
El hallazgo y contenido de una película encargada por John Ford, que
recoge el material gráfico y sonoro de los archivos secretos nazis en el
que se basó el tribunal para condenar a los dirigentes del régimen en
el histórico juicio.
El juicio de Núremeberg, una olvidada lección muy provechosa para el mundo de hoy / Félix Población:
El esperpéntico asalto hace algo más de una semana al Congreso
de los Estados Unidos en Washington por una turba de partidarios del
presidente Trump, me ha llevado a ver con mayor interés incluso del que
ya tiene de por sí el magnífico film Núremberg, una lección para el mundo de hoy, que el curioso lector podrá encontrar en la programación del canal Arte TV.
Se
trata de un documental realizado por Jean-Christophe Klotz el año
pasado, de una hora de duración, en el que se nos detalla la misión
llevada a cabo por dos soldados norteamericanos, los hermanos Budd y
Stuart Schulberg, por encargo del cineasta John Ford y para el servicio
de inteligencia norteamericano, a fin de buscar en diez ciudades
alemanas, al término de la primera Guerra Mundial, los archivos secretos
del régimen nazi.
Su misión era documentar -con
el material propio de los vencidos- los crímenes de guerra que
horrorizaron al mundo y servir así de testimonio contra los 24
oficiales alemanes -menos tres que no lo hicieron finalmente por
diversas causas- que se sentaron en el banquillo de los acusados en el
llamado Juicio de Núremberg, celebrado en el otoño de 1945. Los
hermanos Schulberg dispusieron únicamente de tres meses, durante el
verano de 1945, para hallar con la mayor celeridad posible -ante la
inminencia de que el tiempo jugaba en su contra para la búsqueda- los
documentos gráficos que ilustrasen la mayor masacre llevada a cabo en la
historia de la humanidad.
La investigación dio
resultados positivos, si bien los dos hermanos se encontraron al
principio con mucho material quemado y destruido por sus promotores y
protagonistas, haciendo temer por el éxito de la empresa. Tal ocurrió
cuando se internaron en una mina de sal, excavada a 600 metros de
profundidad y próxima a la localidad de Magdeburgo, en donde
encontraron kilómetros de películas quemadas. Leni Riefensnsthal
(1902-2003), la cineasta que filmó de modo notable las convocatorias
masivas del régimen nazi, fue una colaboradora importante para
identificar a determinados dirigentes, como también lo fue la ayuda
prestada por un alto militar soviético especialista en el cine de Ford,
que aportó una buena parte de grabaciones y fotografías, así como el
hallazgo en Rudesdorf de algunas películas incriminatorias. El archivo
de Heinrich Hoffman, fotógrafo personal de Hitler, sirvió para
seleccionar cientos de imágenes entre un total de 12.000.
La
película fue estrenada en Alemania, pero no se llegó proyectar sin
embargo en Estados Unidos en 1948, como se pretendía. Los altos
oficiales estadounidenses consideraron, en palabras de Sandra Schulberg
-hija de Stuart - que sus colegas alemanes se limitaron a cumplir las
órdenes de Hitler y ese corporativismo, unido a los años de la guerra
fría en los que Estados Unidos se ocupaba del Plan Marshall, impidieron
el estreno del film en ese país.
No fue hasta el
año 2002 en que falleció la madre de Sandra cuando ésta encontró un
baúl en su casa que contenía una copia en 16 mm. de la película. Desde
entonces, la hija de Stuart Schulberg, una vez reparadas las bobinas
del metraje y restaurado el sonido gracias a un encomiable y paciente
trabajo, se propuso dar a conocer el documental -traducido a 13
idiomas- por diversos países, pasando de ser guardiana de tan valioso y
oculto legado a difusora del mismo. Hizo realidad de ese modo el sueño
incumplido que animó a su padre y a su tío a realizar esa
sobresaliente e histórica labor hace setenta y cinco años.
Fragmentos
del film han sido utilizados de modo aislado en documentales sobre los
crímenes del nazismo, pero en este podemos encontrar secuencias nunca
vistas y sobrecogedoramente impactantes del gueto de Varsovia, así como
imágenes espeluznantes de la primera familia que fue gaseada en
Ucrania o las tomas realizadas por un cámara nazi desde el fondo de una
fosa mientras son arrojados por una rampa a modo de tobogán los
cadáveres escuálidos y esqueléticos de hombre, mujeres y niños, y que
tanto impresionaron al joven Budd, que aún se conmovía en su vejez al
recordarlas en una conferencia: Filmaban la barbarie que ellos mismos
habían hecho, comenta el anciano documentalista, todavía conmocionado
por el recuerdo de lo que sintió al ver esas imágenes por primera vez.
El
documental termina con unas palabras no menos impactantes del fiscal
en Núremberg, Robert H. Jackson (1892-1954) acerca del fascismo. Por su
extraordinario valor testimonial y vigencia, sobre todo a raíz de los
sucesos del asalto Capitolio de Washington por una turba de fascistas,
deberían ponernos en guardia ante el posible resurgir de la bestia.
Quizá fuese ahora el mejor momento para estrenar el film en aquel país,
ya que no se hizo en su día : “Este juicio es importante -dijo
Jackson- porque los acusados representan fuerzas siniestras que
seguirán entre nosotros cuando sus cuerpos sean polvo. Se trata de las
fuerzas del odio racial, del terrorismo, de la violencia, de la
arrogancia y del poder crudo. Sin símbolos del peor nacionalismo, de
las intrigas militares y del espíritu guerrero”.
Fuente → elsaltodiario.com
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