Los derrotados por la democracia rugen contra el Gobierno nacido de las urnas que, esas sí, nos dimos todos bajo los parámetros que rigen en un Estado de Derecho. Nunca un Gobierno en los últimos tiempos ha tenido tal apoyo a sus presupuestos y con el acuerdo entre posiciones heterogéneas. No ha habido proyecto de cuentas públicas más progresista desde la Transición. Y, sin embargo, el clima que se vive en España es prebélico, de crispación máxima y extrema zozobra. “Pensar en un golpe es ciencia-ficción”, declaraba Adolfo Suárez el 23 de noviembre de 1980, tres meses justos antes de que, con Tejero al mando, militares golpistas asaltaran el Congreso de los Diputados a punta de pistola, como atestigua esa portada que conservo.
Las tripas de España albergan siempre el monstruo de la involución que jamás se ha castigado siquiera. Se dieron su ‘democracia’ franquista y punto. El bipartidismo lo lavó exitosamente, en particular el tándem González-Guerra tan hábiles en modernizar el país sin tocar un pelo de la estructura. Bien es cierto que se había negociado en enorme desigualdad de fuerzas.
El diagnóstico del problema no puede estar más claro. Y se afianza con los años, los meses y los días de impunidad. Mañana será tarde, venimos diciendo y pasa el tiempo y la situación empeora. El “ruido de sables” está presente desde el día de enero de este año de pandemias que se formó el Gobierno progresista. Recordemos que el diputado Tomás Guitarte, de Teruel Existe, tuvo que dormir la víspera oculto y custodiado por la Seguridad del Estado. Los tres partidos de la derecha española apelaban a la “responsabilidad” de los psoeístas tibios. De alguna manera la treta con ellos podría funcionar como en el golpe interno contra Pedro Sánchez. Pero este tenaz Gobierno superviviente salió a flote mal que les pese.
El ruido de sables no ha cesado durante todo el año y es fácil rastrearlo a lo largo de los meses. Hoy tenemos ya haciendo sus proclamas a un número notable de militares golpistas jubilados –aunque con derecho a uniforme y armas–. Algunos han escrito al Rey Felipe VI para que tome cartas en el asunto. Son precisamente los que quieren fusilar a “26 millones de hijos de puta”. Mandan la carta el 10 de noviembre, hace casi un mes: trasciende ahora. La primera, que también envían nada menos que al Presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli. Hay una segunda carta del otro grupo para Felipe VI que sale el 25 de noviembre. Escriben al Capitán General de los ejércitos, su jefe, y él no dice nada. Ni siquiera para jugar la baza de su padre el 23F. Por cierto, otro dato de hemeroteca de octubre de 1981: el juez denegó la prueba de declaración de los reyes Juan Carlos y Sofía.
Texto sobre la investigación del 23F
Isabel Díaz Ayuso apoya el manifiesto golpista desde el Madrid-Estado que quisiera. Pablo Casado, presidente del PP, llamó “a defender la libertad”, su concepto de libertad, como el bien por el que “merece arriesgar la vida“, citando la retahíla de opositores de cubanos y venezolanos que suele funcionarle con sus adeptos. Tiene 88 diputados, más ayuntamientos y comunidades autónomas, y los eurodiputados que maniobran contra el Gobierno español en la UE. Los 52 diputados de Vox son franquistas-fascistas sin duda. El centrismo del ya mínimo partido de Ciudadanos es un espejismo, a tenor de su papel real en las administraciones en las que gobierna.
La prensa del clan rezuma tal odio y amargura que ya bordea el ridículo en sus portadas y artículos. Es una actitud suicida, porque se están hundiendo económicamente. La publicidad huye, con pandemia y sin pandemia, los suscriptores no llegan para todos, y la oferta informativa o desinformadora es tan abundante que el mensaje se diluye en el conjunto. Aunque dejando un ambiente de confusión y hiel del que encima apenas se benefician. Ésa es la gran variable.
Mil veces nos hemos preguntado por qué hay gente que vota a quien le engaña y le roba, por qué se enganchan a basura mediática de leer, oír, ver y esnifar. Por qué obran contra sus intereses, que es definición ajustada de la estupidez. El ser humano tiene un cierto gusto, a veces, por la basura y el morbo, pero ni siquiera eso lo explica. No explica a Trump en EEUU, que aunque la mayoría lo haya echado, mantiene la fe ciega de 77 millones de seres. No explica que llegara a ser presidenta de Madrid y que aún se mantenga una mujer con muy pocas luces y mucha osadía y ganas de bronca, responsable con sus órdenes de la tragedia en las residencias de ancianos. El escritor Benjamín Prado no pudo decirlo mejor: “Será que de condenar a morir a ancianos en las residencias a fusilar a 26 millones de hijos de puta no hay mucha distancia“. No explica a Pablo Casado con su tibieza democrática y sus hiperbólicos saltos de opinión. No explica que millones de seres crean de alguna forma las mentiras de los políticos y las de los medios falaces. Porque se puede sentir visceralmente antipatía por alguno de ellos, pero hay un abismo a cuando existen motivos objetivos en los que entra hasta el peligro de la integridad.
Ya no es lo peor que la pandemia de coronavirus haya caído sobre una sociedad infantilizada, las evidencias la muestran noqueada y perdida con un tumulto de noticias reales y mentiras que crean un caos en sus cabezas, sin que siquiera lo perciban. Y son tiempos de estar muy lúcidos. No podemos estar al albur de las memeces de algunos políticos, de sus odios interesados, de los gritos de Twitter, y de patéticos medios, pero lo estamos.
Gran parte de los medios han renunciado a tener influencia real fruto de su credibilidad que eso sí es lo más valioso que puede tener un periodista. Se lucha por triunfar en la Industria de la Atención. A tiro de clic. O de audiencia. En un universo masivo de contenidos que nos ha hecho perder la facultad de atender. “Tenemos la capacidad de atención de un pez de colores. Mejor dicho, la teníamos, pero ya no. La capacidad del pez es de nueve segundos, mientras que en este preciso momento la del humano medio es de ocho”, explicaba, si recuerdan, Marta Peirano en su libro El enemigo conoce el sistema. Añadía el dato de que el 40% de los usuarios abandonan una página web si tarda más de tres segundos en cargar”. Por eso triunfa el ruido, los brillos, los gritos, aunque con un éxito relativo y efímero.
La mayoría de la gente ve la televisión con el móvil en la mano. Miran con un ojo a la pantalla grande y con otro la pequeña, desde las plataformas o YouTube al WhatsApp de bulos indiscriminados. Hasta no saber dónde has visto u oído tal cosa. Porque en realidad están borrando la pantalla de la información y no son conscientes de los trucos. Algunas preguntas se responden si lo que la gente ve es a una mujer voluntariosa que inaugura un hospital, sin camas ni personal sanitario porque las pondrá más tarde, y encima la critican. De informar seriamente se ha de aportar algún contexto: que nos ha costado 100 millones de euros, el doble de lo presupuestado por las grandes constructoras contratadas, y con ese dinero podría haberse mejorado mucho la dotación de hospitales ya existentes. Igual que influye la permanente culpabilización de partidos democráticos que no entran en sus esquemas. Igual que cala el incesante goteo de portadas, reproducidas en radios y televisiones, en las tertulias, en las redes, presentando a Pablo Iglesias como el ser más imputado y perseguido por la justicia en denuncias que van siendo sobreseídas. Mientras los pufos multimillonarios de Juan Carlos I o la corrupción del PP no pasa de ser “lo normal”.
Lo normal, de hoy, es que hasta los nietos ultras del rey emérito se han beneficiado de las tarjetas opacas para comprar en El Corte Inglés, Uber o pagar clases de piano. El Museo que se montó en el Pazo de Meirás la familia Franco con piezas de gran valor, fruto de un expolio continuado del patrimonio público. Es la familia y el ideario que inspira a los patriotas que añoran la democracia que el sanguinario dictador nos trajo. Lo dicen tan tranquilos en la televisión. Lo de hoy es confirmar el sesgo del PP de Aznar, Trillo y los demás, que condecoraron dos veces por su “intachable conducta” al general de la XIX del Aire que sueña con fusilamientos masivos, precisamente a ése. Mientras Marhuenda se saca una de sus encuestas de la manga para titular barbaridades a toda portada. Incluido el desliz de llamar “el régimen” a lo que rige en España. ¿Cómo quieren que estemos con todo esto? Con lo que ignora, confunde o come manipulado tanta gente. Ellos son el peligro.
Pensar en un golpe es ciencia-ficción. O qué quieren que les diga. Estamos en Europa y en el siglo XXI. Aunque la UE haga dolorosas concesiones a Hungría y Polonia para que sigan pisoteando el Estado de Derecho en sus países. Como repito con envidia, la conservadora Angela Merkel es inequívocamente antifascista y obra en consecuencia cuando disuelve un grupo de élite del ejército aquejado de ese mal. La mano firme no es autoritaria sino autoridad cuando se defiende la democracia. O la información rigurosa. No subvencionemos las mentiras y el odio, al menos.
Supuran furia por la realidad que les quema y se llevan tragando a disgusto casi un año pese a sus titánicos esfuerzos por tumbar al Gobierno, sin empacho de usar incluso una pandemia. Pero se sienten heridos y son peligrosos. Las turbas desinformadas que les siguen precisarían criterio, quizás se imponga con el tiempo de evidencias. Difícil es, desde luego. Pero hay que romper por algún lado ese círculo que se envicia a sí mismo.
Fuente → rosamariaartal.com
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