Tras la rebelión fascista del 36, la mayor parte de Aragón quedó en territorio sublevado; apenas hubo conflicto armado entre nazionales y Republicanos. La represión sobre estos últimos desactivó cualquier posible reacción leal al Gobierno. Muchos de los maridos y familiares de las uncastilleras huyeron al monte, o combatían en zona Republicana. Ellas se quedaron en su hogar. Las mujeres asesinadas fueron elegidas por participar en la transformación social del período Republicano, o como “venganza” por no encontrar a otros hombres Republicanos de la familia.
Josefa Casalé Suñén estaba marcada por su manera de pensar y de hacer. Era una mujer religiosa, y también abiertamente Republicana. Había aprendido a leer y a escribir por su propia cuenta y cada noche impartía clases en su domicilio para la gente pobre. Soledad Ezquerra Casalé iba a cumplir 4 años cuando los falangistas sacaron a su madre, Josefa, de casa en plena noche, para llevarla a prisión. Josefa pidió a su hija mayor, de apenas 11 años, que cuidara de los otros 3 niños, que quedaban huérfanos de madre. Fue fusilada al día siguiente, en Farasdués el 31 de agosto de 1936.
Junto a Josefa los falangistas fusilaron también a otras 9 mujeres de Uncastillo. Tras encerrarlas en los calabozos del Ayuntamiento las trasladaron a la cárcel de Ejea de los Caballeros. Después de matarlas las arrojaron a la misma fosa: Lorenza Arilla Pueyo, Narcisa Pilar Aznárez Lizalde, Inocencia Aznárez Tirapo, Julia Claveras Martínez, Isidora Gracia Arregui, Melania Lasilla Pueyo, Felisa Palacios Burguete, Andresa Viartola García y Leonor Villa Guinda. Sin juicio y sin guerra. Pura represión.
Tenían entre 32 y 61 años. Un grupo de falangistas en nombre de España, de dios y de los franquistas fusilaron a mujeres como Narcisa, 32 años, madre de 3 hijas y cuyo único ‘delito’ era tener un hermano de la CNT que había huido al monte. El 30 de agosto los falangistas entraron en su casa mientras preparaba la cena para sus 3 hijas que habían ido a por azúcar y café. Cuando regresaron su madre ya no estaba. O a Isidora, hornera, madre de 3 criaturas y reconocida socialista. A Lorenza se la llevaron aquella misma noche. Buscaban a sus hijos, y al no dar con ellos optaron por detenerla; tenía 61 años. Sin olvidar a Melania, asesinada por ser la hermana del primer teniente de alcalde de Uncastillo, ni al resto de mujeres y hombres de Uncastillo que fueron ejecutados en el verano de 1936.
Tras su localización, en Diciembre de 2020 se ha llevado a cabo la exhumación de las 10 mujeres asesinadas. En la fosa ha aparecido un anillo, dedales, horquillas, peinetas, ropa, sandalias, y el honor de luchar contra el fascismo. La exhumación ha sido promovida por la Asociación Charata para la Recuperación de la Memoria Histórica de Uncastillo y el Colectivo de Historia y Arqueología Memorialista Aragonesa (CHAMA). Han colaborado integrantes de asociaciones memorialistas como la ARMH Batallón Cinco Villas y la ARMH Simién de Luesia.
La historiadora Cristina Sánchez, autora de Purificar y purgar. La Guerra Civil en las Cinco Villas, explica a Público que fue la 1ª saca de la cárcel de Ejea de los Caballeros. En días y meses posteriores hubo otras 3 sacas de vecinos de Asín, Erla, Ejea, Biota, Castiliscar, Luna, Sádaba y el propio Farasdués. En una fueron asesinados 12 hombres, en otra 7 hombres y una mujer; por último, una saca de 10 hombres todos de Asín. Además 3 pastores navarros cayeron bajo las balas de los pelotones de ejecución en Farasdués. Todos enterrados en fosas clandestinas en el cementerio de la localidad. Una 2ª fosa localizada corresponde a un grupo de hombres asesinados el 8 de septiembre de 1936. De Erla eran naturales los hermanos Amadeo y Nemesio Alastuey Millás, Eladio Cortés Liso, Gabriel Gállego Aznárez, Santos Gayarre Landa, Santiago Pascualena Sanced y Antonio Sevilla Pérez. De Sádaba era Raimundo Aznárez Sánchez; de Luna, Eulogio Duarte Monguilod; de Exeya, Prudencio Gimeno Petroch; y de Farasdués, Cesáreo Jiménez Soteras. El maestro de Uncastillo, Eugenio Jodra Ruiz, cerraría el listado de esta saca.
A sus 88 años Soledad comenta:. “Estoy muy orgullosa de mi madre, de sus ideas y de su lucha”. Recuerda que se escapaba del colegio para no tener que sufrir la humillación de cantar el cara al sol. También relata el hambre y la miseria, el dolor y el sufrimiento que sufrió en su infancia por culpa de la represión franquista. “No podemos cambiar lo que pasó, pero ahora hay que contarlo”.
Documentos: Público (Alejandro Torrús). El Español, incluyendo imagen ( Julen Berrueta). El Periódico de Aragón. AraInfo (Iker González Izagirre). Carta de despedida de Josefa a su familia en Diario16 (María José Pintor Sánchez-Ocaña)
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