Ley de Memoria Democrática: un paso hacia delante

Ley de Memoria Democrática: un paso hacia delante
Beatriz Silva

El Gobierno de Pedro Sánchez aprobó el anteproyecto de Ley de Memoria Democrática en el Consejo de Ministros celebrado el pasado 15 de septiembre. De esta forma, se amplía el catálogo de derechos y medidas en favor de la reparación de las víctimas de la Guerra civil y la Dictadura que ya establecía la Ley 52/2007, de 26 de diciembre.

El título preliminar establece como objetivo el reconocimiento y reparación moral de aquellos perjudicados por razones ideológicas, políticas, religiosas o de intensidad sexual, cuyos crímenes y persecuciones tuvieran lugar entre el golpe de Estado de 1936 y la promulgación de la Constitución Española de 1978.

Con ello, se pretende acabar con la profunda división de la sociedad española y reunificar así a la ciudadanía bajo unos valores democráticos y constitucionales.

Un paso al frente

Este anteproyecto de ley supone un claro avance hacia una sociedad mucho más democrática, pues hasta ahora nunca ha existido una condena al franquismo. En primer lugar, la investigación de las violaciones de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario queda a cargo de la nueva Fiscalía de Sala, una fiscalía específica dentro del Tribunal Supremo.

De esta forma, se declaran nulas e ilegítimas las condenas realizadas durante el periodo mencionado anteriormente. La Administración General del Estado será la encargada de la búsqueda de las personas desaparecidas.

Para ello, se prevé la creación de un Censo Nacional y el Banco Nacional de ADN de Víctimas de la Guerra Civil y la Dictadura. Con ello se pretende garantizar la correcta identificación de las víctimas.

En el ámbito educativo, se incluyen contenidos “que garanticen el conocimiento de la historia democrática española y la lucha por los valores y libertades democráticas”, según exponía la vicepresidenta Carmen Calvo. El objetivo es la ‘no repetición’ de la historia.

A fin de asegurar el cumplimiento de estas políticas, se establece la creación de un Consejo Territorial en el que cooperen conjuntamente el Estado y las Comunidades Autónomas. Se establece también la creación de un Consejo de Memoria Democrática que integre a las familias y las diferentes asociaciones memorialistas y que sirva de asesor al Gobierno.

Estas medidas de reparación contemplan además la investigación de los bienes expoliados, la adquisición de la nacionalidad española para los descendientes de los exiliados y los pertenecientes a las Brigadas Internacionales

Asimismo, establecen la retirada de títulos nobiliarios, galones, símbolos y elementos públicos contrarios a la Memoria Democrática. Así, el Valle de los Caídos pasa a ser un cementerio civil de carácter nacional.

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Por último, el anteproyecto recoge la prohibición expresa de la exaltación de la ideología franquista, por lo que se incorpora un régimen regulador que garantice su cumplimiento, cuyas multas oscilarán entre los 200 y los 150.000 euros en función de la gravedad del acto cometido.

Tarde

Llega, pero llega tarde. Como ocurrió con la democracia, que aún no ha llegado. Nos han contado que la Transición supuso un gran esfuerzo (cierto es) y la llegada de la libertad a España, pero no es así. El proceso aún no se ha completado.

A nuestro país la libertad no va a llegar hasta que todo esto de lo que hablaba en el anterior apartado se cumpla; hasta que no quede un solo cuerpo en cunetas y fosas comunes; hasta que no se retiren todos los bienes, galones y títulos obtenidos bajo el mando del ejército franquista; hasta que no se condene a los culpables de la enorme brecha que este país acoge.

Un golpe de Estado y una guerra que dejaron miles de muertos, presos, exiliados y heridas que nunca sanarán, porque nadie podrá devolverles nunca a sus seres queridos, el tiempo que pasaron fuera de su país o la libertad que le arrebataron.

El broche a 40 insoportables y largos años de dictadura lo pone la transición, una elección entre lo malo y lo menos malo. Claro está, que si al pueblo le das a elegir entre una monarquía y una dictadura, muy engañados tendrían que estar para escoger lo segundo.

Pero nunca ha existido una transición democrática, pues en España el sistema de gobierno al que nos acogemos es el de la monarquía parlamentaria. Parlamentaria, sí, pero monarquía; con un jefe de Estado designado por el mismísimo Francisco Franco.

Dónde está la democracia: ¿está quizá en las agresiones neonazis que se perpetran contra el colectivo LGTBI+? ¿Está en los actos vandálicos cometidos contra símbolos e instituciones progresistas? ¿O está en el discurso de los líderes de la extrema derecha?

Para que en este país exista una democracia real no puede quedar ningún resquicio del no tan antiguo régimen. Empezando por el tejado, y terminando por el más inhóspito rincón del territorio.

Digna de reconocimiento es la labor del PSOE. En cuestión de un año han hecho todo aquello para lo que hemos estado esperando desde 1975, incluida la exhumación de Franco. Pero aún queda mucho camino por recorrer.

Existe una necesidad social de condenar las atrocidades que más de 40 años de guerra y dictadura dejaron a su paso. Y esto solamente puede hacerse a través de las urnas, y de la ley. No será hasta ese momento cuando realmente todos podamos sentirnos arropados por la misma bandera.


Fuente → elestado.net

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