a vosotras, compañeras militares, en vuestro día, el Día Internacional de la Mujer. Las mujeres del movimiento militar democrático sois la vanguardia del feminismo en las Fuerzas Armadas: dignas y libres, fuertes y valientes, como muy bien decís. La lucha por la igualdad de derechos, y el respeto que os es debido, compromete también al conjunto del movimiento. Los militares demócratas -en activo, en la reserva o retirados- no podemos tolerar, ni mirar para otro lado, cuando se producen abusos, a menudo con la agravante de la cobardía del abusador, escudado en su posición jerárquica.
Muchas sois víctimas de expulsiones fulminantes, después de pasar por un suplicio de injurias y humillaciones, con el pretexto del mantenimiento de la disciplina; en realidad la afirmación brutal y aberrante del principio de autoridad patriarcal, fascista por antidemocrático.
Compañeras militares, sabed que no estáis solas. Desde los diferentes colectivos del movimiento militar democrático, amplio y diverso, encontrareis el respaldo y apoyo de vuestras compañeras y compañeros antifascistas. Cientos de miles de ciudadanas y ciudadanos están tomando conciencia de vuestras luchas, que es la lucha general por una sociedad más justa.
Por otro lado, no hay justicia ni libertad si hay: paro, precariedad, miseria, marginación, desamparo, hambre, escasez de recursos sanitarios públicos -que se traducen en muertes-, precariedad del profesorado público -que implica desigual acceso a la enseñanza de calidad-, explotación abusiva de la naturaleza, origen de pandemias, etc. En definitiva, pedimos justicia social, igualdad de oportunidades, pues sabemos bien que todas las penalidades por las que atraviesa el pueblo trabajador no afectan para nada a la Familia Real, que hace lo que le viene en gana, sin control democrático alguno.
Sin un ejército que se muestre respetuoso hacia la soberanía de nuestros pueblos tampoco seríamos libres. Exijamos a nuestro Gobierno que lleve a cabo las transformaciones necesarias para que sea viable una sociedad mejor. Contribuyamos modestamente, con la fuerza de nuestras convicciones, a impulsar las movilizaciones ciudadanas necesarias para que todo lo prometido sea posible. Hagamos, entre todas y todos, que sí se pueda.
Fuente → rebelion.org
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