«Hay que dejar de enfrentar monarquía-república como la cara y la cruz de la misma realidad»

Pura Sánchez, investigadora y autora de libros como Individuas de dudosa moral, es vicepresidenta del Ateneo Republicano de Andalucía.

«Hay que dejar de enfrentar monarquía-república como la cara y la cruz de la misma realidad» / Olivia Carballar:

La república ganaría con el 40,9%, frente al 34,9% de la monarquía, según la encuesta realizada por el instituto demoscópico 40dB. ¿Qué le parece que haya casi un 25% que no sabe qué haría?

Creo importante señalar dos cuestiones sobre estos datos. En primer lugar, seis puntos de diferencia entre quienes se decantan por un sistema monárquico o republicano es realmente muy poca diferencia, si tenemos en cuenta la crisis actual de la monarquía. En segundo lugar, ese 25% al que aludes no se decanta por una u otra opción, sí, pero no es un 25% homogéneo. De ellos, el 13% no sabe qué votaría, pero el resto más bien lo que indica es que no le interesa el tema. Pienso que estas cifras, con el tipo de campañas políticas que se hacen en este país, dirigidas principalmente a la emocionalidad y tan faltas de argumentación, podrían dar un cambio importante, en favor de la opción más seguidista y conservadora: la de continuar como estamos.

¿Influye en este panorama el hecho de que no se pregunte sobre la cuestión?

Obviamente, la actitud renuente de las cúpulas de los partidos a plantear el tema hace que un buen número de sus votantes no se lo plantee. Pero creo que la situación que muestran las encuestas puede deberse a tres razones, principalmente: la ausencia de una memoria sobre nuestro pasado reciente, la falta de pedagogía en la actualidad sobre estas cuestiones y la mala calidad de nuestra democracia.

En el porcentaje de indecisos son mayoría las mujeres, la juventud y las clases bajas. ¿Qué interpretación hace de esto?

Respecto a los jóvenes, hay que decir que también son los más insatisfechos con la monarquía: desde los 16 a los 34 años, la valoración de entre 0 y 1 a la institución representa el 38%, el 43% y el 31%, respectivamente, el grado más alto de insatisfacción por grupos de edad. También es significativo que solo consiga aprobar la institución en el grupo de edad de mayores de 65 años. Es este un país para viejos… Respecto a que entre los indecisos aparezca un porcentaje significativo de mujeres, no sé si los datos recogidos pueden cruzarse con el del nivel socioeconómico. Es probable que tanto en relación con las mujeres como a lo que tú nombras como “clases bajas” la cuestión tenga que ver con la pobreza y la exclusión social; se vive ocupado fundamentalmente en sobrevivir y cuando el sistema te ha situado al margen, es comprensible el no sabe/no contesta.

La encuesta revela, más allá de ello, que la monarquía no puede seguir como está… ¿Cree que esto se podría acordar en el Congreso?

Lo que habría que abordar de una vez por todas es la reforma de la Constitución. Porque hay muchas cosas que cambiar. Creo que es posible alcanzar algunos acuerdos puntuales para maquillar la Constitución y que esta siga sirviendo a los intereses del Régimen del 78. Cosa muy distinta es acometer reformas en profundidad que resulten transformadoras. En eso creo que hay acuerdo, sí, pero para no cambiar nada o para cambiar lo justo para que todo siga igual.

El rey Felipe y la reina Sofía, aprobados. El rey Juan Carlos y y la reina Letizia, suspensos. ¿Cómo valora estos resultados?

Pues creo que en términos de revistas del corazón. Quiero decir que durante décadas se ha considerado a la reina Sofía una extraña o, al menos, una figura plana, con una imagen configurada fundamentalmente a través de la prensa rosa, sin perfil político. Como una “profesional”, en palabras de Juan Carlos. Ahora no solo la prensa rosa sino la prensa en general nos la presenta como una sufrida esposa y madre ejemplar, que ha procurado y ha conseguido que su hijo reine. Esta imagen patriarcal de la reina es muy añeja y muy estomagante. Por lo mismo, si la reina Sofía es la buena mujer, nacida para ser reina, sufrida y callada, la reina Letizia es la mala, la advenediza, que se enfrenta a la suegra, le disputa el cariño del hijo, resulta en ocasiones respondona y no siempre sabe estar… Ninguna de las dos escapa al estereotipo patriarcal, insisto. Y los y las españolas de a pie parecen haber asumido este cliché sin cuestionarlo.

En cuanto al padre y el hijo, la “popularidad” del primero se ha desplomado, mientras se le va despojando de su papel político y adjudicándole el de personaje mediático, más cercano a un tipo de Mujeres, hombres y viceversa que al de un jefe de Estado. Mientras tanto, el hijo para los monárquicos sigue siendo la esperanza de futuro. En mi opinión, tanto uno como otro han dado ya buenas muestras de estar en la línea de la tradición borbónica y hacer lo que mejor saben hacer los borbones: borbonearnos. Es decir: conspirar, mentir, robar, vender la patria al mejor postor, aprovecharse del erario público para amasar fortunas personales, entregar el poder o recibirlo de manos de un dictador, jurar constituciones para traicionarlas a continuación y un largo etcétera. No hay más que leer nuestra historia reciente… Y en todo este falso debate se elude algo que es fundamental: no se habla de los privilegios que siguen teniendo ellos y ellas, algo incompatible con una sociedad democrática.

Usted, que es andaluza y, a la vez, tiene muchos vínculos con Catalunya, ¿cómo valora que una sea la más republicana y otra, la más monárquica, junto con Madrid?

Como andaluza, y como andaluza de conciencia, el dato no me sorprende, aunque me entristece. Creo que para explicarlo hay que ponerlo en relación con la pedagogía a favor de la monarquía en los casi 40 años de pesoísmo en nuestra tierra; con la subalternidad política y el estado de anestesia inducida del pueblo andaluz, que sigue considerándose mayoritariamente súbdito y está aún lejos de desear ser soberano. En todo ello tiene que ver también el hecho de que se nos haya borrado la memoria de la tradición republicana de Andalucía, muy anterior a la II República.

En cambio, en Catalunya, se piensa en una república como un instrumento de transformación social y política a la vez que como un acto de recuperación de la soberanía como pueblo. Desgraciadamente, nada de eso ocurre todavía en Andalucía en términos de conciencia mayoritaria. En Andalucía, solo el 18% se muestra nada satisfecho con la monarquía…El 40% no ve necesario siquiera el referéndum.

¿Cuándo cree que el CIS hará una encuesta similar a esta?

Sinceramente, cuando los resultados sean claramente favorables a la permanencia de la monarquía, que es tanto como decir a la permanencia del actual estado de cosas, emanado del Régimen del 78, para que los usufructuarios del mismo sigan rentabilizando políticamente su estatus. Por otra parte, creo que el hecho de evaluar el estado de opinión sobre monarquía o república no es en sí mismo transformador.

¿Qué hace falta para impulsar definitivamente el republicanismo en España?

Creo que lo dije al principio: mucha pedagogía política. Dejar de enfrentar monarquía y república como la cara y la cruz de la misma realidad. Porque creo que tan importante como reclamar la república es pensar el tipo de república que queremos. No nos vale mirar a la II República con nostalgia, no nos vale pensar en fórmulas continuistas, como si nada hubiera pasado en estos últimos 80 años. Hemos de repensar, en mi opinión, tanto el concepto de republicanismo como el de democracia. Nos hacen faltan muchas lecturas históricas, muchas reflexiones en común y mucho diálogo reposado para pensar y pensarnos como los pueblos de una república futura, donde el patriarcado, el desarrollo capitalista, la desigualdad y los privilegios no tengan cabida. Nos hace falta un nuevo modelo de Constitución y un nuevo modo de construirla. Ya sería bastante que quienes pensamos en un futuro republicano estuviéramos de acuerdo en algunas de estas cuestiones básicas. Sencillamente porque no podemos permitirnos, por nosotros y nosotras y por las generaciones futuras, correr el riesgo de traer una república que, como dijo Clara Campoamor respecto de la II República, llegue huérfana de aspiraciones.


Fuente → lamarea.com 

banner distribuidora