Vicente Bernaldo de Quirós
Líbranos,
Señor, de los malos profetas, que vienen con vestidos de oveja, pero
son lobos rapaces, por dentro, exclama Mateo, uno de los cuatro
evangelistas, en el versículo 7,15 de la Biblia católica. Y aprovecho la
petición de este recaudador de impuestos en Cafarnaún, que fue también
uno de los doce apóstoles, para rogar a quien corresponda que se nos
libere de los falsos patriotas, esos que dicen querer tanto a España y
que se envuelven en su bandera para, a la menor oportunidad, renegar de
su patria, sobre todo si no la gobiernan quienes ellos quieren.
A
los falsos patriotas se les distingue a la lengua. Cantan loas
militares, llevan la bandera rojigualda en su reloj y en el alfiler de
su corbata, aplauden cualquier alusión a la monarquía y gritan viva
España, viva el rey, viva el orden y la ley, más como agresión a los que
no creen en el régimen hereditario que como orgullo de pertenencia. Pero
es todo fachada. En cuanto tienen la menor oportunidad se quitan de
enmedio de la españolidad y buscan en el extranjero bujío para sus
intereses monetarios y particulares. En cualquier momento se alían con
el peor enemigo de España a fin de que los que son del signo contrario
no puedan enorgullecerse de sus actuaciones.
Los
falsos patriotas no quieren que el Gobierno progresista sea el
encargado de administrar los ingentes recursos económicos que Europa ha
enviado a España para pagar los gastos de la pandemia y para recuperar
las economías de los más necesitados. Apelan a la necesidad de que sean
ellos mismos los que elijan el modo de invertir esas ayudas y buscan la
forma de hacer creer a la Unión Europea que este país está en manos de
manirrotos que no merecen gestionar nada.
Prefieren que los que administren los recursos públicos sean alemanes,
franceses o italianos, en vez que sus propios compatriotas decidan qué,
para qué y para quiénes se destinan esos dineros, porque piensan que si
les dejan hacer a los actuales integrantes del Ejecutivo de coalición,
se llevarán el mérito y les impedirá volver al Gobierno en un plazo
relativamente. Son mezquinos y a la vez cortos de mollera.
No les basta con negar el pan y la sal y la gestión económica a sus
adversarios económicos, sino que arriman el ascua a su sardina y se
inventan que Europa exige que se gasten en determinadas partidas y que
se pongan en marcha las reformas que ellos quisieran efectuar para que
sus amiguitos de farras se enriquezcan todavía más. Y por supuesto,
nunca está la subida de impuestos en lo que reclama la Unión, aunque
estemos a años luz de lo que pagan los más ricos de Europa.
Con la ayuda de determinados medios de información a los que les
suministran munición suficiente para que corran los bulos, ser sacaron
de la manga una supuesta reclamación de los dirigentes judiciales de
Europa para frenar la reforma de la elección de miembros del Consejo
General del Poder Judicial, con la inventiva de que atacaba la
independencia de los jueces. Lo que de verdad sugerían los mandamases
continentales es que la reforma no ponga en peligro la neutralidad de
los sentenciadores, como siempre hizo cuando se produce un cambio en
cualquier nación de la Europa comunitaria en ese ámbito.
Lo que les preocupa a los responsables de la política judicial en
Europa son casos flagrantes de dependencia de los magistrados con
respecto al Gobierno de turno, como sucede en Polonia y Hungría. Y están
estos eurócratas tan interesados en acabar con esos problemas, como
para entrar a degüello en otro, que no parece que cuente con indicios
para preocupar.
Pero ya veis, nuestros falsos
patriotas apelan a cualquier circunstancia para desprestigiar a este
gobierno en los mentideros de la UE y ofrecerse a ser ellos los que se
lleven el santo y la limosna. No son patriotas. Son patridiotas.
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