
Las Brigadas Internacionales
Federico Rubio Herrero
Durante la guerra de España, más de 35.000 hombres y mujeres de 53 países distintos, agrupados en las «Brigadas Internacionales» acudieron a España en auxilio del Gobierno republicano. Nunca en la historia se ha producido un caso tan extraordinario de solidaridad internacional. Aquellos jóvenes vinieron dispuestos a dar su vida para ayudar al pueblo español cuyos derechos y libertades estaban amenazadas por el fascismo español y europeo. Más de 9.000 de ellos dejaron sus vidas en los campos de España.

Brigadistas de la XI Brigada Internacional formados en la Plaza de la Moncloa antes de entrar en combate.
Antes
de la formación de las BBII en octubre de 1936, habían ido viniendo a
España numerosos voluntarios que venían por su cuenta a enrolarse en
diferentes unidades de su afinidad ideológica (anarquista, comunista,
socialista, etc.). Algunos ya residían en España bien por estudios, como
numerosos latinoamericanos, o bien como exiliados políticos procedentes
de países con gobiernos fascistas. El caso más señalado fue el de los
numerosos participantes que habían ido a Barcelona a competir en las
Olimpiadas Populares, que iban a ser inauguradas el 20 de Julio, y eran
la alternativa antifascista a los Juegos Olimpicos de Berlin. Y con
estos voluntarios se formaron los primeros grupos como el Rakosi
(hungaros), el Dombrowski (polacos) o centurias como la Tom Mann
(britanica), la Gastone Sozzi (italiana) o la Thaelman (alemana). Muchos
de estos voluntarios y unidades se integraron más tarde en las
«Brigadas Internacionales».
Efectivamente, la idea de crear
las «Brigadas Internacionales» se fue gestando en el verano a partir de
diversas iniciativas paralelas, entre otras del Partido Comunista
francés. La reunión de la Komintern celebrada en Moscu el 18 de
septiembre, dio el aval a esta propuesta y los partidos comunistas se
comprometieron, desde entonces, a reclutar a voluntarios dispuestos a
participar en la lucha junto a los republicanos españoles. Los partidos
socialistas europeos, si bien no reclutaron voluntarios, apoyaron
oficialmente a las BBII. La sede internacional de reclutamiento se
estableció en Paris, desde donde se organizaba el envio de voluntarios
en contacto con el Gobierno republicano, que tramitaba la documentación
necesaria para el recluta. Los primeros voluntarios llegaron a Albacete
el 14 de octubre.
Tras algunas vacilaciones iniciales, el
Gobierno de la Republica se decidió a aprobar la formación de estas
unidades el 22 de octubre de 1936, cuando el avance de los sublevados
hacia Madrid reveló la crítica situacion militar en que este se
encontraba.
El 15 de octubre, no obstante, se constituyó el
primer grupo responsable de la Organizacion, formado por Luigi Longo
(Gallo), Mario Nicoletti, Pierre Rebiere y otros. Se decidió que el
cuartel general y las bases de instrucción estarían en Albacete. El
mando directo recayó en el francés Andre Marty, una de las figuras más
prestigiosas de la Internacional Comunista. Su conocimiento de España,
su prestigio ( en 1935, accedió al Secretariado de la Komintern), su
perfecta ortodoxia y su formación de Oficial de Marina (fue famoso el
motín del Mar Negro que conmocionó a la escuadra francesa enviada a
Odessa y Sebastopol, para combatir a la Revolucion Rusa, en abril de
1919), y la supervisión gubernamental sería ejercida, de momento, por
Martinez Barrio.
Pronto se vio que, dado el número de
voluntarios que iban llegando, era necesario crear campos de
entrenamiento en los pueblos aledaños a la capital: La Roda, Tarazona de
la Mancha, Madrigueras y Villanueva de la Jara entre otros.
Cada
Brigada se constituyó, al principio, con tres batallones, normalmente
con voluntarios de la misma nacionalidad o idioma para facilitar la
comunicación. Más tarde cada Brigada pudo contener entre tres y seis
batallones, con unos 650 hombres. Cada uno de estos solía tener tres
compañías de fusileros y una de ametralladoras. Junto al jefe militar
había un comisario cuya principal tarea era mantener la moral y educar
políticamente a las tropas, aunque en ocasiones también tenían que
asumir labores militares.
La instrucción que recibían estos
voluntarios era exigua, ya que las urgencias de la guerra exigían muchas
veces llevarlos al frente sin apenas haber aprendido los elementos
básicos de la técnica militar. Fue muy frecuente un periodo de
entrenamiento de tres semanas, aunque en algunos casos pudo alargarse
hasta dos meses. Además, era un entrenamiento generalmente sin armas,
dada la escasez de las mismas en las milicias republicanas. Pero los
voluntarios suplican con su aliento antifascista todos los
inconvenientes que encontraban.
En un discurso a las BBII
pronunciado en Albacete, Andre Marty afirmó que si el pueblo español y
sus milicias no habían vencido al fascismo no era por falta de
entusiasmo, sino por la ausencia de tres factores fundamentales: Unidad
política, dirigentes militares y disciplina. Esa constatación llevó a
inculcar a los voluntarios unos principios y valores que se plasmaron en
la declaración solemne que los miembros de las BBII debían prometer.
«Soy
un voluntario de las BBII porque admiro profundamente el valor y
heroísmo del pueblo español en lucha contra el fascismo internacional,
porque mis enemigos de siempre son los mismos que los del pueblo
español. Porque si el fascismo vence en España, mañana vencerá en mi
país y mi hogar será devastado. Porque soy un trabajador, un obrero, un
campesino que prefiere morir de pie a vivir de rodillas. Estoy aquí
porque soy un voluntario y daré, si es preciso, hasta la última gota de
mi sangre por salvar la libertad de España, la libertad del mundo».
La
entrada en acción de estas unidades fue decisiva tanto por la moral que
infundió al pueblo madrileño en aquellas horas aciagas, como por el
ejemplo de eficacia y arrojo que dieron al resto de combatientes; tan
solo en las primeras jornadas de lucha la XI Brigada perdió más de una
tercera parte de sus efectivos. Pronto fueron organizadas otras
Brigadas: la XII, XIII, XIV, XV, la 129 y otras.
El
contingente más numeroso de voluntarios fueron los franceses con cerca
de 9.000 hombres, seguidos por Polonia (3.200), Italia (3.000) y Esfados
Unidos (2.400).
El origen social de los brigadistas era
diverso, si bien predominaban los trabajadores manuales; también hubo
militares en activo o retirados, veteranos de la I Guerra Mundial,
campesinos, estudiantes y profesionales. Había, también, numerosos
sindicalistas mineros y estibadores y cargadores de los principales
puertos europeos, médicos y enfermeras.
La primera operación
en la que participaron las Brigadas, después de desfilar por la Gran Via
madrileña entre ovaciones delirantes, fue en la defensa de Madrid el 9
de noviembre, en el sector del Manzanares (XI Brigada) y el 18 de
noviembre, en la Ciudad Universitaria (XII Brigada).
La XI
Brigada al mando del «General Kleber» (Manfred Stern), Comisario
Politico Mario Nicoletti (Giuseppe di Vitorio), estaba compuesta por los
batallones Edgar Andre, Comuna de Paris y Dombrowski, con un total
aproximado de 2.100 hombres.
La XII Brigada al mando del
«General Lukacs» (Mate Zalka), Comisario Politico Gallo (Luigi Longo),
estaba compuesta por los batallones Garibaldi, Andre Marty y Thaelmann.
Fuente: Federico Rubio Herrero (Cronologia mundial durante seis meses trepidantes, julio-diciembre de 1936) pag 78, 79 y 80.
Fuente → tercerainformacion.es
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