Los seis clavos del ataúd de Franco
 
Los seis clavos del ataúd de Franco
Juan Mari Arregi 

En estos días, hace medio siglo, y hasta pasado el 28 de diciembre, Euskal Herria, el resto del Estado Español y gran parte de Europa y América, estuvo movilizada pendiente de lo que decidirían unos militares franquistas en el histórico Proceso de Burgos que se inició el 3 de diciembre de 1970. Fue el 28 de diciembre cuando el Tribunal Militar de Burgos hizo públicas las gravísimas sentencias contra 17 personas, acusadas de pertenecer a ETA . Nueve penas de muerte para seis personas (tres con pena capital doble), y un total de 519 años de cárcel- entre 12 y 70 años por persona- para el resto de acusados y seis millones de pesetas de aquellos tiempos. Gracias a la movilización popular e internacional las penas capitales fueron conmutadas por 30 años de cárcel.

Esas penas de muerte eran lo que el histórico poeta andaluz Rafael Alberti (1902-1999) consideró que serían "los seis clavos del ataúd de Franco" si el dictador los mataba. Así lo dio a conocer Alberti al mundo en un Poema que, por la censura franquista, no trascendió en el Estado Español salvo en círculos muy relevantes clandestinos. Este fue el Poema, titulado CONDENA, y "dirigido a Izko, Uriarte, Larena, Gorostidi, Onanindia, Dorronsoro", para quienes se pidió pena de muerte y fueron condenados, algunos con dos penas capitales.

Condena

Si los condenas a muerte
si los matas
ellos serán los seis clavos
de tu caja.
Los seis clavos de tu vida,
los últimos.
si los matas ellos serán
los seis clavos, los últimos de esa España,
que solo sabe de muerte,
triste España,
que solo existe en el mundo
cuando de la muerte se habla,
cuando solo
por ti la mano levanta
para matar, pues la muerte
es la vida de esa España.
Pero los mates o no, tu muerte ya está cerca.
Ya estás muerto, muerto, muerto.
Ya en la tapa
De tu ataúd hay seis clavos
que la clavan,
que para siempre la clavan.
Rafael Alberti. Roma

La trastienda del poema

Ese poema tiene detrás una historia que quien suscribe fue testigo excepcional de ella al haber sido portavoz de la delegación de familiares del proceso de Burgos que clandestinamente se trasladó hasta el Vaticano para entrevistarse con el Papa Pablo VI, quien no la recibió, y con el General de los Jesuitas, el vasco Pedro Arrupe, que sí lo hizo.

Gracias a las gestiones de un amigo jesuita, el padre Diez Alegría (1911-2010), hermano de dos generales militares franquistas que eran de un talante abierto y liberal, y del delegado del Gobierno Vasco en Roma, Ojanguren, pudimos entrevistarnos también con Rafael Alberti. Poeta andaluz relevante y político, exiliado en Roma, Alberti pertenecía al Comité Ejecutivo del PCE en el exilio. Posteriormente, tras su exilio, formó parte del Congreso Español junto a Dolores Ibarruri, "La Pasionaria", como representantes del PCE.

En su casa de la famosa y romana Via Monserratto, recibió a toda la delegación vasca de unas diez personas (madres de tres de los condenados a muerte, dos madres y hermana de los dos sacerdotes procesados en el mismo sumario y otros familiares de presos políticos vascos, y quien suscribe). Se interesó vivamente por la situación de sus hijos y hermanos, recibió el mismo dossier entregado al Papa y al General de los Jesuitas, en el que se recogían los informes de los procesados donde denunciaban haber sido torturados.

Fue aquel un encuentro cordial con esta delegación vasca de familiares el que le inspiró ese Poema que se difundió por todo el mundo, especialmente Europa y América. Y con ese Poema se abrió el camino a la internacionalización del Proceso de Burgos.

Internacionalización del Proceso de Burgos

Rafael Alberti nos proporcionó contactos con los partidos políticos, sindicatos, asociaciones populares, prensa variada italiana y extranjera. De vuelta a casa la delegación vasca clandestina, quien suscribe se encargó de contactar con todos esos medios para informar de la situación política vasca y del monstruoso Proceso de Burgos. Mantuve reuniones, no solo en Roma, sino también en Milán y Florencia. Además, logramos contactar con los sectores de la Iglesia más radicales italianos, con numerosas comunidades de base.

Todo ello logró que Italia, junto con Francia, estuviera al frente de las movilizaciones en Europa a favor de los procesados de Burgos y en contra del franquismo. Franco no tuvo más remedio que ceder ante aquel abrumador grito de la movilización popular que tuvo lugar no solo en Euskal Herria sino en el mundo entero, y conmutar las nueve penas de muerte por 30 años de cárcel. Aunque finalmente no los mató, los seis clavos de Alberti ya estaban en la tapa del ataúd de Franco!


Fuente → blogs.publico.es 

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