Project niños: la CIA y los niños de Rusia
 
Project niños: la CIA y los niños de Rusia
Pablo Fernández-Miranda

El canal de televisión D-Max viene emitiendo en las últimas semanas una serie documental de varios capítulos con el título Project Niños. El título calca el nombre con el que la CIA denominó su investigación e interrogatorios a los llamados “niños de la guerra” evacuados a la URSS, que retornaron en las expediciones de 1956 y 1957 y cuyos documentos –una pequeña parte de ellos− fueron desclasificados recientemente.

Los documentales son interesantes y recomendables. Pero no se trata aquí de comentar sobre su contenido, que se puede ver en el canal D-MAX. Rápidamente cualquiera que los vea observará el acoso, torturas psicológicas y presiones a los que fueron sometidos por el “Centro de Investigaciones Especiales”, que fue coordinado, por el capitán Palacios. −Cosa que no sale en el reportaje. Ex divisionario, capturado en la URSS y que había vuelto a España tras doce años, junto con otros prisioneros, en la expedición del Semiramis, el 2 de abril de 1954. Además fue el “heroico” protagonista del superventas de la época: Embajador en el infierno, de Torcuato Luca de Tena−.

El “Centro” estaba conformado por la policía secreta, la guardia civil y el grupo de la CIA comandado por David E. Wright.

La repatriación se había hecho en base al convenio firmado por las partes –España y la URSS− con la supervisión de la Cruz Roja Internacional. En él se especificaba que los que retornados eran ciudadanos españoles, que no serían perseguidos por las actividades pretéritas −entre ellos había un nutrido grupo de exiliados que habían combatido con la Republica llamados mayores” por contraposición a los “niños”−. Estos últimos tenían por entonces, en 1956, tras haber estado casi veinte años en la Unión Soviética, entre 25 y 35 años. El convenio recogía el compromiso de homologar los títulos y cualificaciones académicas y profesionales.

Uno de los grandes inconvenientes que tuvieron fue encontrar trabajo, acorde con sus conocimientos, precisamente porque las homologaciones no llegaban. El Boletín del Estado de 27 de marzo de 1957 recogía la orden ministerial que establecía la constitución de una comisión de convalidaciones. A finales de ese año ¿cuántas se habían resuelto? NINGUNA.

Al año siguiente sobre más de mil solicitudes se convalidaron unas ciento ochenta. Las primeras que se materializaron fueron las de los médicos, −en realidad podríamos decir “médicas” ya que el grupo de mujeres doctoradas era numeroso− Esa prioridad la determinó la gran necesidad que había en España en el ámbito sanitario −que vuelve a emerger cíclicamente, tal como vemos, en los tiempos que corren−.

Centenares de convalidaciones jamás se resolvieron. Con la excepción de las medicas, especial dificultad tuvieron las mujeres, sobre todo las que tuvieron que alojarse en las casas familiares, frecuentemente en entornos rurales o ciudades pequeñas en las que, no ya la ausencia de acceso al mundo laboral, sino la falta de alfabetización, convertía a aquellas licenciadas en literatura, filosófica, profesoras o técnicas, en marginadas. A base de empeño y empuje, algunas fueron abriéndose camino, como Araceli Sánchez que contra viento y marea, fue la primera, mujer Ingeniera de Caminos en ejercer en España.

El goteo de la vuelta a la Unión Soviética comenzó. Antes de pasados cinco años, se habían ido más de una tercera parte. El país volvía a perder un importante contingente de talento que necesitaba perentoriamente.

En 1960 y 1961, se produjeron numerosas detenciones de retornados. El incipiente movimiento obrero produjo una reacción represiva por parte de la dictadura. La vigilancia especial a la que se sometieron a los retornados −algunos de ellos vinculados a los movimientos antifranquistas −especialmente al PCE y a CCOO− conllevó que decenas de estos fueran detenidos y torturados. En Barcelona, Asturias, Euskadi, Madrid, Valencia y Alicante sobre todo.

A unos cuántos de ellos, con sus cónyuges e hijos, decidieron expulsarlos de España. Como el propio fuero de los españoles no contemplaba el destierro exterior, arguyeron que no eran ciudadanos españoles −a pesar de que lo eran desde que nacieron− y las autoridades se saltaron de nuevo el convenio internacional−. Pero para que pasaran una frontera exterior y salieran de España hacía falta pasaporte y, como decían que no eran españoles, pues no podía ser pasaporte español. ¿Qué hicieron? Ni cortos ni perezosos les dieron un pasaporte ruso. ¡Sí!: de un país con el que no había ni relaciones diplomáticas, emitieron pasaportes falsificados; se los entregan y les pusieron de patitas en Hendaya frente a la aduana francesa.

Obviamente, cuando llegan a las garitas galas, los gendarmes les hacen dar la vuelta a la frontera española: nuevamente detenidos.

Entre los repatriados comenzó un movimiento de solidaridad. Casi trescientos firmaron una carta, en términos contundentes, dirigida nada menos que al Jefe del Estado −con copia a la Cruz Roja−. Copia de ella se conserva en el archivo histórico del PCE – Fundación de Investigaciones Marxistas. En algunos de sus párrafos dice: “Que, durante la primera decena del presente mes de febrero, y en diversas ciudades españolas, han sido detenidos, y, en algunos casos sometidos a tratos brutales e inhumanos, un buen número de repatriados, compañeros nuestros.

Que a pesar de los días transcurridos desde sus detenciones, siguen los interesados en prisión…/…, en evidente infracción del artículo 18 de la Ley Fundamental que, taxativamente, dice: “En el plazo de setenta y dos horas, todo detenido será puesto en liberta o entregado a la Autoridad Judicial”

La carta hace todo un relato de protesta al trato que reciben los repatriados.

“Llegado el momento de proveernos de los documentos de identidad se pretendió- y, en algunos casos, se consiguió, expedirnos carnets especiales, −lo que denominaban el 'carnet amarillo'− que limitaban nuestra libertad de movimiento, y vejaban nuestra condición de ciudadanos con igualdad de derechos. Nuestra correspondencia privada es intervenida, constantemente…/…

Levantamos nuestra más enérgica protesta…/…en petición de fin a los abusos que se vienen cometiendo con nosotros, y pidiéndole, ante todo y sobre todo, la justa e inmediata libertad de todos nuestros compañeros detenidos…/….

La respuesta: más detenciones. Solo recapacitando sobre lo que suponía en aquellos años dirigirse a Franco en términos tan explícitos, se puede uno hacer idea del grado de solidaridad que siempre existió entre este colectivo y que mantuvieron a lo largo de sus vidas.

Las presiones internacionales por el escándalo motivaron que soltaran a varios de ellos. Otros estuvieron en la cárcel varios años sentenciados por pertenecer al PCE.

Con la llegada de la democracia crearon sus asociaciones, mantuvieron los lazos que les habían unido en la infancia y continuaron defendiendo los valores que formaron parte de ellos. El paso de los años, la ancianidad y la muerte fue disminuyendo su actividad. Pero ese vínculo continúa y de sus rescoldos ha surgido la Asociación de los Niños de Rusia, impulsada por sus descendientes y por varias decenas de los protagonistas que aún nos trasmiten su vitalidad. El empeño es preservar la memoria democrática de este colectivo del exilio. Si te apetece profundizar en este tema, hay una didáctica web: "ninosderusia.org”, con relatos, audiovisuales, bibliografía…, que merece la pena visitar y conocer.



Fuente → nuevatribuna.es

banner distribuidora