El comunismo es libertad, igualdad y justicia social
 
El comunismo es libertad, igualdad y justicia social
André Abeledo Fernández
 
Los camaradas que nos consideramos comunistas tenemos la obligación de organizarnos, de mantener o retomar una militancia activa, porque nos enfrentamos a las consecuencias de una crisis pospandemia y también al avance del fascismo.
 
La disculpa de que no existen organizaciones de clase capaces de representarnos, es eso, una disculpa.
 
Si no existen habrá que crearlas y si existen aunque sean imperfectas tendremos que militar, participar y tratar de influir mediante el discurso y el ejemplo en la clase trabajadora.
 
El comunismo es una teoría económica y social pero sobre todo es una ciencia práctica, una teoría al servicio de la clase trabajadora.
 
Los comunistas no podemos permitirnos ser sectarios, eso es anticomunista, somos clase obrera consciente, pero ante todo somos eso trabajadoras y trabajadores que luchan por transformar la sociedad.
 
Debemos ser críticos porque no somos borregos, pero no criticones, los críticos argumentan buscando soluciones y dando alternativas para los problemas reales, los criticones solo son capaces de descalificar o de argumentar desdeñando la realidad.
 
Sin duda las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene uno, pero no te trata de opinar, se trata de trabajar, de plantar cara al capitalismo, de frenar al fascismo, de ser capaces de organizarnos.
 
Debemos recuperar el orgullo de ser comunista y ser capaces de contestar el actual discurso del fascismo anticomunista con la cabeza alta y sin complejos.
 
Hace años le explique a mis hijos lo que significa para mí ser comunista. Les dije que un comunista es una persona que piensa que cualquier persona, por el hecho de haber nacido tiene derecho a una vida digna y a tener sus necesidades básicas cubiertas, es una persona que piensa que la economía tiene que estar al servicio del ser humano y no el ser humano al servicio de la economía, es una persona que piensa que tenemos que trabajar para vivir y no vivir para trabajar, es quien considera que la patria es la clase obrera y quién piensa que la solidaridad, la igualdad, la fraternidad, y la justicia social son los cimientos de un futuro socialista.
 
La herramienta capaz de defender los intereses de la clase obrera se llama Partido Comunista.
 
Los comunistas tenemos el deber de organizarnos, esta crisis demuestra una vez más que el capitalismo no sirve como sistema para la mayoría, para la clase trabajadora.
 
Además vivimos una crisis para la que el capitalismo solo tiene una salida, devolver a la clase obrera a las condiciones de trabajo del siglo diecinueve, conseguir que trabajemos para ganar lo necesario para sobrevivir y mantener una base de trabajadores en paro, en la miseria como amenaza a los que tienen empleo, el miedo es su mejor arma.
 
Lo que diferencia a esta crisis de otras crisis cíclicas a las que nos viene condenando el sistema capitalista, es que en esta ocasión se suman una Pandemia a una crisis de sobre producción y una a la escasez de recursos energéticos.
 
No hay una vuelta posible a aquel mal llamado “estado del bienestar” dentro del capitalismo.
 
La clase obrera, las trabajadoras y trabajadores, tenemos otro problema añadido para intentar cambiar el rumbo de este barco que nos lleva al naufragio como sociedad, hemos perdido la conciencia de clase que nos hace conscientes de nuestra propia fuerza, el sistema se ha ocupado de crear sucedáneos que venden humo y esperanza en que las cosas cambien solas, simplemente introduciendo un voto en una urna, niegan la existencia de la lucha de clases y se inventan un nuevo lenguaje tan absurdo como vacío que reniega de la lucha obrera como motor de cambio.
 
Sin duda este espejismo no durará mucho, las contradicciones de clase no dejarán de aparecer, la crispación aumentará con la decepción de las expectativas no cumplidas y la confianza traicionada.
 
En este contexto presente y futuro se hace necesaria una organización comunista, una organización que pueda ser la herramienta en manos de la clase obrera para defender sus intereses de clase, una organización capaz de ser vanguardia y punta de lanza a la hora de crear y organizar esa Unidad Popular de la izquierda rupturista capaz de conquistar las urnas, pero sobre todo las calles, ese Frente Popular de la izquierda transformadora y consciente, que haga temblar las vigas y los cimientos del edificio podrido de esta falsa democracia.
 
Desde todas partes podemos escuchar discursos contra la corrupción, que olvidan que es el capitalismo en sí mismo el que la genera, que no dicen que este sistema se basa en la explotación y el abuso, que esconden la verdad para ganar votos, estos discursos son también enemigos de la clase obrera, son cortinas de humo que tratan de cegarnos y confundirnos.
 
En estos discursos donde también se habla de justicia, sin reconocer la absoluta vigencia de la lucha de clases como motor de la historia pasada, presente y futura. En realidad no se dice nada, estan huecos. Porque la verdadera justicia social es imposible dentro del capitalismo.
 
Las comunistas y los comunistas sabemos que sin una base ideológica clara no se puede levantar una nueva sociedad. El capitalismo solo negocia con la clase obrera cuando está organizada, cuando existe el peligro de un movimiento revolucionario capaz de quitarles el poder, solo nos respetan cuando nos temen, solo nos temen cuando estamos organizados y somos conscientes.
 
Vivimos tiempos difíciles, las trabajadoras y trabajadores perdemos en días los escasos derechos conquistados en años de lucha y sacrificio, las organizaciones que debían dar respuesta a este ataque de las oligarquías hace tiempo que están infectadas, si no tomadas, por asalariados del sistema.
 
Aparecen nuevos partidos que vienen de la mano de los medios de “desinformación de masas”, que venden a la sociedad la posibilidad de recuperar los derechos y la esperanza desde el sillón de su casa, mensajes mesiánicos convencen a incautos del nacimiento de la “nueva política”, que extrañamente comparte espacios con la vieja, se nos pone delante un menú de partidos con nuevos colores y discursos floridos sin contenido, pero que suenan bien y son fáciles de entender.
 
Los vendedores de humo salen en todos los medios, a todas horas, los vemos hasta en la sopa y nos felicitamos por poder elegir no solo entre el azul y el rojo, ahora el sistema nos permite también escoger entre el naranja y el morado, eso si las oligarquías van a seguir teniendo el pincel y el lienzo donde dibujar el futuro, un futuro que para la clase obrera pinta de color muy negro.
 
Defiendo además que se puede y se debe ser comunista en un Estado plurinacional, porque en el Estado español existen distintas naciones.
 
Los comunistas somos internacionalistas, entre otras cosas, porque reconocemos la existencia de naciones.
 
Se puede ser independentista y comunista, lo que no se puede es ser comunista y estar contra el derecho de autodeterminación de los pueblos.
 
Otra cosa es anteponer el hecho nacional por encima de la lucha de clases o entender que la lucha por la liberación nacional está al margen de la lucha de clases, en este caso existe una contradicción.
 
Pero el hecho de sentirse parte de un pueblo, de una nación, y de defender el derecho a decidir no es incompatible con la militancia comunista consecuente.
Es verdad que existen contextos en que el hecho nacional puede ser usado por la burguesía para dividir a la clase obrera. Pero es un error plantear la incompatibilidad de independentismo y comunismo, sobre todo cuando el Gobierno de la metrópoli es totalitario.
 
Los comunistas somos internacionalistas, entre otras cosas, porque reconocemos la existencia de naciones.
 
Parece que no es sencillo para una parte de la izquierda nacional entender la realidad plurinacional del Estado español. En esta incomprensión comienza un grave problema de convivencia dentro del Estado.
 
El Estado español no es una nación de naciones, ni es una nación. El Estado español es en todo caso una unión de naciones.
 
Pero para que exista unidad y coexistencia, tiene que existir respeto y comprensión. La unidad tiene que ser entre iguales. No pueden existir naciones de primera y de segunda categoría.
 
Esta unidad tiene que ser voluntaria, debe ser una unión de naciones libres que deciden caminar juntas.
 
De no ser así el Estado español será siempre más una prisión de pueblos que la casa de todos, será un Estado fallido.
 
Es necesario abrir un debate necesario sobre el modelo de Estado, República y monarquía, y del derecho de autodeterminación de los pueblos dentro del Estado español.
 
Para las comunistas y los comunistas es ahora un deber dar un paso al frente para decir aquí estamos, que existe alternativa, pero las cosas solo se cambian luchando, somos la clase obrera y tenemos la fuerza, pero debemos organizarnos, es necesario reivindicarnos como comunistas, mostrarnos orgullosos, no escondernos, explicar hasta la saciedad nuestro programa, tenemos el deber de recuperar el prestigio del comunismo.
 
No se trata de ser sectarios ni de apartarnos de los procesos de unidad, todo lo contrario, son procesos necesarios en esta etapa y en este contexto, ahora en estos procesos de unidad que tienen la finalidad de sacar al Partido Popular de las instituciones, a un PP que es una organización corrupta hasta la medula, los comunistas debemos de participar en ellos con nuestra voz, no para controlarlos, nuestro deber es ayudar a crearlos y fomentar el debate para que la clase obrera recupere la conciencia de clase.
 
Los comunistas somos conscientes de que este primer paso que consiste en sacar al Partido Popular de las instituciones no va a ser la solución de los problemas de la clase obrera, no será suficiente, porque sabemos que el problema es el sistema capitalista es necesario fortalecernos, organizarnos y recuperar el prestigio de los comunistas entre las trabajadoras y trabajadores del estado español.
 
Vienen tiempos difíciles donde una vez más el Partido Comunista es la única herramienta capaz de defender los intereses de la clase obrera.
 
Audacia, audacia y más audacia camaradas.
¡Proletarios del mundo, uníos!
 

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