

La urgente transformación que requieren los partidos políticos culminará cuando se conviertan a ojos de la ciudadanía en unas organizaciones sanas y respirables.
Y cuando llegó la república, los partidos seguían ahíSofía de Roa
Sí, los datos son meridianos. Una de las mayores certezas que tenemos permite afirmar que la crisis institucional que atravesamos es real, es grave y más visible como consecuencia de los estragos de la pandemia. Y más aún, sabemos que en este club de instituciones en crisis, a nuestro pesar, la monarquía no está sola. Ojalá la Casa del Rey y su familia fueran una excepción, pero la crisis atraviesa de manera feroz a las principales instituciones del Estado: el Parlamento, el poder judicial, los medios de comunicación o los sindicatos también fomentan, sufren y padecen una fuerte pérdida de confianza y de credibilidad. Y en esta lista, también a nuestro pesar, siempre hay una que se lleva la palma, que resiste con vigor y robustez en la peor posición, muy de lejos, sin despeinarse y, sin embargo, logra pasar desapercibida ante propios y extraños.
¿Son mejores los partidos que la monarquía? A ojos de la ciudadanía, no
No, no nos vamos a llevar ninguna sorpresa. Me refiero a
los partidos políticos, esas organizaciones opacas que no se sabe muy
bien qué hacen más allá de pensar en las próximas elecciones, permanecer
en una campaña electoral constante y trabajar para mantenerse en el
poder de turno. Pero parece que no toca hablar de esto o que no hay
mucho que decir. O peor, que no hay mucho que hacer. Y es que, ¿son
mejores los partidos que la monarquía? A ojos de la ciudadanía, no.
Incluso podemos especular con que una parte de ella quisiera su
desaparición, de manera tan legítima como de las que desean una
república. Y entonces, ¿qué consecuencias tiene que las organizaciones
encargadas de garantizar una participación política plural de la
ciudadanía estén en una situación peor que la propia Corona?
Las comparaciones son odiosas, pero no deja de llamar la atención el contraste de ver cómo el legítimo y democrático enfado de los representantes públicos ante la falta de ejemplaridad de la monarquía se convierte en condescendencia y resignación cuando se trata de asumir que los partidos no cumplen con su papel constitucional, como si de un determinismo divino se tratara. Y sin comparación, ¿qué responsabilidad tienen ante esta crisis sus aparatos, que de facto canalizan el poder hacia el Estado para que se mejore nuestra maltrecha institucionalidad? En cualquier caso, las personas que prometen la regeneración del Estado, la modernización de la monarquía o, en su defecto, una nueva república, a su vez se alimentan, crecen y se desarrollan dentro de unas estructuras que echan para atrás a la mayoría de los ciudadanos.
Son los partidos los lugares de los que salen casi el 100% de las personas que nos legislan y nos gobiernan. Quienes van a drenar la crisis de las instituciones
El rechazo viene de lejos. Abruma tanto la falta de
confianza que inspiran, como la falta de atención a esta cuestión y, aún
más, comprobar que poco o menos se hace para paliar esta circunstancia
estructural de nuestra democracia. Los partidos son un problema que está
en el top tres de las preocupaciones de la mayoría de los españoles
desde hace más de una década, llegando en 2020 a un nivel de desapego
nunca registrado en el histórico de las encuestas del CIS desde 1985.
Sin embargo, esta cuestión no entra dentro de la agenda setting de los medios ni mucho menos dentro del debate político.
Son
los partidos los lugares de los que salen casi el 100% de las personas
que nos legislan y nos gobiernan. Quienes van a drenar la crisis de las
instituciones. Para el caso de la Corona se piden cambios legislativos
profundos que permitan desde que el Jefe del Estado sea juzgado por sus
actos, que la rendición de cuentas se extienda y se normalice también en
la casa del Rey, y hasta la convocatoria de un referéndum sobre la
forma del Estado. Y hasta ahora, más que trabajo sobre estas propuestas o
un debate serio y riguroso en el que se involucre toda la sociedad,
desde los partidos, cuáles buitres carroñeros, más bien se empecinan en
esforzarse para sacar tajada de la situación. Se encuentran, unos más
que otros y con más o menos acierto, a la caza del voto monárquico o
republicano. Todo lo demás... ya se verá.
Fuente → elsaltodiario.com
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