Marruecos ha emprendido una escalada bélica en el Sahara como previsible culminación de su pretensión de anexionarse al completo la antigua colonia saharaui española y enterrar, de paso, los planes descolonizadores de Naciones Unidas y el referéndum de descolonización pendiente y que Marruecos siempre ha visto con malos ojos.
La escalada bélica aprovechó la situación de interinidad y vacío de poder vivida en EEUU a finales de 2020. Marruecos rompió el alto el fuego en noviembre de 2020, penetrando en la zona desmilitarizada acordada desde el alto el fuego de 1991. Mas tarde, en su patético salto en el vacío, Donald Trump reconoció la soberanía marroquí sobre todo el Sahara, legitimando la intervención militar marroquí e Israel se aprestó a establecer relaciones diplomáticas con Marruecos, mientras Francia y España guardaban un aterrador silencio.
Desde entonces asistimos a otra guerra silenciada, de la que sabemos poco aún.
Lo cierto es que la situación previa a la ruptura del alto el fuego era
de décadas de estancamiento del proceso descolonizador, con la ONU y
España, antigua potencia colonial, mirando para otro lado, mientras
Marruecos, apoyada por EEUU y Francia, ha venido imponiendo, no sin el
recurso de la fuerza bruta y la militarización, su voluntad y sometiendo
a los saharauis a dura represión.
No parece que la guerra traiga buenas noticias para casi nadie. Pero,
amén de la autocracia marroquí y los intereses «occidentales» en la
región (particularmente de Francia y EEUU, que mueven los hilos), hay un
sector que hará de la guerra una oportunidad y un negocio: los señores
de la guerra que se han dedicado en los años previos a suministrar a
Marruecos el material bélico del que ahora dispone.
Y por eso me he querido preguntar si España, la séptima exportadora de
armas en el mundo (sexta en algunos años, porque el puesto del quinto al
octavo ciertamente está muy competidos), con una cuota del mercado
internacional de más del 3%, tendrá algo que ver, por esas casualidades
de la vida, con este club de los carroñeros que sacan tajada de la
desgracia ajena.
Venta de armas españolas a Marruecos.
He intentado sacar algunos datos oficiales sobre la venta de armas españolas a Marruecos durante los últimos años.
Tengamos en cuenta que el mercado de la venta de armas es muy opaco. Junto a los datos oficiales, que dicen las armas que se han vendido o que se han autorizado vender a terceros países, y que proporciona la Secretaría de Estado de Comercio, se encuentra toda uan venta opaca e ilegal de armas que es muy complicado acreditar y cuantificar. No en vano, la venta ilegal de armas es uno de los grandes negocios internacionales con volúmenes anuales de más de 350 millones de euros anuales, más de un 2% del comercio de armas mundial.
He elegido un período largo, desde 2004, porque evidencia que la
política de alimentar el militarismo marroquí y de mirar para otro lado
en el conflicto saharaui es una de esas intocables que llaman política
de estado y que no son otra cosa que el consenso vergonzante y
vergonzoso del PP y PSOE, ahora también de Podemos, cuando les toca
gobernar o pasar a la oposición. Es muy curioso, o a mí me lo parece,
que se pongan de acuerdo casi únicamente en cosas como alimentar el
militarismo.
Desde 2004 al primer semestre de 2020, último del que tenemos datos,
España, siguiendo los datos oficiales, vendió de forma legal armas a
Marruecos por importes superiores a los 378,10 millones de euros.
Lo vemos en el gráfico siguiente:
Los grandes picos, como por ejemplo el de 2008, se deben a encargos muy importantes de armas, como los más de 1200 vehículos blindados VAMTAC (como los que utilizaba España en su periplo en Afganistán) y otros 800 camiones militares de UROVESA, así como los 10 patrulleros cuyo uso en guerra resulta más que elocuente. En 2016 se produjo una monumental venta de munición de artillería y antiaérea, así como material de visión nocturna y piezas de aeronaves.
Como decimos, se ha llegado hasta junio de 2020, porque no contamos con datos del semestre siguiente, donde la venta de armas se ralentizó, aunque, a diferencia de otros sectores, no tuvo que cerrar por culpa del Coronavirus.
Por ejemplo, en el caso de Marruecos, en noviembre y en plena escalada bélica marroquí en el Sahara, España ha conseguido vender 130 todoterrenos para la policía marroquí con el objetivo de que «vigilen» la frontera y el tráfico ilegal de personas. En este caso, la pasta la pone España con fondos de la cooperación al desarrollo, por medio del Fondo Fiduciario de la UE para Africa del Norte. Ya ven. La venta de armas utiliza también renglones torcidos para sus providenciales designios.
A su vez, España en este período 2004-2020 comprometió venta de armas a futuro por importe de nada menos que de otros 449,49 millones de euros.
Pero esa cifra es engañosa, porque no refleja todo el material de uso
militar que España ha exportado o comprometido exportar a Marruecos, ya
que, junto al material estrictamente de defensa, España exporta
material de doble uso (militar/civil) de aplicación militar, así como
material deportivo y de «caza», que también se puede utilizar, y en
Africa es frecuentemente utilizado, como material militar, así como las
«armas cortas», en la que España es una gran exportadora.
En cuanto al material de doble uso, ha supuesto otros 25,26 millones de
euros más, con un incremento importante en el último año, en que sobre
todo se han vendido sustancias químicas y toxinas de posible uso
militar, así como robots-simuladores y aparatos de mecanización.
El negocio de armas cortas tampoco se ha quedado atrás, con ventas totales de 67,45 millones de euros.
Las armas de caza comportan otro capítulo de venta de nuestra flamante industria militar. Este tipo de armas suponen en Africa una excusa para la venta de armas que habitualmente acaban participando en conflictos militares. En nuestro caso, desde 2014 hemos vendido a Marruecos la nada despreciable cifra de 19,52 millones de euros.
La suma de todo este material vendido es ingente: 480,33 millones de euros. A ello hay que sumarla millonada comprometida y aún no suministrada del armamento militar para tener una idea aproximada de nuestra contribución al militarismo marroquí.
¿Qué les vendemos?
A lo largo de toda esta época hemos vendido, principalmente, explosivos, munición, cohetes, camiones y vehículos de infantería, suministros para carros de combate y todo tipo de armamento convencional, sin despreciar tecnología electrónica, productos químicos y biológicos, simuladores y toda un amplia gama de material susceptible de su uso en una guerra como la que ahora desencadenan en el Sahara.
Tampoco es esta nuestra única colaboración militar, porque España ha donado a Marruecos vehículos, torpedos, lanzadoras de bombas de caída libre y otro material militar, sin contar con la colaboración de inteligencia y estratégica que se desarrolla con la monarquía marroquí, así como el entrenamiento y formación que algunos de los oficiales marroquíes realizan en España y los acuerdos entre ambos países que así lo consignan, la realización de ejercicios y maniobras conjuntas y los otros medios de cooperación militar en los que España participa con Marruecos en el marco de la «iniciativa 5+5».
El gasto militar marroquí.
Como ocurre con la mayoría de los países, la estimación del gasto militar marroquí ha de ser tomada con mucho cuidad, principalmente porque parte del mismo no está suficientemente aflorado.
Siguiendo al SIPRI, que nos parece al efecto la comparativa más
fiable de las que hemos manejado, la suma del mismo desde 2004 a 2019
(último informe del SIPRI) ascenderá a nada menos que 40.560,77 millones
de euros, lo que al menos ascenderá a casi 44.000 millones si sumamos
el gasto estimado usando otras fuentes para 2020.
Su línea ascendente es importante, como vemos en el cuadro siguiente:
Pero tal vez esta cifra no nos diga nada sin otras comparaciones, como por ejemplo, que el salario mínimo en marruecos es de 2.698,38 dirhams mensuales, lo que equivale a 248,8 euros, o que el PIB per cápita de Marruecos es de 2.671,5 euros anuales.
Podían pagarse con el enorme gasto militar marroquí nada menos que 13,7 millones de salarios mínimos al año, o cubrirse 1´27 millones de rentas anuales, una bonita manera de salir de la pobreza y la desigualdad que padece gran parte de la sociedad marroquí, dos de los factores que potencian el descontento y la revuelta de amplias regiones de aquel país.
Añadamos que Marruecos destina más del 4´5% de su PIB a gasto militar para tener una idea de la dimensión antisocial de este gasto.
Otros señores de la guerra
Con todo, no somos los únicos ni los principales suministradores de armamento para el militarismo marroquí.
Sin ir más lejos, EEUU, su principal proveedor, les ha suministrado
tanques Abrams, aviones de combate F18, helicópteros Apache, aviones de
reconocimiento, misiles y otros muchos aparatos de guerra. A finales de
2020 EEUU negoció con Marruecos la venta de otro tipo de armamento más
sofisticado. En concreto, cuatro aviones no tripulados MQ-9 Repair con
capacidad de portar armamento guiado por láser.
También Francia, con su agresiva política neocolonial, aporta a
Marruecos material militar para aburrir. Sólo en 2019 firmó acuerdos
con la industria militar francesa para reforzar su artillería con
suministros de armamento por valor de 400 millones de euros.
Es llamativo que los principales suministradores de armas de Marruecos tengan a su vez un inmenso interés en hacer de éste un peón de su política de dominación. Al fin y al cabo, entre las muchas maneras de hacer la guerra, que la hagan otros por nosotros es una inversión rentable, a pesar de ser tan cínica, y nos permite seguir disfrutando de una posición altamente confortable sin tener que pensar cada día que somos unos impresentables.
Y es así como se construye la neutralidad en nuestro convulso mundo, tirando la piedra y escondiendo la mano. Aunque para este viaje tan sutil de la «izquierda» no habían hecho falta alforjas, digo yo.
Fuente → grupotortuga.com
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