

La necesidad de combatir a la extrema derecha
El asunto es clave. ¿Cómo actuar ante el
fascismo? ¿Cómo responder a la violencia y el odio que practican? Si las
respuestas nos conducen apenas a la vida institucional, a los discursos
lucidamente humanitarios y los argumentos llenos de responsabilidad
democrática, significará que hay que tratar a la extrema derecha como
uno más, como una ideología más de la sociedad. No parece que, a la luz
de la experiencia histórica, sea lo más conveniente. Al fascismo no se
le pudo combatir con el diálogo y la razón porque ellos pertenecen al
espacio que habitan los seres humanos más abyectos, y la persuasión y el
convencimiento no entra en su lógica. Lo ocurrido en Grecia con
Amanecer Dorado, donde se ha podido demostrar que no era una mera
organización política con diputados sino una banda criminal con
parlamentarios comprometidos en actos delictivos, sirve de ejemplo de lo
que hay y a lo que nos enfrentamos. Dicho esto, reprimir a los que sí
están dispuestos a defenderse de los ataques neo-nazis, descubre la
naturaleza de un régimen que ha demostrado mil veces quienes son sus
aliados y quiénes sus enemigos. Digamos Vallekas o barrio de Salamanca
en Madrid para entender dónde hay que pegar, al servicio de quién y qué
ministerio da las órdenes. A principios de los años treinta del siglo
pasado en Alemania se miraba para otro lado convencidos que esa moda
nazi se iría rápido. No fue así.
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