Del fin del ‘juancarlismo’ al momento republicano

Nuestro peor enemigo en este camino no es la incertidumbre del cambio, sino la resignación del “no se puede” que asegura la supervivencia del viejo régimen que nunca parece terminar de morir
 
Del fin del ‘juancarlismo’ al momento republicano
Jaime Pastor /, Miguel Urbán

“No podemos seguir siendo meros espectadores de la decadencia borbónica, debemos tomar partido para que la indiferencia ante la basura real no se apodere de las mayorías sociales”, escriben Teresa Rodríguez y Miguel Urbán en uno de los capítulos del libro ¡Abajo el rey! Repúblicas. Esa ha sido la intención de esta obra colectiva: no dejar que el miedo, el escepticismo y la resignación se instalen entre la ciudadanía para convocar al impulso del debate público sobre esta cuestión como un deber inaplazable. Por eso, como decimos en la presentación del libro, las dieciséis aportaciones que en el mismo aparecen “comparten todas la reivindicación de un referéndum sobre monarquía o república y, más allá, la apuesta por una alternativa democrática radical que parta del protagonismo de las clases subalternas en esta nueva etapa histórica”.

El papel del rey según la Constitución del 78, las constantes bribonadas de los borbones, la traición al pueblo saharaui, el golpe de timón tras el 23F, la continuidad de la impunidad del franquismo, la complicidad de los medios de comunicación, el fin del juancarlismo, las razones de un referéndum, la aportación del feminismo al republicanismo, la reivindicación del derecho a decidir su futuro desde Euskal Herria, Galiza, Catalunya y Andalucía, la denuncia de la impunidad del rey huido –mientras siguen estando en la cárcel personas como Jordi Cuixart, coautor del libro, por ejercer derechos fundamentales– y, en fin, la propuesta de un proyecto republicano, (con)federalista, plurinacional, municipalista y antioligárquico, son las principales cuestiones que abordamos.

Cuando nuestro proyecto ya estaba a punto de llegar a las librerías, nos llegaba la excelente noticia de la encuesta sobre la monarquía, encargada por la Plataforma de Medios Independientes y hecha pública el 12 de octubre pasado. Sus resultados venían a darnos más razones para nuestros argumentos y, sobre todo, para confiar en poder ir haciendo realidad esa apuesta por un futuro republicano, ya que de los mismos se desprende que las nuevas generaciones, una mayoría de las sociedades catalana y vasca y de las gentes de izquierda en general (incluida la mitad de votantes del PSOE) se manifiestan abiertamente republicanas y a favor de un referéndum sobre la forma de estado.

Así que pocas dudas quedan, por mucho que lo haya querido ocultar el director del CIS, de que, como se decía en un editorial de CTXT el mismo 12 de octubre, “la popularidad de la corona española está bajo mínimos, al mismo nivel que la de los medios de comunicación”. Unos medios, los del establishment, que han mantenido un silencio casi total ante los datos de esta encuesta, confirmando así su voluntad de seguir cerrando filas en torno a una institución cuyo grado de impunidad, corrupción y parasitismo, permitido por la propia Constitución, ha provocado la legítima indignación de la mayoría de la ciudadanía. 

Frente a la amenaza de una salida reaccionaria, no puede haber tregua en el esfuerzo por poner freno a ese proyecto pero también a la bunkerización de la monarquía

Somos conscientes de que queda mucho camino por recorrer para llegar a convertir en realidad el momento republicano en el que pueda forzarse la convocatoria de ese referéndum sobre la forma de Estado y, con él, el debate ineludible sobre el conjunto de problemas que afectan a la ciudadanía, con mayor motivo en estos tiempos de pandemia y de crisis civilizatoria global. Un momento que debería conducir a la apertura de un proceso participativo que probablemente desbordaría los marcos estrechos del régimen actual y por eso es tan temido por unas élites políticas y económicas que ni siquiera se atreven a emprender una autorreforma democrática del régimen.

Con todo, también sabemos que la crisis de la monarquía es difícilmente reversible, que el relato del juancarlismo que le dio aires de legitimidad se ha agotado definitivamente y que los obstáculos para acabar con la impunidad del rey huido y, con él, de la familia real, junto a la percepción creciente del alineamiento de Felipe VI con los sectores más reaccionarios del régimen, no dejarán de aumentar la desafección ciudadana hacia esa institución en los próximos tiempos.

Una crisis que afecta también a otros sectores del régimen, como el poder judicial, el aparato policial, el sistema de representación política y, sobre todo, a un modelo territorial quebrado por todos lados, ahora con una Comunidad de Madrid convertida en paraíso fiscal y laboratorio del trumpismo ibérico. Instituciones que sobreviven más por la inercia y por la ausencia de alternativas creíbles y viables en el corto plazo que por una legitimidad en proceso de erosión permanente en medio de una crisis multidimensional. Por eso, frente a la amenaza de una salida reaccionaria por la que ya está presionando una extrema derecha nostálgica del franquismo, no puede haber tregua en el esfuerzo común por poner freno a ese proyecto pero también a la bunkerización de la monarquía y del bloque de poder que la sustenta.

Nuestro propósito compartido es contribuir, aunque sea de forma modesta, a la construcción de esa alternativa desde la izquierda, recuperando lo mejor de las tradiciones republicanas, federalistas, socialistas y libertarias de nuestros distintos pueblos a lo largo de los siglos XIX y XX. Sin olvidar los hitos de la Primera y la Segunda Repúblicas y reivindicando la memoria colectiva antifranquista, pero sobre todo mirando al futuro para reclamar el derecho a decidir no sólo sobre la forma de Estado o sobre las relaciones entre nuestros pueblos, sino también sobre todo lo que afecta a nuestras vidas.

Sabemos también que sólo podremos dar pasos adelante en ese camino si dedicamos todo el esfuerzo necesario para la reconstrucción de un tejido asociativo de diferentes organizaciones sociales, culturales y políticas que sean portadoras de un nuevo republicanismo en el que, como escribe David Fernández en nuestro libro, la palabra República no sea sólo una forma de Estado, sino “sobre todo una cultura política democrática, una defensa del interés público y los bienes comunes y una forma de garantizar y compartir la igualdad entre todas y todos”.

A esa tarea común que, aunque no sólo, pasa por acabar con lo que el historiador Xosé M. Núñez Seixas ha denunciado recientemente como “la gran anomalía que representa la monarquía española. Una institución cada vez más cuestionada por sus orígenes e hipotecada por un futuro vinculado a una reforma constitucional pendiente” y, añadiríamos, inviable en el marco de este régimen, apelamos desde estas páginas.

Nuestro peor enemigo en este camino no es la incertidumbre del cambio, sino la resignación del “no se puede” que asegura la supervivencia del viejo régimen que nunca parece terminar de morir. El momento republicano debe entenderse como una ventana de oportunidades no sólo para detener la sangría de pérdida de derechos sino como un punto de inflexión histórico-político para garantizar nuevos derechos e inventar nuevas formas de democracia. Así, frente a quienes contemplan aterrados, desde arriba, la crisis socio-política como una época de decadencia y se esfuerzan en gritar “¡viva el rey!”, los y las de abajo deberíamos contemplar la escena, también en todo su dramatismo, como un momento impostergable para la recreación democrática, la redefinición de las lógicas de la representación y para la subversión de todas las reglas del sistema social que nos han conducido a tamaño desastre, agrupándonos bajo la consigna “¡abajo el rey! Repúblicas”. No hay tiempo que perder: la urgencia social y ecológica reclama necesarios saltos adelante.


Fuente → ctxt.es 

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