La Monarquía sufre (y sufrirá)

La función simbólica de garante de la Constitución y de la democracia que se otorgó a la institución después del 23-F está más que amortizada

La Monarquía sufre (y sufrirá)
Gemma Ubasart

Ni Govern, ni Parlament, ni Ayuntamiento de Barcelona. Este viernes el Rey visita Barcelona y las máximas personalidades del país no asistirán al acto. ¿Es exagerado este posicionamiento? Algunos han alegado que se trata, guste o no, del jefe del Estado y que por respeto institucional los plantes no tocan. Lo cierto, sin embargo, es que el gesto de los políticos catalanes entronca de manera clara con el sentido general de la población. Según datos del CEO, publicados en noviembre del 2019, la Monarquía obtiene una nota de 2,21 sobre 10 (un 73,3% de las personas encuestadas puntúan entre 0 y 4). Seguramente el discurso del 3 de octubre de 2017, en medio de los 'hechos de octubre', profundizó en la pérdida de confianza ciudadana frente la institución: se extiende la percepción de que estamos ante un rey de parte. Ahora bien, esta deslegitimación no es un fenómeno exclusivo de Catalunya. A pesar de que desde el 2015 no tenemos datos del CIS (hasta aquel momento dibujan una acelerada tendencia a la baja), el propio estudio antes citado recoge respecto al conjunto de España: la Monarquía también suspende (4,21). Y lo que es más importante, esta caída en la aceptación no es homogénea: es más acentuada entre aquellas personas de izquierdas y jóvenes.

Seguramente los escándalos de la Casa Real han influido en el deterioro de la imagen de la Monarquía. Del mismo modo que el uso partidista que hacen el PP y Vox del Rey solo sirve para debilitar la institución. Ahora bien, el factor más determinante para el declive puede tener que ver con cuestiones estructurales. Las nuevas generaciones, nacidas y/o crecidas en democracia, ya no se sienten interpeladas por los pactos transicionales. Que en una democracia el jefe del Estado lo sea por herencia no deja de introducir disonancias cognitivas en aquellos de menos edad. La función simbólica de garante de la Constitución y de la democracia que se otorgó a la institución después del 23-F está más que amortizada. ¿Será el horizonte republicano una nueva utopía disponible?


Fuente → elperiodico.com

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